martes, 28 de junio de 2011

LA SOLEDAD NO ES ESTAR SOLO

Como, en estos días, huyendo del sol que derrite el asfalto, la mayor parte de mi tiempo me encuentro completamente solo frente a un bosque de pinos, tan sólo de cuando en cuando oigo ladrar a algún perro lejano. Tampoco veo otra cosa sino copas de coníferas, en estrecho y fraternal, abrazo y sobre ellas, cuando luce el sol, la estela blanca que dejan en el cielo, intensamente azul, algunos aviones. Ya acabo de verla tan nítida y compacta, como si hubiese sido trazada por un gigantesco tiralíneas, como, en unos segundos, comienza a deshilachase, haciéndose progresivamente borrosa hasta desaparecer por completo del firmamento. Tengo entendido que esto tan sólo lo hacen los aviones a reacción, fenómeno que no entiendo ni tengo tampoco el menor interés en entender. Solamente me embelesa contemplarlo. Y mientras observo lo poco que me rodea, a la par que dentro de mí grita el silencio, no puedo dejar de pensar en la soledad, ese fenómeno que tanto aterra a los humanos. Mi meditación, se inicia contradiciéndome a mí mismo. La soledad consiste, sin duda, aunque lo sea aparentemente, en el hecho de “estar solo”. Pero, ¿qué es esto? ¿Qué es estar solo? ¿Consiste la soledad en el aislamiento, en la separación física de los otros? Me parece que no. Se puede estar apartado, perdido en una isla  -en un monte de pinos, como yo ahora-  y no estar solo. Como no lo estaba Robinson Crusoe, antes de encontrar a Viernes. Después, ciertamente, estuvo acompañado, pero antes no estuvo solo. Vivía de sus recuerdos, de las personas con las que había compartido la vida, incluso de las sensaciones más intrínsecamente incorporales que había experimentado anteriormente. Lo de menos es que pudiese subsistir aplicando, para hacer frente a los problemas materialmente inmanentes que le acuciaban, las “soluciones”, la técnica  -que no es otra cosa sino el modo de mejor hacer las cosas-  que había adquirido en la sociedad inglesa. Eso he leído yo a infinidad de ilustres filósofos sociales. Pero, ¡qué falso es eso! Robinson sabía cómo cazar o pescar, y cómo hacer fuego para asar lo que cazaba o pescaba , pero yo no soy capaz de detectar una fuga en la rosca que conecta la goma de alimentación del agua a un lavaplatos, ni mucho menos saber por qué no calienta el agua de la ducha un calentador de gas alemán, marca “Junker”, que me vendieron como una maravilla de permanente buen funcionamiento. Para eso tengo que llamar por teléfono a unos señores de Ávila, y ellos dirán si se trata de la “membrana”, o más bien de que están sucios los “quemadores”. Entretanto, puedo ducharme con agua casi fría. No es la mejor solución, pero con este calor es soportable. Únicamente puedo permanecer, estar, como Robinson, pero no puedo ser él. Ya no. No puedo vivir como él vivía. Porque vivir, es resolver la “maraña de problemas” en los que la vida consiste, según dictaminó Ortega. Él era un sabio, y tendría sus razones, pero yo, que no lo soy, me permito casi irreverentemente añadir: Resolver todos y cada uno de esos problema, por sí mismo, esto es, por uno mismo. Y eso es esencialmente imposible. Y, en tal caso, todo ser humano, además de pobre, es intrínsecamente un desvalido, porque pobre es el que “no tiene” (de modo implícito se entiende dinero y, en consecuencia, cosas), pero el desvalido es el que “depende de otro”. Y, en esta dimensión esencial de desvalimiento, es donde la soledad cobra su más agudo aguijón, su más deletéreo aliento. Porque las necesidades humanas, gracias a Dios, y nunca mejor dicho, no sólamente son materiales. Estas, se pueden soportar, que es lo mismo que aplicar la solución posible, aunque no sea la mejor o más adecuada. Pero las otras, las más esencialmente humanas, las necesidades del espíritu, cuando no pueden satisfacerse plenamente, no son soportables, sino que se padecen  y, en tal grado resultan angustiosas, que cualquier ser humano puede dilacerarse, partirse en dos, el que quisiera ser, para ver satisfechas tales necesidades del alma, y el que resulta siendo, cuando ya aquéllas ni son ni podrán ser colmadas. Entonces, justamente en ese instante, llama con amargura a su puerta la soledad. Sólo entonces está solo. Podrá hallarse en un estadio de futbol, en una sala de conciertos o formar parte de una peregrinación a algún santuario mariano, como le sucedió a Descartes. Pero, se econtrará solo; a lo sumo, rodeado de miles, o de millones, de otros solos. Y todavía cabe una soledad mayor, más radical: la de estar solo "de uno mismo". En esto pensaba yo hoy, esta misma mañana, mientras oía a lo lejos los ladridos de un perro y una estela blanca, nítida como si trazada fuera en el cielo con un tiralíneas, iba deshaciéndose poco a poco. Y entonces, escribí otro Soneto:
   

BRILLA LA LUZ, PERO NO ALUMBRA


¡Que solo estoy... que sola está mi vida,
sin que nadie la viva ni la sienta!
 Ni brilla como entonces, ni alimenta
suspiros entre nubes, ya caída.

