martes, 23 de diciembre de 2008

DIOS, VA A NACER

Mañana, será Noche Buena, y será así porque el Bien absoluto, el que sólo es el Bien, el Sumo Bien, como gustaba decir San Francisco de Asís, ha bajado a la Tierra, para hacerse Hombre, tomando nuestra propia naturaleza. Por ello, Él tiene una doble naturaleza, como algunas personas tinen una doble nacionalidad y, al mismo tiempo, son argentinos y son españoles, por poner un ejemplo muy entrañable. Claro, estas personas, sólamente pueden ser argentinos en la Argentina y españoles en España, pero no pueden ser ambas cosas al mismo tiempo en ninguno de los dos países, ni lo contrario en el uno respecto del otro. Pero, el que esta noche baja a la Tierra, no. Él, puede serlo todo al mismo tiempo y por siempre. Viene para todas las razas, los colores, las nacionalidades, las ideas políticas; para los hombres buenos -y para las mujeres- y para los malos, para quiénes creen en Él y también para quienes no creen. Para todo ser humano venido a este mundo, va a hacerse la Luz. El Reino de Dios, está formado por todos los hombres, absolutamente por todos y, ni siquiera eso que los cristianos, y más en particular los católicos, llamamos la Iglesia deja de ser más que una parte, un pequeño trocito del Reino de Dios. Esto, puede ser duro para algunos, lo es también para mí, pero así es.

Sin embargo, puesto que Dios se ha hecho Hombre, fenómeno este absolutamente inexplicable, más inexplicable aún que su propia esencia, es bueno y necesario que, quienes lo creemos -porque queremos creerlo- vivamos esa Noche en la alegría más absoluta que al ser humano puede ser posible, dentro de las coordenadas de Einstein. Una alegría que, en modo alguno, puede provenir de una botella de vino, o de champagne, porque, como ya decía Platón, un pagano muy anterior a Cristo, esa alegría viene directamente de los dioses. ¡Que simple error...! -nada de críticas manidas e inservibles- entregarse a la falsa alegría que el corazón humano también necesita. Esa Noche, ciertamente, sería falso, tratar de aislar la alegría de lo que simbólicamente se celebra, porque sería como tratar de hacer lumbre sin fuego, o de beber nada en un vaso vacío. Para esa alegría humana hay muchas noches y muchos días, a lo largo de todo el año. Pero si hoy estamos alegres, desbordantemente alegres, es porque esperamos que, un día, ni nuestra propia muerte podrá arrancarnos la Vida, sino tan sólo cambiarla por otra, muy distinta, muy luminosa, muy alegre, absolutamente feliz... Para eso, sólo para eso, sólo por eso, bajará esa Noche a la Tierra el autor de la Vida. Es preciso creerlo como lo creen los niños, porque si no nos hacemos verdaderamente niños, no lo podremos creer ni esperar.

Por ello, de entre todo lo que hoy puede cantarse, me refiero a los llamados Villancicos, yo iba, pensaba, publicar aquí, seguidamente y en unión de su letra aquel Villancico que, mientras fui un niño, año tras año, me cantaba mi madre. No hubiese pretendido que le gustase a nadie. No es a cuatro voces, ni goza de un especial acompañamiento instrumental. Incluso, tampoco disponía de la música completa. Había tenido que "robársela" parcialmente a un conjunto leonés que se llama "La Braña", a quien, no obstante, doy las gracias y prometo adquirir, cuando tenga ocasión de ello, toda su producción musical. Pero, por mi parte, estoy seguro de que, cuando mañana cante dentro de mí ese Villancico, tras aquel dulce y tierno recuerdo, se escapará de mí una lágrima, nada incompatible por cierto con la inmensa alegría de esa Noche.

Sólamente puedo ofrecer la letra del Villancico. Eso sí, puedo ofrecerla completa. Como ya he dicho, también hubiese podido ofrecer la música, pero las circunstancias concurrentes -posiblemente- en ese inestable y detestable sistema operativo llamado Windows, quizá, o tal vez mi propia inútilidad, se han encargado de impedirlo- La letra es esta:



Sobre tu cunita,
Niño, he visto arder
una farolita
como la del tren.
Como la del tren
que alumbra con gas
a la media noche
y a la madrugá.


ES LA ESTRELLA QUE A LOS MAGOS

VINO ANUNCIANDO EL CAMINO,

QUE NO CESA DE MIRARSE

EN ESE ROSTRO DIVINO.


Son negros sus ojos,

rubio es su color;

sus labios son rojos

cual teñida flor.

Cual teñida flor

que al amanecer

entreabre sus hojas

por primera vez.


ES LA ESTRELLA QUE A LOS MAGOS

VINO ANUNCIANDO EL CAMINO,

QUE NO CESA DE MIRARSE

EN ESE ROSTRO DIVINO.


Sobre tu cunita...


Insisto, mucho lamento no poder publicar la música del Villancico. En compensación les traigo, os traigo a todos, una joya: Arriba, la Catedral de León, la "Pulchra Leonina", en Noche Buena. Luis Madrigal.-