Como suele decirse en los escritos administrativos, “es de referencia” mi entrada del pasado día 29 de Junio, en este mismo Blog -“Perdieron hasta en su casa”-relativa a los alentadores resultados, a mi juicio, obtenidos en las recientes elecciones legislativas de la República Argentina. Tengo que decirlo una vez más, aunque en realidad tan sólo he tenido que hacerlo un par de veces, en estos malditos casos: No me parece nada bien que, sabiendo quién soy yo, sea quien fuere el que comenta lo que escribo, no pueda saber yo quién es él, o ella. Ese “embozarse” hasta las cejas bajo un nombre español, o hispánico, y hasta itálico, tan común, por especial resulte, como “franco” (con minúsculas, claro, incluida muy especialmente la letra inicial) y sin más señales de identidad, para tratar así de escupir a los demás, no constituye desde luego ninguna prueba de valentía, sino más bien es propio de miserables y de cobardes. De todos modos, contestaré aquí al estúpido comentario que un “señor” con el referido nombre, por toda identidad, formuló al brevísimo texto de mi indicada entrada. Podrán encontrarlo al pie de la misma, como es bien sabido, e invito especialmente a ello a las personas de nacionalidad argentina, rogando al comentarista, y a todos ustedes, me disculpen si me extiendo en exceso.
Desde luego admito la superficialidad de mi texto, aunque no tanto como “en extremo”. ¿Acaso hay que acometer una “causa general”, con argumentos y análisis político-jurídicos, para decir que estos dos señores, los Kirchner, ella y él, además de no deseables, resultan especialmente nefastos para la Argentina? Debería saber el señor “franco” que mi superficial opinión responde al sentir propio de bastantes millones de argentinos, la inmensa mayoría, como prueban los hechos. O, ¿acaso es Usted el que prescinde de su acendrado espíritu democrático, extra-territorial? Yo, no-le respondo-aunque no crea que esto de la democracia es tan valioso como Usted y otros muchos creen. Tan sólo consiste en depositar un papel en una urna y contar después los papeles. Y en este sentido, no es nada terrible, sino muy saludable, que Mauricio Macri, que es Ingeniero civil (no como, aquí en España, “el compañero” Roldán) por la Universidad Católica de Argentina y Francisco de Narváez Steuer (el nieto materno del viejo Karel Steuer, que desde Praga fue capaz de extender hasta Rumanía y Yugoslavia, con escala en Colombia, un imperio de riqueza (que es la que se puede repartir, y no de pobreza, que tan sólo se puede compartir cristianamente), no es nada terrible-digo- sino una excelente noticia, que estos señores ganen votos y poder, para sacar a la Argentina (quinto país potencialmente más rico del mundo) del estado de miseria y postraciónen el que se encuentra con la notable colaboración de los defendidos del señor “franco”. Dije “mediocres”, pero esto es un elogio; no son mediocres, que tan sólo implica calidad media, son absolutamente malos. Malos, en todos los sentidos, especialmente, “item mas”, si consideramos el absoluto silencio guardado sobre la Gripe A, antes y durante las pasadas Elecciones, para confesar después de ellas, cientos de miles de infectados y más de 50 fallecimientos, sembrando el miedo y la psicosis colectiva en la querida nación hermana.
En cuanto a mí concierne, humilde e insignificante pobre ser humano (como el mismo señor “franco”, y como casi todos los demás), puedo asegurar que he cumplido con su consejo de situarme ante el espejo, a fin de comprobar mi propia mediocridad, no sólo “unos instantes”, sino más de media hora. Lo he hecho, deliberadamente, a fin de no dejarme llevar por ese instinto mediante el cual todos nos vemos maravillosos a nosotros mismos, y puedo asegurar a dicho señor, o señora -¡quién sabe!- que, en esta perspectiva, honestamente analizadas todas las circunstancias de mi vida, desde mi más tierna infancia; mi expediente académico universitario; mis ya casi cincuenta años de ejercicio profesional como Abogado del Ilustre Colegio de Madrid, y los casi cien procesos judiciales sobre mis hombros, y alguna pequeña cosa más, si me comparo con los Kirchner, ella y él, y no digamos si lo hago con este otro ser del “interior” español, al que el citado comentarista implícitamente parece referirse, y que como bien dice “está” en el poder ejecutivo del Estado, podría ser yo Emperador del Japón o Presidente del Planeta, cuando se cree ese cargo. Y, si me comparo con el señor “franco" que muy probablemente procede de algún “Curso de Verano”, seguramente ni podría verle, pero, créanme, soy tan humilde que hasta accedo a contestarle.
Oiga Usted, señor "franco", yo no formo parte de ninguna "caterva", y menos aún en el sentido peyorativo con el que Usted utiliza esta expresión. Yo, procedo de la Universidad y de la Ciencia del Derecho, aunque, últimamente, algunos la hayan convertido en una alpargata. Los que son una verdadera caterva, en el grado superlativo del mismo peyorativo sentido, son ustedes, quienes no pueden coincidir, ni conmigo ni con nadie normalmente decente, en el amor a ninguna patria, a ninguna Biblia, ni al arte de la tauromaquia, que es un arte plástico y noble, propio de valientes... ¿El General Franco? ¡Se murió, hombre...! Pregúntele Usted al Juez Garzón. Ya verá como le dice que sí. Luis Madrigal.-
Y una hermosa canción, un bello tango, para recordar a alguien que se fue.