Ni una palabra viva… Ni acogida
hallo, cuando la noche se aposenta
dentro de mí, y en mi alma macilenta,
entre llanto sacude la guarida.

Salgo a la luz, y ya la luz que brilla,
no puede ni podrá alumbrar mi vida.
Lejos de mí, hallé una maravilla,

pero se fue, casi sin despedida,
y ya no está… Mis pies eran de arcilla
y vuela sobre el mar, triste y herida.




Luis Madrigal


Las Navas del Marqués (Ávila), España, 28 de Junio de 2011

lunes, 27 de junio de 2011

HE PERDIDO EL AUTOBÚS

No tengo coche, automovil, quiero decir. Nunca lo he tenido, ni siquiera lo he querido y mucho menos aún ambicionado. En su día, eso sí (cualquiera se queda "sin papeles" en España),  obtuve brillantemente el Permiso de Conducción, que así se llamaba, y no "permiso de conducir", como decía la gente. La gente, en realidad, somos todos. Todos somos "la gente" cuando nos miran los demás, pero cuando yo miro, "la gente" son otros, todos los que no son "yo". Mi primer Permiso de Conducción, era de los antiguos, de aquellos que creo recordar eran de color rosa y de un papel especial, que se doblaba en tríptico. Ya no me acuerdo bien, aunque sí me ronda la memoria que hasta adquirí una carterita especial, y de piel, para guardarlo con el mayor esmero. Pero lo que más me gustaba de él, era su primer enunciado: "Reino de España", decía, para indicar la organización política internacional cuya potestad me otorgaba aquella licencia "para matar". Porque así hubiese sido, lo más probable, de haber tratado yo macabramente de hacer uso de ella. Tal vez, el muerto hubiese sido yo mismo, contra cualquier árbol de cualquier carretera, o quizá víctima, inocente o culpable, de algún choque frontal. Pensé en su momento que yo podría responder siempre de mi propia prudencia, pero nunca de la prudencia de los demás. Ya dijo Sartre que "el Infierno son los otros", pensamiento que jamás he podido compartir, pero aún así tampoco me parecía que "los otros" dejasen de constituir un peligro objetivo. Tenía razón yo. Algunos años más tarde, los juristas construyeron el concepto de "responsabilidad objetiva", cuestión sobre la que me encantaría extenderme, pero que no viene a cuento para nada.

El caso es que, esta misma mañana, me dirigía yo, por la pequeña carretera junto al pinar, que comunica las Estación de Las Navas con "Ciudad Ducal", donde dicen que viven los ricos, a tomar el Autobús que lleva hasta Las Navas. Y tuve la suerte de encontrarme con George, un rumano buena persona, como la mayoría de ellos, que vino a trabajar en la Yeguada "El Chopo", de la que es propietario mi buen amigo Carlos Suárez, un asturiano de bien, como todos, y de Campomanes, de donde sólo son algunos. Carlos lleva criando caballos de pura raza española hace ya años, y George, el rumano, le ayuda en esta delicada tarea. George, está casado con Dana y tiene dos niñas angelicales, Georgiana y Daniela, rubitas las dos, sumamente dulces y muy inteligentes, a las que yo pido cada verano que me den un  beso y, a cambio de este tesoro, tan sólo suelo regalarles libros en español y algunas golosinas. Por eso quizá, esta mañana, cuando George ha supuesto que me dirigía a tomar el autobús, para subir al pueblo, ha detenido su coche y se ha ofrecido bondadosamente a llevarme él. En el trayecto, he podido descubrir y saber que, contra lo que suponía, en rumano, "Dana" no es el diminutivo de "Daniela", sino al contrario.


