jueves, 10 de febrero de 2011

ELLOS SE ENTENDERÁN POR NOSOTROS



Este humilde Blog siente la obligación moral de suspender, o hacer un breve paréntesis, en la serie de poemas que viene publicando para ofrecer a todos quienes a él se acercan un documento que acabo de recibir  -tan sólo hace unos minutos-  y que me envía un buen amigo, alguien que también suele asomarse de vez en cuando a estas páginas, según suele decirme. Cuando la mayoría de las Conferencias internacionales, dedicadas a la paz, a la no proliferación nuclear, al cuidado y conservación de la atmósfera y de la naturaleza, a la reducción de la miseria y el hambre en el mundo, suelen terminar en impotentes y decepcionantes fracasos, dos animales, un perrito y un delfín, son capaces de protagonizar las escenas que inmediatamte ardo en deseos de ofrecer. También interviene en ellas, un tiburón, signo del mal, de la voracidad, del egoísmo, la explotación y la crueldad hacia los más débiles y humildes.. Es un mero simil, pero trasladen ustedes la escena al ámbito humano y puede que adviertan una notable diferencia de comportamiento. Ya tenía yo algunas sospechas acerca de la posible existencia de algún grado de psiquismo en los animales, desde que hace años, en mi casa de campo, vi cómo una gatita, que había perdido sus cachorros al ser sepultados involuntariamente por una excavadora, se pasó, noche tras noche, durante más de una semana, rodeando y dando vueltas, mientras maullaba desgarradoramente, en torno al lugar en el que ella los estaba criando. Pero, tras lo que acabo de ver, estoy a punto de afirmar rotundamente que la sensibilidad, la ternura, el amor, es tal vez más propiedad propia de algunos animales que del hombre, esta fiera urbana, egoísta y malvada, respecto a la cual Thomas Hobbes se quedó corto, al compararlo con el lobo. Debió hacerlo con las serpientes más venenosas. Ellos, no, algunos en particular, como este perrito, como este noble delfín. Ya me he planteado yo también hasta que punto la mano del hombre, la técnica, ha podido influir en la filmación de estas escenas, pero aún así. Si es cierto que sólo el amor puede salvar al mundo de tantas catastrofes, y me parece indudable que así es, yo ya estoy a punto de no confiar en los hombres, sino en los perros y en los delfines. Ellos se entenderán perfectamente y, más que de los insectos, como se ha dicho, de ellos ha de ser el mundo. ¡Cuánta razón tenía también aquel pobrecillo de Asís! Luis Madrigal.-



En la fotografía de arriba, los perros de nuestra amiga y colega Mariana Mongeli, en Arrecifes (República Argentina), a los que tan sólo falta hablar y que estoy seguro son tan sensibles y amorosos como su dueña

CANTO DESESPERADO AL IMPOSIBLE (EPÍLOGO EN TRECE POEMAS) (VIII)




VIII



HE MUERTO SÓLO CON MI PESO

Pasan y pasan horas, pasa el día...
Eternos pasan años por entero
sin que quiera olvidarte. Y por ligero
pudiera ser el paso, la alegría

más bien será, sin ti, melancolía,
peso abatido en un solar austero,
sin recibir la luz de aquel lucero
que transpasaba ayer mi celosía.

Quiero morir tan sólo con mi peso...
Y solo, sin más aura que la nada,
seré una herida eterna en cuerpo ileso,

seré como alma en pena enamorada
que busca sin que encuentre nunca un beso
de labios que no están en mi alborada.



Luis Madrigal





En la imagen de arriba "Sísifo", de Tiziano, acompañado
de la célebre canción eslava "Los remeros del Volga"