Durmiendo en su sepulcro están las rosas
que al verde seto no alzan ya su aliento.
Su brío sucumbió y, sus raíces,
se pudren en el seno de la tierra...
Será allá en Primavera un verde hierro
el que a la hiedra tienda ágil su mano
y tras verde tapiz, su fuerza, los rosales
buscarán cielo azul,
exhumando de su losa invernal, rojos, los pétalos.
Silencio en el aire... No turbéis en su sueño
a la yema que late y se ha dormido
para mañana brillar... Pisad despacio
la hierba del jardín, si la lluvia y la nieve
alimentan el alfombrado manto.
Luis Madrigal