Al fin hemos llegado a Las Navas y allí he podido hacer yo algunas cosas, aunque no todas las que pretendía y, pese a ello, dadas mis malas costumbres y mi habitual desorden, esta vez he perdido el Autobús de las 12,10. Ya no estaba allí George para auxiliarme y el siguiente bajaba a las 14,10, exactamente. A esa ahora, hasta por estos pagos, de más de 1.300 metros de altitud hace mucho calor, y esperar dos horas sin hacer nada,  me obligó a buscar algún lugar en el que refugiarme. Lo encontré en una Cafetería, nueva y moderna, donde me acomodé en su amplia terraza, cubierta por un inmenso toldo de color naranja, de esos que imitan a las olas del mar, no por el color sino por la forma, y que se pliegan o despliegan mediante unos tirantes de cuerda que los atraviesan. La Cafetería tenía aire acondicionado, lógicamente en su interior y, sin duda, me hubiese encontrado mejor que bajo el toldo, pese a librarme éste de los infernales  rayos del sol. Sin embargo preferí sentarme fuera porque recordé en ese momento la necesidad de compartir el calor, el de fuera y el de dentro, entre aquellos que ahora sufren el frío y, al parecer, de una forma especialmente cruda, pocas veces padecido con tanta intensidad. Por eso me senté fuera, más al calor que al frío. Un poco de calor para ellos, me dije. ¡Ah... si pudiera enviárselo! Pero aun así, les servirá. Aun así podrán sentir un poco de calor. Eso me dije. Me senté bajo el toldo y pedí un vermut al camarero, que me lo sirvió en unión de un tarrito de barro lleno de lo que aquí llaman  "revolconas", o bien "pote navero", un arrastre histórico de los tiempos remotos en los que "el pote" se colgana de un gancho sobre las brasas del suelo, y era el alimento cotidiano y habitual. Meras patatas hechas puré, pero adobadas o aderezadas con torreznos y pimentón. La fórmula es secreta y se custodia con mayor celo que los archivos del Vaticano. Son suaves y deliciosas. Siempre me gustaron mucho. Mientras tomaba el vermut y saboreaba las "revolconas", me desentendí en la medida que pude de la conversación que, a viva voz, mantenían unos estudiantes, probablemente de Arquitectura, o Arquitecto ya alguno de ellos (¿cómo puede extrañar que hablen tal alto los albañiles?), que parecía ejercer el magisterio entre los demás: "Arena, más agua, más calor, igual  a..." No pude oír el nombre del producto, o del resultado, porque, en aquel preciso momento, pasó una motocicleta por los aledaños, con el consiguiente efecto pernicioso de todas estas diabólicas máquinas. ¡De todos modos, qué demonio me importan a mí las conversaciones ajenas...!. Si mal está hablar a gritos en un lugar público, y en cualquier otra parte, peor está escuchar, aun a la fuerza, las conversasciones de los demás. Generalmente, para eso son muy prácticos esos taponcitos para los oídos que a veces se utilizan para dormir, pero en esta ocasión no los llevaba conmigo. No obstante, gracias al ruido de la motocicleta, pude librarme de aquella tediosa conversación entre arquitectos, ninguno de los cuales parecía ser, no ya Miguel Ángel o Leonardo Da Vinci, sino tampoco Le Courboisier. Y al fin pude fijar la vista en la acera de enfrente. Mis sensaciones ópticas, no mejoraron respecto a las acústicas. Una pequeña tienda para regalos, "El Trébol", cerrada a cal y canto. ¡Dios mío!, pensé, no están los tiempos para regalos. Unos metros más arriba, otra tienda de subsistencia y de dramático título: "Grandes ideas a pequeños precios".  ¡Qué falso...! A precio pequeño, la calidad siempre es más pequeña, es decir mala, y no digamos cuando se trata nada menos que de "ideas". Posiblmente, se tratará también de pequeñas ideas, si no se trata de malas. ¿Qué se creerá "la gente" que son las ideas?


Como pasaba el tiempo sin que llegase la hora del Autobús, me pareció que un sólo vermut, comercialmente hablando, no era una "ratio" (como dicen los Ingenieros, en las Escuelas de Negocios) excesivamente favorable para el dueño de la Cafetería, ni la relación "cuenta a abonar/m2 silla-hora" bien poco podría favorecerle, pedí otro vermut y esta vez la "tapa" consistió en una salchicha blanca a la plancha, montada sobre una patata frita en un trozito de pan. Creo que esto es lo que se llama un "canapé". No sabía mal, pero prefiero mil veces las "revolconas". Pero, muy especialmente, cuando ya iba por la mitad del segundo vermut  -conste que este vino de invento italiano, como es sabido, no es muy fuerte, ni a mí me marea-  me acordé de los que en ese mismo momento estarían pasando frío y, como no pude contenerme, escribí un Soneto:



QUISIERA MITIGAR FRÍOS HERMANOS
 

Es verano, y quisiera fuese invierno
para tomar la nieve entre mis manos
e insuflarte el calor, que a los humanos
hace latir el corazón, si es tierno.

Un poco de calor, desde este infierno,
quisiera compartir con los hermanos
fríos, que azotarán los altozanos
en inclemencia dura. Frío eterno.

Y no puede el calor hasta tu pecho
llevar el mío, sin que el Mar lo enfríe,
ni puedo cobijar bajo tu techo

más ilusión que la que, a veces, ríe.
Mas dejando mi amor insatisfecho
en verano e invierno... Sine die.


Luis Madrigal


Las Navas del Marqués (Ávila), España, 27 de Junio de 2011

domingo, 26 de junio de 2011

AMOROSA QUEJA QUE LLEGÓ DEL SUR

LA TRAJO EL VIENTO


Trae hoy el viento amorosa queja
desde el lejano Sur, que rompe en llanto
cuajado de dolor, cuando era canto
del encendido amor que lo refleja.

Tejida de cristal, como la abeja
hace dulce la miel que endulza tanto;
envuelta en un suspiro, bajo el manto
que de la nieve cubra y la proteja.

No puedo yo gemir, ni que mis ojos
aumenten la crecida de ese río,
pero puedo morir entre rastrojos

haciendo sea de otro lo que es mío
y así la risa, en unos labios rojos,
teñirá de color lo que es sombrío.


