Hoy, he estado en el campo. Naturalmente he ido en el tren, como siempre, y a su paso -que también forzosamente era el mío- he podido ir contemplando, admirando, los pequeños oasis que las pasadas y recientes lluvias han dejado sobre cada rincón. Sobre aquel talud, donde se inclina la hierba, que ha vuelto a crecer tras la agostada; sobre aquel recodo siempre en la umbría, donde crecen los álamos, entre coníferas voraces y egoístas, que todo lo quieren para sí. Pero sobre todo, he oído soplar al viento y, al pie de las ramas de los árboles abatidos por el furioso vendaval -efectivamente ha soplado del Sur- he visto brillar pequeñas lagunas y, en ellas, el reflejo de las ramas ya sin vida, como yertas extremidades de un cadáver que sólo espera ya la sepultura invernal. Ramas caídas ahora, pero fecundas de verdor y vida en el estío. Pese a ello, el campo, en este segundo período otoñal -en este segundo Otoño, ya con vocación de Invierno- ha herido mi mirada y mi ser. Y mientras se hacía la herida, ha llegado también a mí este Soneto:
OTOÑO QUE CAMINA
Gime el viento con fuerza... Agil levanta
sobre el prado el tronco que, en estío,
tendió sus brazos verdes. Hiere el frío
que al rostro azota con furor que espanta.
Fe y esperanza, el vendaval quebranta.
La promesa de amor que tejió el río,
entre sueños dorados de albedrío,
gime en sí rota... El agua ya no canta
al doblar el recodo del camino.
Ni el pájaro, que huyó de su corriente
y se llevó, al volar, consigo el trino.
No queda de la espiga la simiente
que trajo en Julio, terso, el grano fino.
Ni queda una verdad, pura y consciente.
Ya el Invierno, cabalga a su destino,
sin luz y sin color... Sin sol ardiente.
Las Navas, 5 de Noviembre de 2008
Luis MADRIGAL
Y, mientras contemplaba la ira del viento, no he podido olvidar aquella fotografía que me envió hace ya algún tiempo mi buena amiga Alicia María, desde la Argentina, y con la que, en su honor, ahora que allí están en Primavera, quiero hoy ilustrar esta entrada. ¡Que la Primavera te llene de luz, Alicia! A mí, ya tan sólo puede helarme el Invierno...
Arriba, "Reflejo", fotografía de Alicia María Abatilli, de Córdoba (Argentina)
Gime el viento con fuerza... Agil levanta
sobre el prado el tronco que, en estío,
tendió sus brazos verdes. Hiere el frío
que al rostro azota con furor que espanta.
Fe y esperanza, el vendaval quebranta.
La promesa de amor que tejió el río,
entre sueños dorados de albedrío,
gime en sí rota... El agua ya no canta
al doblar el recodo del camino.
Ni el pájaro, que huyó de su corriente
y se llevó, al volar, consigo el trino.
No queda de la espiga la simiente
que trajo en Julio, terso, el grano fino.
Ni queda una verdad, pura y consciente.
Ya el Invierno, cabalga a su destino,
sin luz y sin color... Sin sol ardiente.
Las Navas, 5 de Noviembre de 2008
Luis MADRIGAL
Y, mientras contemplaba la ira del viento, no he podido olvidar aquella fotografía que me envió hace ya algún tiempo mi buena amiga Alicia María, desde la Argentina, y con la que, en su honor, ahora que allí están en Primavera, quiero hoy ilustrar esta entrada. ¡Que la Primavera te llene de luz, Alicia! A mí, ya tan sólo puede helarme el Invierno...
Arriba, "Reflejo", fotografía de Alicia María Abatilli, de Córdoba (Argentina)