QUE TOCA EL ALMA
Suaves las horas pasan y, en la tierra,
un Meridiano cruza por el cielo
que brilla sobre el mar y, bajo el suelo,
abre la luz que la razón entierra.
Ilumina la paz, nunca la guerra;
trae la fe y el amor, siempre el consuelo
para que, libre, el hombre alce su vuelo
sin arrastrar el odio, que destierra.
Ese rayo de luz quiero en mi alma
para alcanzar la vida, de tal suerte
que mis horas de angustia sean la calma;
que mi débil afán se haga más fuerte
y en mis manos deje caer la palma
que, por siempre, me libre de la muerte.
Luis Madrigal