viernes, 17 de abril de 2009

ENRIQUE BAYANO, El Poeta de Madrid




Paseaba yo, esta misma mañana, mi tristeza (en unión de mis frustraciones y hasta mi indignación por la hora presente que vivimos), por la Gran Vía de Madrid, la gran arteria urbana que abrió aquel gran Alcalde que fue el Conde de Peñalver. Caminaba, sin ver, y casi sin oír, pese al estruendo que habitualmente se produce en tal lugar, motivo de ubicación y títulos de zarzuelas importantes, siempre relativas a Caballeros. El de Gracia, que bailaba tan alegre aquel vals, no debería andar muy lejos del punto exacto en que me encontraba, pero hoy el cuadro que pude contemplar, no era de ese tipo de desamprensivos gandules a quienes, demasiadas veces, se ha llamado "caballeros", sino de otro aspecto mucho más entrañable para mí, sin duda también mucho más romántico y, sobre todo, creo yo, bastante sobrecogedor. Tampoco es, ni para gastar bromas, ni para perderese en bucólicos romanticismos teóricos. El hecho es que, placidamente sentado, al pie de la entrada principal de la "Casa del Libro", de Espasa Calpe, se encontraba lo que, en principio, me pareció un mendigo y, sin embargo, resultó ser mucho más que eso. Era un poeta. No pedía limosna, ni mucho menos. Simplemente, ofrecía sus poemas a cambio de "la voluntad", ese dicho tan breve, y tan tradicionalmente español, que demasiadas veces se ha identificado con el hambre, cuando no con la miseria. Pero, el hombre que allí permanecía sentado, junto al anuncio de sus "servicios" y de un pequeño cajoncito en el que los transeuntes depositaban algunas monedas, no era un hambriento, ni tampoco un desaliñado. Vestía humildemente, pero con absoluta corrección y decoro. A su lado, yacía también un mazo o bloque de folios blancos, ya previamente escritos. Eran lo que él llamaba sus poesías, de las que estaba dispuesto a desprenderse, más que por una cochinas monedas, por la mera oportunidad de hablar con alguien. Yo, me acerqué, sorprendido de la "mercancía" ofrecida y, con la mayor sinceridad, le dije: "Señor, yo también soy poeta, aunque quizá no tan bueno como usted...¿Me permite que charlemos un momento?". El hombre, sin levantarse del suelo, en el que se encontraba sentado, lo que sí levantó fue la vista, para mirarme agradecido y mostrarme con un gesto de la mano su producción literaria. Inmediatamente, nos hablamos de "tu". Me dijo que se llama Enrique Bayano, pero que prefiere usar el título con el que hace ya tiempo fue distinguido: "El Poeta de Madrid". Un poco presuntuoso me parece eso, Enrique, le dije, en Madrid ha habido y seguro que todavía queda alguno, muchos grandes poetas. Pero, él replicó que hacía ya muchos años -creo que me dijo más de catorce- que ejercía su arte poético en el mimo lugar, sin moverse de él, al pie de "La Casa del Libro" y que, aunque sólo fuese por tal motivo, bien ganado se tenía el título. Además, me mostró las fotografías que tiempo atrás le hizo Leo Cobo publicadas en Internet, en el Blog o Colección de Flickr, de las que me ofreció la referencia, autorizándome expresamente a reproducirlas aquí, lo que le agradecí en el alma. También le pregunté si conocía a mi buen amigo el desdichado poeta Alphonso Carbajal, (que recientemente ha cerrado su Blog de Poesía Clásica, por temor al plagio, aunque yo creo que exagera) y, naturalemente, me dio que no. Por último quise saber si escribía Sonetos, y me dijo que sí, que cultivaba todo tipo de estrofas, pero que, en aquel momento, no había llevado ningún Soneto "porque a la gente, eso no le gusta", me aclaró. "Tengo algunos octosílabos", me dijo... "¿Los quieres..." Naturalmente, acepté encantado. Lo que pensé iba a ser algo pasajero, se convirtió en cerca de una hora de charla con un coléga, con quien se podría hablar de ello, mucho mejor, con mucha mayor seriedad, que con otros "poetas" y "poetisas" que dicen serlo, pero cuya sensibilidad real, y no la formal, cuando así cabe apreciar, anda por el suelo, con la aspereza propia del papel de lija. Enrique, no. Él es un poeta de verdad, aunque no encuentre editor -yo tampoco- sin duda porque Enrique es pobre, ni ha tenido a su alcance un "papá" rico, cuando no Presidente del Gobierno, o al menos algún tío director de periódico. Cuando le dije que yo podría publicar sus octosílabos en este humilde Blog, advirtiéndole expresamente de ello, de que mi Blog no era la "Casa" en cuyos aledaños se encontraba sentado, Enrique se mostró igualmente satisfecho y hasta contento. Seguramente, no podrá leer su composición, salvo que acuda a algun "Ciber", como a veces me dijo hace, para ver qué es lo que los grandes poetas y poetisas, que por esos mundos de Dios andan sueltos, dicen en Internet. Y me alargó el folio que he escaneado, para que puedan y podais todos -poetas y poetisas del mundo- apreciar la Poesía de Enrique Bayano, el Poeta de Madrid, que en plena Gran Vía, está dispuesto a demostrar que la Poesía no "se vende", no es un producto de mostrador, y por ello, tan sólo pide "la voluntad", lo que cada cual libremente quiera depositar en su cestito... Por eso, yo no le di a cambio, ninguna sucia moneda, ese escremento de Satanás que decía Papini era el dinero. Por eso, porque la Poesía no se puede "vender" y, además, porque desde hace algún tiempo, tengo el más firme propósito de hacerme amigo de los pobres, de los que no sólo carecen de editor, sino de casa para dormir a cubierto. Por eso, querido Enrique, acepté tu Romance, justo en el metro propio de nuestro "Romancero", cuyo facsimil ahora mismo publico, como te prometí. Y, como te prometí, también volveré a visitarte, en tu "agora", para volver a charlar contigo de Poesía. Este, que puede verse arriba, bajo la fotografía de Enrique, es el Romance. ¡Felicidades, amigo y colega, por esta primera aparición de tu obra en Internet! No creo que desentone demasiado de otras muchas. De las mías, por ejemplo. Luis Madrigal.-

Y, también en honor de Enrique y de todos los poetas pobres y anónimos, carentes de editor, quiero publicar a continuación, al pie de este mismo texto, el glorioso canto académico con el que Haendel quiso ensalzar al Arte y a la Ciencia, que no conocen fronteras y pueden habitar en cualquier parte. Hasta, en el suelo, al lado de "La Casa del Libro", y que, sin duda por ello es el canto que, entre otros, forma parte del protocolo seguido por la Universidad española en la investidura de un Doctor.