martes, 11 de noviembre de 2008

HOY ES SAN MARTÍN DE TOURS



La fecha de hoy, 11 de Noviembre, me recuerda dos cosas, ambas de mi primera infancia y juventud. Una, es la lectura de aquella novela de Rafael Sabatini, el escritor italo-británico, cuyo título es "El veranillo de San Martín", no tan famosa como "Scaramouche", "El halcón del mar" o "El Cisne Negro", pero que a mí me gustó tanto en su día. La otra, es la matanza del cerdo. Ya se sabe que "a todo cerdo, le llega su San Martín". Y hoy es San Martín. Pero, como serían muchos los "cerdos" a tener en cuenta -si no para matarlos, que eso es pecado grave, si al menos para darlos una buena patada en el culo y enviarlos a su puñetera casa- voy a pasar por alto lo de los cochinos, que desde luego nada tienen que ver con San Martín, si no es en lo concerniente a la época más adecuada para el sacrificio porcino. Por pura chiripa. Casualmente, coincide con la de la exaltación a los altares de este gran santo y, por lo tanto, tiene mucho más que ver con "los otros" que con él. Tampoco nació en Tours (Francia), ni mucho menos, sino en Sabaria (Panonia), hoy Szombathely, en Hungría. Así, pues, no era francés, sino "panonio", y hoy hubiera sido húngaro. Martín, cuyo apellido de origen, que yo sepa, no se conoce, fue educado en Italia, concretamente en Pavía y, a los 15 años de edad, ingresó en la Guardia Imperial romana, en la que sirvió, primero en la misma Italia y más tarde en la Galia. Aunque no parece más que una leyenda, su hecho cristiano más famoso y conocido es el de que, encontrándose en Amiens, vió junto a la puerta de la ciudad a un mendigo tiritando de frío. Sin vacilar lo más mínimo, Martín rasgó su capa, con su propia espada, y dió la mitad al mendigo. No le dió la otra mitad, no para reservarla a sí mismo, como solemos hacer todos, y eso cuando damos algo, que generalmente es pocas veces, sino porque esa otra mitad no le pertenecía a él, sino al Ejército romano al que servía. Eso es caridad, sin faltar por ello a la justicia. Ya intuía yo, desde hace bastante tiempo, que, recíprocamenete, ni la caridad excluye la justicia, ni la justicia la caridad. San Martín, por la razón ya dicha, es un excelente ejemplo de ello. El caso es que, en la noche siguiente al hecho de tan útil y provechosa dádiva para aquel mendigo, que se moría de frío (lo mismo que sucede aquí en Madrid en las más crudas noches de invierno, en las que tantos mendigos se refugian en las Estaciones del Metro), se le apareció a Martín el mismo Cristo, vestido con la media capa que había dado al mendigo, para agradecerle su buena obra. Martín, solicita entonces dejar el Ejército, solicitud que no le es otorgada por el Emperador hasta pasado cierto tiempo. Es entonces, tras dejar la vida militar, cuando se bautiza y se une a los discípulos de otro gran santo, San Hilario de Poitiers, que sí era francés, por haber nacido en dicha ciudad, y además Doctor de la Iglesia. San Martín, es "de Tours", porque, en el año 370 fue nombrado Obispo de esta ciudad. Que él nos enseñe a dar algo, lo que sea más necesario a quien más pueda necesitarlo... Ah!, y muy feliz "San Martín", a todos los cerdos que andan por ahí sueltos, en "la política" y fuera de ella. Si volasen, se nublaría el sol. Luis Madrigal.-

Arriba, cuadro que representa a San Marín de Tours (Greco) y, más abajo, su icono ortodoxo. Lamento no disponer de la Cantata "Martinus", que la figura de San Martín de Tours inspiró a Luis de Pablo. En compensación, publico la Primera Parte de la Cantata núm. 56 de Johann Sebastian Bach.