YO, YA ME VOY...
miércoles, 15 de julio de 2009
CERRADO POR CRUELDAD DEL SOL
YO, YA ME VOY...
RÉPLICA A UNA CANCIÓN SACRÍLEGA
¡LIBRE, LIBRE, LIBRE...!
Me dijiste que no podías ser libre...
Pero libre te quiero, sólo te quiero libre,
apegada a tus ribazos
como planta del Río, que se inclina
hacia el agua que corre y nunca pasa.
Libre te quiero,
entre mis brazos, libre.
Libre de mí, de ti, de él, del aire
que arrasa, entre las peñas, y que alcanza
sobre el cielo y la tierra, nubes blancas.
Libre del sol, del rayo que fulmina,
de la brisa que besa la mañana;
del fuego que, al ponerse el sol,
sus rayos ve morir... Libre del agua.
Libre siempre. Entre suspiros, libre,
entre el dolor, el grito y aun la naúsea...
Libre por ti, para que alcances -libre-
junto al cielo, el azul de la Montaña...
Libre también de Dios -Él te hizo libre- pero con Él,
para que Él te guarde en su morada.
Libre, en la libertad, libre por siempre;
por siempre libre -¡libre!- y a porfía,
sin arrastrar cadenas nunca...
Sin nunca ser esclava... ¡Pero, mía!
Luis Madrigal
lunes, 13 de julio de 2009
EL SINGULAR Y CÓSMICO FENÓMENO DEL 27 DE AGOSTO
Según mi criterio personal, que ni soy astrónomo ni nada que pueda perecérsele, me parece conveniente hacerlo así, porque la próxima vez que este mismo acontecimiento vuelva a producirse, será en el año 2287. En lógica y más que probable certeza metafísica -la certeza metafísica nunca puede ser absoluta, sino tan sólo la certeza moral- ningún ser humano que, en ese momento del 27 de Agosto, esté vivo, podrá volver a ver tal fenómeno. Al menos con los ojos de la carne. Quizá, es el mayor privilegio coyuntural nunca ofrecido a los mortales de nuestra generación, desde hace 278 años -en el año 1731- mucho más interesante y espectacular, en mi opinión, que el tránsito del cometa Halley (el que caprichosamente trajo y se llevó a Mark Twain), o los eclipses de sol y de luna ya observados o por observar.
Compartan, pues, ustedes, compartid todos, amigos, esta noticia, hayáis tenido o no conocimiento previo de ella. Es un deber, creo yo, más que moral o de solidaridad humana, casi cósmico. Y sin casi. Feliz visión. Luis Madrigal.-
Arriba, sucesivamente en vertical, dos fotografías del planeta Marte. En la primera de ellas, puede advertírsele más rojo que en la segunda. En la tercera y última, Marte situado detrás de la Luna. Pero, esa noche, según tengo entendido, se verán más o menos del mismo tamaño y resplandor.
domingo, 12 de julio de 2009
sábado, 11 de julio de 2009
UN SONETO DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
OJOS CELESTES
Yo creí que el color azul del cielo
bajaba, a veces, a la tierra oscura,
y tras de él, en cazas de dulzura,
corrió, de flor en flor, mi desconsuelo.
Casi lo tuvo mi ardoroso anhelo
un día, ¡clara mariposa pura!
... Pero la mariposa era la dura
sombra de un delirar de mi desvelo.
Ojos celestes: como el cielo, estáis
encima de la tierra -doble rosa
que oculta un hondo fondo vespertino-.
¡Como el cielo también, nunca bajáis
a la miseria de la carne umbrosa
en que se pierde ni anhelar divino!
Juan Ramón Jiménez
viernes, 10 de julio de 2009
HOY, ES 9 DE JULIO... DE 2009
jueves, 9 de julio de 2009
SOLUCIÓN AL QUIÉN ES QUIÉN (V)
martes, 7 de julio de 2009
EL HOMBRE
Arriba, las imágenes de Adán y Eva, pintadas por alguien que se llamaba Albrecht Dürer y al que, por la perniciosa costumbre de traducir los nombres de las personas, que es casi como cambiar su propia naturaleza, se ha llamado Alberto Durero.
sábado, 4 de julio de 2009
MEDIOCRES, NO... ¡MALOS!
