sábado, 23 de mayo de 2009

UN SONETO EN OCTOSÍLABOS


A LA LUZ DE UNA LUNA TRISTE

Mi atardecer esperado
cobra al instante el destello
de una luna triste... El bello
canto, nunca pronunciado,

deja en la noche, alumbrado,
al horizonte su sello,
haciendo lucir, tras ello,
cielo más iluminado.

Nunca, en mi triste camino,
al andar, quiero en tu palma
dejar zozobra, cansino.

Ni orfandad... Siempre, la calma
que, tu soñar peregrino,
dulzura trae a mi alma.



Luis Madrigal