ESTABA TODO Y... NO HABÍA NADA
Sentado en un Café… Una ventana.
Miraba yo pasar la gente
por una plaza de árboles y bancos. Intenso ir y venir.
Absorto, yo no los veía… Si acaso, sólo los miraba,
sin saber cómo, pegados al asfalto,
sus pies del duro suelo levantaban.
Primero, uno; después otro.
Unos, ligeros; otros, arrastraban
aquellos remos, sin barcas y sin olas…
mirando al suelo… ¡Tampoco tenían alas!
Tal vez, también sin rumbo
o hacia un puerto pequeño,
muerta el alma.
Volvía a mirar los árboles y el suelo,
El cielo tan azul… ¡Cuánto faltaba!
Cerré los ojos… De pronto, tan de pronto,
entré dentro de mí… Estaba todo.
Y pude comprobar con gran certeza
que era allá fuera donde no había nada.