Luis Madrigal


 Las Navas del Marqués (Ávila), España, 25 de Junio de 2011


sábado, 25 de junio de 2011

RAFA BENITEZ

Rafa Benitez, no es el famoso entrenador de futbol, que lo fuera brillantemente del Liberpool, aunque no tanto del Inter de Milán y algunos otros equipos de inferior relumbrón, sino una persona sencilla que presta servicios de suma utilidad. Sobre todo, en los años en que la lluvia se muestra tan generosa  -como sucediera en España desde el Otoño anterior, su correspondiente Invierno y su larga y húmeda Primavera-  lo que hace que la hierba del jardín, como es de buena semilla, quiera besar el cielo. Pero, ya se sabe, junto a las buenas hierbas crecen también las malas, lo mismo que el trigo y la cizaña. En este último caso, hay que esperar al tiempo de la siega, para separarlos y darlos usos tan distintos. En el caso de las hierbas, no. En este caso, viene Rafa Benitez, con su apabullante maquinaria y su camión, más bien grande que pequeño, y se lo lleva todo al mismo sitio. Y no precisamente a ningún vertedero forestal, sino a una modernísima Estación biológica, que ha montado el Ayuntamiento de Las Navas del Marqués. Es un lugar destinado a la producción de humus, sin la menor ingerencia de raíz o substancia de mala hierba alguna, para destino a jardines ornamentales y otros usos selectivos de la moderna agricultura ecológica. El trabajo principal corre a cargo de unos gusanos, que se comen precisamente las malas hierbas, pudriéndose progresivamente las demás hasta transformarse en compost de primerísima calidad biológica, para ser utilizado como abono natural. Estos gusanos, viven mejor que el señor Alcalde de la localidad, porque la Estación dispone de calefacción, en el frío invierno del lugar, y también de aire acondicionado contra el cálido verano, aunque aquí no tanto. Todo ello a fin de que los gusanos no se mueran y puedan hacer su trabajo.

También me parece todo ello objeto del mayor elogio, tanto por el cuidado de la jardinería y la agricultura como por cuidar de la vida de unos simples gusanos, que también son animalitos del Señor y, con el tiempo han de comernos a todos, incluso a los políticos, aunque no a "todo" nuestro ser. Al espíritu, no, porque es glorioso e incomestible. Rafa Benitez, es también un hombre de buen espíritu. No sólo llega con sus fulgurantes máquinas y herramientas y su holgado camión, sino con su hijo mayor, que también se llama Rafa Benitez y es un muchacho estupendo, que me ha prometido no ser jamás entrenador de futbol, sino continuar la sana y benéfica actividad de su buen padre. En sus treinta años de vida, Rafa Benitez hijo, además de saber cazar murciérlagos, ha trabajado en toda clase de actividades. En la construcción de autopistas, en la de edificios y otros tipos de obras, y también de carpintero y de pintor de brocha gorda, siempre ganándose el pan con el sudor de su frente, hasta que últimamente ha vuelto junto a su padre y su hermano menor, al que, más en broma que en serio, llama "El Encargado", a la pequeña Empresa familiar, a la que yo me permito augurar un próximo y feliz crecimiento. Los Benitez, ya han comenzado a crear empleo y cuentan con un colaborador coyuntural, en estas épocas de verano en las que agobia este tipo de trabajos, un rumano del delta del Danubio, el gran padre de Europa, que se llama Yúlian y al que ellos llaman "Julián", excelente persona, llena de humildad y ternura, para que luego digamos cosas malas de los rumanos. Yo, aproveché para instruirle en el casticismo, y le advertí que, si alguna vez alguien le dice que "tie madre", responda inmediatamente: "Ya lo sé, señá Rita". Mil gracias, amigos y salud a los gusanos del Sr. Alcalde. Luis Madrigal.-

miércoles, 22 de junio de 2011

COSECHA DE VERANO YA EN INVIERNO



A UNA COSECHA DE SUEÑOS PUROS

La cosecha llegó, en buena hora
y sus frutos, cargados de verano,
trajeron el almíbar y, en tu mano,
la más suave caricia. Ya la aurora

abre el día a la luz y así atesora
la fuerza del planeta… Y hace humano
ese vivo color, tan araucano,
que brota de tu alma soñadora.

Sobre ara de cristal, hoy su reflejo
fulge como oro puro, y sus ticciones,
en cromático brillo, son espejo

en el que quiero ver mis ilusiones,
para poder mirar, aunque ya añejo,
vestidas de pureza mis pasiones.


Luis Madrigal



En la imagen, precioso  bodegón de la excelente fotógrafo
y delicada poetisa, Alicia María Abatilli,
de Córdoba (Argentina)




DOLOR EN EL ALMA




AL RECORDAR LAS HORAS QUE NO VUELVEN


¡Cuando miro las horas que ya huyeron,
tiembla mi vista…! Un nudo en la garganta
me ahoga el alma… Al corazón, quebranta
la memoria de aquellos que se fueron.

