lunes, 6 de agosto de 2012

TRES SONETOS A UN DESAMOR QUE FUE (II)

II

VINISTE A MÍ MUY TARDE


Ya no me piensas nunca, aunque lo digas,
como en un juego azul a media tarde
que nunca halló tu pecho, ni ya arde
en el mío, apagado y entre ortigas.

Quisiera yo que tu camino sigas
sin volver la mirada, sin alarde
de tu época dorada, que retarde
la que, en tan tierno brote, tú desligas.

Viniste a mí tan tarde y por sorpresa
que no pude mirar lo que veía,
ciegos mis ojos en la selva espesa.

Y quise averiguar lo que sería
si, con el alba, el sabor a fresa,
de tus labios buscar ayer podría.


Luis Madrigal