Como suele decirse en los escritos administrativos, “es de referencia” mi entrada del pasado día 29 de Junio, en este mismo Blog -“Perdieron hasta en su casa”- relativa a los alentadores resultados, a mi juicio, obtenidos en las recientes elecciones legislativas de
Desde luego admito la superficialidad de mi texto, aunque no tanto como “en extremo”. ¿Acaso hay que acometer una “causa general”, con argumentos y análisis político-jurídicos, para decir que estos dos señores, los Kirchner, ella y él, además de no deseables, resultan especialmente nefastos para
En cuanto a mí concierne, humilde e insignificante pobre ser humano (como el mismo señor “franco”, y como casi todos los demás), puedo asegurar que he cumplido con su consejo de situarme ante el espejo, a fin de comprobar mi propia mediocridad, no sólo “unos instantes”, sino más de media hora. Lo he hecho, deliberadamente, a fin de no dejarme llevar por ese instinto mediante el cual todos nos vemos maravillosos a nosotros mismos, y puedo asegurar a dicho señor, o señora -¡quién sabe!- que, en esta perspectiva, honestamente analizadas todas las circunstancias de mi vida, desde mi más tierna infancia; mi expediente académico universitario; mis ya casi cincuenta años de ejercicio profesional como Abogado del Ilustre Colegio de Madrid, y los casi cien procesos judiciales sobre mis hombros, y alguna pequeña cosa más, si me comparo con los Kirchner, ella y él, y no digamos si lo hago con este otro ser del “interior” español, al que el citado comentarista implícitamente parece referirse, y que como bien dice “está” en el poder ejecutivo del Estado, podría ser yo Emperador del Japón o Presidente del Planeta, cuando se cree ese cargo. Y, si me comparo con el señor “franco" que muy probablemente procede de algún “Curso de Verano”, seguramente ni podría verle, pero, créanme, soy tan humilde que hasta accedo a contestarle.
Oiga Usted, señor "franco", yo no formo parte de ninguna "caterva", y menos aún en el sentido peyorativo con el que Usted utiliza esta expresión. Yo, procedo de la Universidad y de la Ciencia del Derecho, aunque, últimamente, algunos la hayan convertido en una alpargata. Los que son una verdadera caterva, en el grado superlativo del mismo peyorativo sentido, son ustedes, quienes no pueden coincidir, ni conmigo ni con nadie normalmente decente, en el amor a ninguna patria, a ninguna Biblia, ni al arte de la tauromaquia, que es un arte plástico y noble, propio de valientes... ¿El General Franco? ¡Se murió, hombre...! Pregúntele Usted al Juez Garzón. Ya verá como le dice que sí. Luis Madrigal.-
Y una hermosa canción, un bello tango, para recordar a alguien que se fue.
jueves, 2 de julio de 2009
OTRA GERBERA... PARA TI
La vi en una ventana...
Decía acompañarme, y me acompaña
entre el silencio que sueña y se ha dormido.
Hoy, la he encontrado, sin buscarla,
y sin poder resistir la nostalgia, la he traido conmigo.
Aquí está. Es una gerbera española, de rojo color.
Aquí tiembla y suspira,
pero quiere volar y tomar por suelo
el alféizar de la misma ventana,
ahora en invierno,
para insuflar a aquella flor, sin duda ya marchita,
todo el aliento y el calor de la vida.