No me angustia tan sólo que murieron,
sino el vacío que hallo y que me espanta
al ver mi soledad… Mi dolor, canta
a los días y noches que ellos vieron.

Uno tras otro, vi como al mirarme
sus ojos, ya vencidos, no miraban,
sin fuerzas en la voz que quería hablarme.

Y pude comprender cuánto me amaban;
cuánto dolor les afligía el dejarme
tan solo, en este mundo que dejaban.



Luis Madrigal



A mis padres y a mis hermanos,
que tanto me quisieron,sin
duda por ser yo entonces “el pequeño”







martes, 21 de junio de 2011

HOY SERÁ VERANO EN ESPAÑA



Hoy Martes, 21 de junio de 2011, a las 19 h. 16 m.   oficial peninsular de España y Portugal, se inicia el verano en el hemisferio Norte, según el convenio astronómico. Esta estación, que es la más larga del año desde hace algunos siglos, durará 93 días y 15 horas. El otoño se iniciará el día 23 de septiembre.

Algunas personas, o muchas, recibirán este nuevo Verano con la vista puesta en el mar o en la montaña, para disfrutar de los días veraniegos, tan largos y alegres, pese, en algunos lugares, al agobiante calor que este año ya se anuncia, tanto para estos días iniciales como para el resto de la estación estival. Otras personas, sin duda serán mucho menos afortunadas y habrán de padecer el Verano, sin sensación placentera alguna, sino por desgracia al contrario, agobiadas no tanto por el calor como por la penosa situación en la que se encuentran, y no sólo sin vacaciones en ninguna parte, sino sin posibilidades de hallar un trabajo que les permita afrontar la vida. Y hay que pensar especialmente en ellas, mucho más que en las que proyectan divertirse y pasarlo bien.

Pero, al margen de unos y de otros, yo quiero recordar hoy, con el sincero abrazo de mi gratitud, a un tercer grupo de seres humanos, de hoy y de siempre, a los eternos artífices de la vida sedentaria de los demás, a los hombres y mujeres del campo, de la agricultura, a los recios labriegos, de manos agrietadas y mordidas por el vegetal, destrozadas por los duros aperos e instrumentos de su labor. A quienes se pasan la vida mirando al cielo, con esperanza o con temor, sufriendo tantos rigores e inclemencias, año tras año, en su fecundo esfuerzo para "fabricar" el pan, alimento del hombre, el mismo que se transforma, muy de mañana, en un Cuerpo misterioso e infinitamente eterno, como ya en el Otoño, se escanciará el vino dulce y generoso, fruto de la vid. Y, ya en el Invierno, el aceite para mitigar tanto dolor y ser bálsamo de los escozores de la vida. A ellos, recordando los años de mi niñez, cuando sobre un trillo de tablas giraba yo, durante mis vacaciones escolares del mes de Julio, aunque como un "señorito" burgués, en torno a las espigas cargadas de grano, al trote alegre de aquellas mulas, vigorosas y de tan noble porte, enjaezadas con los colores de España, y en torno también a una bandera roja y gualda. A ellos y a ellas, a todos esos sublimes y heróicos "terroneros"  -como gusta decir nuestra amiga y colega Francis Quintana, de Montijo, Badajoz, tierra de conquistadores y de tantos héroes anónimos- con mi admiración y gratitud, mientras misteriosamente llegan a mis oídos aquellos cantos de trilla:




EL VERANO ES EL TIEMPO  DE LA ESPIGA


Arde la espiga, que será en la era
herida, hasta morir, por los cristales
de una tablas que, al vuelo, son puñales
para cortar su hermosa cabellera.

En alto el sol, el trillo a la carrera
de unas mulas, que trotan tan iguales,
va alumbrando los frutos candeales,
mientras canta una voz, a una bandera

que absorbe el sol de Julio y que sazona,
con el viento y la lumbre del verano,
entre pajas, el fruto que aprisiona.

Tejida de oro y fuego, junto al grano,
para amasar de harina una corona,
y ser mañana, el alimento humano.



Luis Madrigal




lunes, 20 de junio de 2011

OTRO SONETO PARA ISABEL...



... DE DON FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS



EL AMOR ES UN NIÑO



Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado;

...
 es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado;

... 
es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo;
enfermedad que crece si es curada.

... 
Este es el niño Amor, este es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!


 
Francisco de Quevedo




En la imagen, "Amorino"  -esto, es, Cupido-  del pintor
italiano Bartolomeo Schedoni
(Formigine, 1578 - Parma, 1615)



sábado, 18 de junio de 2011

TAMBIÉN EN INVIERNO HAY FLORES




A UNAS FLORES DE INVIERNO



Esas flores de pétalos tan puros
que de la noche emergen hacia el día
la esperanza, que alienta todavía,
han de aclarar, con luz, días oscuros.

¡Las tinieblas, que laten tras los muros
del invierno que azota la alegría…!
De su cansada faz, hosca y sombría,
la risa han de traer los días futuros.

