II
VINISTE A MÍ
MUY TARDE
Ya no me piensas nunca, aunque lo digas,
como en un juego azul a media tarde
que nunca halló tu pecho, ni ya arde
en el mío, apagado y entre ortigas.
Quisiera yo que tu camino sigas
sin volver la mirada, sin alarde
de tu época dorada, que retarde
la que, en tan tierno brote, tú desligas.
Viniste a mí tan tarde y por sorpresa
que no pude mirar lo que veía,
ciegos mis ojos en la selva espesa.
Y quise averiguar lo que sería
si, con el alba, el sabor a fresa,
de tus labios buscar ayer podría.
Luis Madrigal