AL CAER DE LA TARDE
Me senté
en un Café. Fuera, llovía.
¿Qué
pensaba? Tal vez, no había nada
en qué
pensar. Quizá[1],
sólo sentía
que la
lluvia caía desesperada.
¿Más que
yo…?, pregunté, con voz cansada.
La
respuesta, el ser escalofría,
tiñendo de
amargor mi alma angustiada
y me
acerca con prisa a Rosalía.[2]
Ya
escucho las campanas de la ida:
Tenía por
vivir la vida entera
y hoy tan
sólo menos de media vida.
Como a la
lluvia -al caer- me desespera
que la
vida sea un soplo, y la medida
propia del
trigo, cuando está en la era.
Luis
Madrigal
A mis queridos amigos, la dulce poetisa
de Montijo
Francis Quintana y a su marido,
el gran poeta de Alburquerque,
Juan Manuel del Pozo, con mi
gratitud y cariño.