Hoy, miro desde aquí… El Mar me oculta
las Sierras en penumbra, gris el vuelo,
que se viste de  humo y que sepulta

las hojas que rodaron por el suelo,
y el paso de los cóndores que ausculta
la baja tierra, donde vive el cielo.



Luis Madrigal



Fotografía de Alicia María Abatilli,
de Córdoba (Argentina),
inestimable regalo personal de su autora
que con emoción tanto agradezco




jueves, 16 de junio de 2011

GOLONDRINA, ¿DÓNDE VAS?






SI EL FUEGO SE VA DEL PECHO




La golondrina que vuela,
no sé muy bien dónde está…
Quizá, en el aire que viene;
tal vez, ahora, sobre el mar.
Cuando pronto estalle el fuego,
en la Hoguera de San Juan;
cuando las llamas al cielo
se eleven puras y en paz,
entonces la golondrina
a mi alero llegará…
¿Dónde estaré yo, si el fuego
de mi corazón se va?
Acaso me habré hecho hielo,
si tú no me quieres ya.


                            Luis Madrigal
 
 
 
 


lunes, 13 de junio de 2011

ESPERANZA BAJO EL SOL Y LA LUNA





EL HORIZONTE, AUN DÉBIL, SE DIVISA



Las horas, pasarán. La Vida, queda.
Al ocultarse el sol, brilla la luna,
que tiembla sobre el mar, y las estrellas
palpitan, mientras muestran el camino
que ha de abrirse al andar sobre las olas...
Enloquecidas, mansas, verdes, quietas,
al infinito en busca del destino
interminable, dócil, suave, pleno,
la nave que gobierno gime y, lenta,
su navegar prosigue, aun yo dormido.
Algunas veces, cruje, bien despierto.
No olvido la canción que ha de acunarme
mientras me alumbra el sol. El alma abierta
al murmullo del agua, que repite:
Si el viento se apagó, achica y rema,
que al horizonte, aun débil, se divisa
el oro de una playa, muy serena.
Nunca un eco tan dulce embriagó oído,
ni el ojo pudo ver, por más que viera.



Luis Madrigal







 
 

viernes, 10 de junio de 2011

AL ALBA




SI LA NOCHE APAGA LOS LATIDOS


Cuando la luz del alba no sonría
y oscuros nubarrones se aposenten
tan dentro de tu alma, y sólo alienten,
en medio de un barranco la agonía…

¡Levántate de un salto y a porfía
grítale al Cielo…! Los sentidos, sienten…
Espera… que tus ojos ya presienten,
tras negra noche, claridad de día.

Verás brillar de luz, en la colina
que se alza tras los álamos del río,
las verdes hojas, que el sol ilumina.

Y un nuevo resplandor de tu albedrío,
para alegrar el paso que camina,
tornará por calor gélido frío.



Luis Madrigal
 
 
 

lunes, 6 de junio de 2011

UNA POSIBLE GRAN NOVELISTA



En general, los críticos o analistas literarios, como los musicólogos respecto de la Música, son en lo que atañe a la Literatura, a excepción de “Clarín”, desde luego, y posiblemente de algunos otros, esos personajes que lo saben todo, excepto componer un poema o escribir una novela, cosas que, muy generalmente, no han hecho jamás. Ellos lo que verdaderamente saben hacer es decir cómo debe hacerse, y lo bien o lo mal que componen o escriben otros. Y no sé yo si eso tiene demasiado mérito. En el caso de la Música, lo niego radicalmente si tales críticos, además de serlo, no saben Solfeo, Armonía, Contrapunto y Fuga, además de Orquestación y Dirección de Orquesta, porque en este caso, si han de limitarse a narrar las emociones que en ellos produce la ordenación y medición de los sonidos, cualquier persona dotada de sensibilidad podría ser crítico musical. Eso me parece, sinceramente. Los músicos, y no los musicólogos, me corregirán, en su caso.

Y a eso mismo voy a jugar yo hoy, no a crítico musical, porque eso sería ya el colmo de la desfachatez, pero sí a “crítico literario”, sin el menor deseo de causar el más mínimo mal a una prometedora novelista, según mi modesto parecer. La autora a analizar, se llama Ángeles Hernández Encinas, extremeña, residente en Asturias, de profesión Médico Psiquiatra, por lo que tengo entendido o he podido deducir….Yo, no soy precisamente Psiquiatra, sino antiguo y casi constante paciente de Psiquiatra, a los que por cierto, contra la maldad que tengo entendido era frecuente divulgar en las Facultades de Medicina, entre los estudiantes, tengo personalmente motivos sobrados de gratitud y reconocimiento a su sacerdotal misión. La malvada anécdota, entre los estudiantes de Medicina, que pude conocer, consistía en suponer que los internistas, saben mucho, pero no curan nada; los cirujanos, saben poco, pero curan mucho. Y los psiquiatras… no saben nada y no curan nada. No creo que este sea el caso de Ángeles, quien manifiesta gustarle su profesión, y desde luego no lo es en el caso de los Psiquiatras que a mí tanto me han ayudado, a lo largo de casi toda mi vida, desde que tenía 17 años. Pero, el terreno en el que yo quiero hoy situar a Ángeles Hernández Encinas es el de la Literatura, concretamente el de la narrativa, en el que vengo leyéndola y observando sus modales y estilo. Bien es sabido que todo eso de géneros, formas   -que algunos consideran sub-géneros-  y estilos literarios, es muy pero que muy teórico. Se cuenta que Pascal, en cierta ocasión, manifestó que el estilo no implica escribir con un lenguaje rebuscado, intentando alcanzar una absoluta originalidad: “Cuando uno se encuentra con un estilo natural, se queda asombrado y encantado, porque esperaba hallarse con un autor y se encuentra con un hombre”. En este caso, yo he podido advertir encontrarme, frente a una mujer, pero igualmente encantado, al igual que Pascal, y no sólo por la naturalidad de su estilo al escribir, sino porque tengo la impresión de que esa naturalidad es el resultado de un trabajo limpio, laboriosa y metódicamente cultivado, del que el propio Pascal podría ser un ejemplo.