Luis Madrigal
miércoles, 1 de julio de 2009
A MIS ESCASOS SEGUIDORES
Todo, pues, lo que a veces tanto nos regocija, cuando procede de nosotros mismos, no es más que vanidad. Y son cinco las acepciones, en castellano, que pueden atribuirse a este término: La de cualidad de vano, lo que equivale a hueco, a vacío; la de “arrogancia, presunción o envanecimiento”; la relativa a la “caducidad de todas las cosas de este mundo”; la que hace referencia a las “palabras inútiles o insustanciales” y, por último, en su dimensión menos nociva, la “representación, ilusión o ficción de la fantasía”. En cualquiera de ellas, aceptar ante uno mismo que se es vanidoso, no es una sensación agradable, ni menos aún reconfortante, en este sufrimiento casi continuo que, por lo general, al ser humano conlleva la existencia. No lo es, no puede serlo en absoluto, porque la vanidad no es otra cosa sino la misma soberbia, o una percepción del propio yo basado e inspirado en esta última, en el orgullo concupiscente, y no en el benevolente, que en ocasiones puede conducir al heroísmo, al entregar la propia vida para salvar la de los demás. Y no sólo eso, lo cual sería explicable, o razonable, de envanecernos por actos o realizaciones propias objetivamente valiosas y transcendentes, pero el quid, la clave de la cuestión, a mi juicio no reside en esto, sino precisamente en envanecerse, o sentirse orgulloso de algo propio que en realidad no tiene ningún valor. Aquí, está la clave. Esa es la verdadera vanidad. Se podría tolerar la vanidad de Cajal o de Severo Ochoa, o la del sabio que mañana encuentre un antídoto radical y definitivo para que la Humanidad pueda librarse del cáncer. No me atrevería yo a llamar vanidad a eso, o a cosas similares, por muy orgulloso se sintiese el artífice, o el protagonista del hecho. Pero, lo otro… Lo otro, es simplemente ridículo.
Y, he aquí, queridos amigos, lectores presuntos o efectivos de este Blog, que hoy mismo ha pasado por delante de mi propia puerta este sentimiento de verdadera y simple vanidad, al abrir el Blog y encontrarme con la sorpresa de que mis anteriores “seguidores”, en número de once, se habían incrementado en uno más. ¡Ya tengo doce!. No está mal, para el año y medio que vengo publicando tonterías, o frivolidades. Pero, resulta también que eso me ha hecho implícitamente comparar tal escasa cifra con la del número de seguidores con que cuentan otros blogs. Los hay de hasta más de 100 seguidores, de 150 y hasta de 170 y el Blog de Don Eduard Punset (desde luego de otra estructura y características) destinado a la divulgación científica, donde no existe este capítulo de “seguidores” instituido por Blogger, lo que sí pueden apreciarse son hasta cerca de 150 comentarios, con bastante frecuencia, relativos a algunas entradas y desde luego casi nunca menos de 50. Esto, digo yo, es que este Blog, y también los otros, de tantos “seguidores”, “comentarios” y comentaristas, interesan a muchas personas, mientras que lo que yo escribo o publico, no le interesa a casi nadie. Y eso es lo que ha provocado mi ataque de vanidad, porque jamás aceptaré que éste pudiera ser de “envidia”, al no contar con ese número de seguidores y comentaristas. La verdad es que, me bastaría tan sólo alguno, o alguna, de mis actuales y fieles seguidores o seguidoras y, por el contrario, si él o ella no lo fueran, me sobrarían todos los demás, aunque se contasen con más dificultad que las arenas del mar. Creo yo que, ciertamente se escribe para que se lea, pero nadie que no escriba, en primer lugar, para sí mismo, debería nunca escribir nada.
En cualquier caso quiero saludar a mis escasos fieles seguidores y celebrar, especialmente, la venida o la llegada de la última de ellos, una señora o señorita norteamericana de 17 años, llamada Angely, que a su corta edad ya es Ingeniero (supongo que, de ser en España, no podría ser “de Caminos”) a la que no he podido agradecer su gentileza, por carecer de toda posibilidad de dirigirme personalmente a ella. Veo que, a estas horas aún continúa y, aunque así no fuese, desde aquí se lo agradezco. Os agradezco a todos muchísimo vuestra fidelidad y me alegro infinito de que seáis tan pocos. Ciertamente, la vanidad, junto con la ambición, ha sido uno de los motores de la Historia. La vanidad de sentirse “importante” por lo que se hace o se dice, más aún quizá que la de “aplastar” a los demás desde el poder político, o desde el poderío económico. Un abrazo a todos, amigos. Os prometo no volver a sufrir más ataques de vanidad.Luis Madrigal.-