Hace unas fechas, Ángeles publicó en el Blog  de la también novelista Mercedes Pinto, autora, entre otras obras, de la novela “La última vuelta del scaife”  -y cuyo Blog Ángeles ha “heredado”-  un relato breve, brevísimo, que, no obstante su brevedad, posee ribetes de innegable imaginación y calidad literaria. Porque, la Literatura, como la Pintura  -por metros cuadrados-  o la Música  -por horas de audición-  no puede valorarse por el número de palabras utilizadas, sino por lo que contienen, evocan y sirven para proyectar, y a veces enfrentar, el mundo exterior contenido en lo que se lee sobre lo más profundo del espíritu de quien lee, que de esta forma logra leer “por dentro”, o leer dentro de sí. Eso si, gracias a quien escribe; esto es, si quien escribe de ese modo, a veces misterioso, a veces casi sagrado, y siempre tocado por el dedo de los dioses, logra producir tal efecto. Y, en particular, esto era exacta y literalmente, lo que Ángeles escribió:

"UNA ESPERA TRANQUILA

Hace dos meses, en el blog "La Esfera", Francisco Concepción propuso, bajo el título ¿Qué ves? escribir un texto basado  en la foto que ilustra este post. [La misma que me permito reproducir seguidamente]  Me atrevo hoy  -proseguía-  a tenor de algunos acontecimientos que en el mundo han ocurrido en las últimas semanas, a publicar en este espacio mi propuesta literaria de entonces.  Asumo que abordo un tema difícil y duro mirado desde un prisma diferente. Solicito benevolencia en sus comentarios. Un saludo a todos de Á.


 
“No me ha resultado fácil ataviarme así, cual zorrita incluida en el regalo de cumpleaños que la tarta y los globos anuncian; he llorado al cortar mi hermosa melena y al ponerme esta ropa negra y minúscula, para atraer miradas e intenciones sobre mi piel joven y deseable. Son francamente incómodos los zapatos que elevan mi talla hasta casi convertirme en gigante, pero con las medias a media pierna consiguen, creo yo, un efecto ridículamente atrevido.
Para atravesar la calle sin que a última hora un intenso pudor me hiciera renunciar al plan, he debido cerrar los ojos y correr; correr torpemente como una zancuda, hasta que a la entrada del metro me han entregado el pastel. Por fin aquí estoy, sentada, esperando que llegue el momento, intentando que nada lo enturbie ni lo trunque.

No hay demasiada gente a estas horas en el vagón, por eso soy muy visible y me observan casi todos: abiertamente o con miradas de soslayo en este país en el que nada resulta escandaloso, al menos no una chica semidesnuda. Delante de mí alguien finge leer el periódico, pero siento su respiración entrecortada. A mi izquierda, Mohamed controla el escenario y establece una barrera, mientras sus ojos entreabiertos parecen dormitar.

Con una mochila o un bolso me habrían impedido el acceso en cualquiera de los controles, pero a nadie se le ha ocurrido sospechar de la putita. Hasta ayer, con chilaba y velada la cabeza, he sido mil veces despreciada por las gentes de esta tierra. Hoy voy a inmolar mi pudor y mi vida, exhibiendo el cuerpo y llevando la tarta bomba que estallará en tres minutos, por la Yihad.

Lo peor ya ha pasado, me relajo en el asiento y espero el martirio. ¡Allah es grande!”


Ángeles Hernández Encinas


En primer término, he de decir que, pese al especial cuidado que siempre pongo al leer lo que Ángeles escribe  -con lo que escribe y con su forma de producirse- tratando de no ser sorprendido, siempre me "pilla", no dormido, sino durmiendo. Utilizo deliberadamente el verbo "pillar" para no escandalizar a nuestros hermanos argentinos y otras personas de la fraterna América española. Pero, pese a ello, así ha sido una vez más, en el caso de este breve, aunque no sé aún si espontáneo relato. Tal vez ha sido así, en parte, porque mi atolondramiento  -en realidad debería decir embeleso-  mientras iba leyendo, ha hecho que hasta me olvidase de que el juego consistía, más que en construir toscamente, como hacen los periodistas, un vulgar "pie de foto", en interpretar una imagen, la que se ofrece en la fotografía de ese coche del Metro. Pero, aun así, llamó poderosamente mi atención el apunte al respecto de un comentarista llamado Flamenco Rojo: “Recuerdo el día que hicimos la foto...tenías un fuerte dolor de cabeza y aun así quisiste seguir con la sesión. Todo el mérito es tuyo, yo sólo tuve que apretar el botoncito…”, en unión de la respuesta de la propia Ángeles: “Flamenco, vosotros, que me dais motivos para no desfallecer…” Tanto la acotación como la respuesta, me hacen sospechar que, tal vez, la fotografía objeto posterior de la interpretación narrativa, tejida de intrigante incertidumbre y de inesperado desenlace  -también la foto-  fue previamente preparada por la propia autora de la narración, actuando más o menos en equipo con “Flamenco Rojo” y otros. Y, en este caso  -tengo que admitirlo gozosamente-  mucho más que ante un relato genial, estaríamos asistiendo a la creación de un nuevo sub-género de narrativa. O, como se dice en el Foro, Ángeles habría “sentado jurisprudencia”. Algo así como lo sucedido, cuando la novela se convirtió en “nouvelle”, por no aludir a las “nivolas” unamunianas, neologismo fabricado por Don Miguel para referirse a sus propias creaciones de ficción narrativa, que ponían gran distancia de la novela realista imperante a finales del siglo XIX, y cuyo término -nivola-  aparece por primera vez como subtítulo de “Niebla”. Más aún, habría sucedido algo parecido a lo ocurrido con la llamada “roman a clé”, o novela en clave, que se escribe partiendo de una situación o circunstancia real, de una realidad objetiva, cambiando los nombres de los personajes reales por otros ficticios, propuestos por el autor, y modificando o recreando, mediante la ficción pero sin afectar substancialmente a la realidad, las situaciones o episodios, de tal modo que puedan ser perfectamente identificados aquéllos por los lectores, dentro de los que vivieron los acontecimientos narrados y conocieron de cerca a los protagonistas reales de los mismos. Conste que la definición del concepto es exclusivamente mía, no vaya nadie por ahí a apropiárselo. Este género, en determinadas manos, puede ser demoledor y terrorífico. Yo mismo, aquí donde ustedes me ven, modestamente, con mucho atrevimiento y con muchas menos aptitudes que Ángeles, estoy escribiendo una novela de este tipo, en la que todos los personajes existieron, no sus nombres, y en las que al autor es el único que no existe. Pero volviendo sobre la foto y su imaginativa interpretación, se hace patente, una vez más, para mí, que es totalmente falso el pretendido apotegma: “Vale más una imagen que mil palabras”. Lo cierto es justamente lo contrario  -y Ángeles lo ha demostrado-  que vale mucho más una sola palabra que mil imágenes, porque éstas, la mayor parte de las veces, no hablan, sino que alguien tiene que hacerles hablar. Felicidades, Ángeles. En cualquier caso, tú lo has hecho muy bien, pero para nada hace falta la foto, porque tu relato tiene vida por sí mismo. Prueba a comprobarlo, suprimiéndola, y verás que esto último es cierto.

En cuanto al fondo del relato, tú misma dices que abordas un tema difícil y duro, mirado desde un prisma diferente, por lo que solicitas la benevolencia de los comentaristas. No ha de faltarte tampoco la mía, pero en este sentido, más que “difícil y duro”, el tema en cuestión me parece gravemente peligroso (mucho más que algunas películas de cine, por su presunta “inmoralidad”, durante el nacional-catolicismo franquista), porque ciertamente puede ser muy peligroso “dar ideas”. Dicen algunos musulmanes pacíficos y buenas personas, de entre los que yo conozco, que eso de la “Yihad” es un puro y macabro invento de los terroristas de su propia raza y religión, de quienes se separan radicalmente. Pero el hecho cierto es que hay terrorismo islámico, o pretendidamente islámico, ya tenga o no su base en el sagrado Corán. Lo que sí me parece a mí también cierto es que, Ángeles Hernández Encinas, será, o ya lo es en potencia, una gran novelista. Espero y deseo con toda mi alma, que “la sombra” de Jung, no emerja para herir la suya, cuando, alguna vez, al despertarse de la siesta vespertina, o del descanso nocturno, pueda invadirle la zozobra, sin saber por ello  -sin cobrar consciencia- que tal molesto trastorno se debe a que no llegó a ser la gran novelista que yo espero, tan sólo por no haberlo intentado nunca. De esto, sin duda alguna, Ángeles sabe infinitamente más que yo, aunque quizá no en experiencia personal. Por eso precisamente hay que decírselo así, casi al oído, pero hay que decírselo mediante esta hiperbólica figura, tan íntimamente propia de la Ciencia que profesa y ejerce, para que ella lo entienda del modo más hondo y exacto. Yo al menos, no quiero tener sobre mi conciencia el menor remordimiento por no habérselo advertido publicamente. Luis Madrigal.-