miércoles, 23 de marzo de 2011

Música Culta (XXXIX) Antonio VIVALDI (1678-1741)



(Venecia, 1678 - Viena, 1741)


Compositor y violinista italiano. Algún mediocre majadero –dicen, y seguramente será verdad, porque los peores siempre se rebelan contra los mejores-  comentó en una ocasión que Vivaldi no había escrito nunca quinientos conciertos, sino «quinientas veces el mismo concierto». Puede ser cierta, sin embargo, tal venenosa afirmación, en lo que se refiere al original e inconfundible tono que el compositor veneciano supo imprimir a su música y que la hace rápidamente reconocible. Autor prolífico, la producción de Vivaldi abarca no sólo el género concertante, sino también abundante música de cámara, vocal y operística. Se supone, en lo que se refiere a los conciertos y piezas para fagot, que son nada menos que unas 400 partituras las que están esperando un intérprete. Pero, Vivaldi es célebre sobre todo por sus cuatro conciertos para violín y orquesta reunidos bajo el título Las cuatro estaciones, cuya fama ha eclipsado otras de sus obras igualmente valiosas, si no más, Vivaldi es por derecho propio uno de los más grandes compositores del barroco, impulsor de la llamada Escuela veneciana –a la que también pertenecieron Tommaso Albinoni y los hermanos Benedetto y Alessandro Marcello– y equiparable, por la calidad y originalidad de su aportación, a sus contemporáneos Bach y Haendel. Aunque resulte tópico  -y yo mismo lo decía hace tan sólo un par de días-  porque, de una u otra forma, nos encontramos ya en Primavera (y nuestros hermanos de América, en Otoño), es obligado ofrecer hoy, estos dos motivos de su celebrada obra. Pero añadiré algo más. Algo que, para mí es una verdadera joya, el no menos famoso concierto paraflauta y orquesta “Il cardellino” (el Jilguero, Cardelis cardelis), en honor también de un pariente de clase, aunque no de orden, familia, género ni especie el Vencejo (Apus apus). Naturalmente el Vencejo de Man.

Primero los españoles del otro lado del Mar. Después, nosotros, los de por aquí. Ya dijo otro gran español, para todos, los de una y otra orilla del Atlántico que "lo primero que se integra, es lo último que se separa":



Y por último, lo prometido. Escuchen, por favor y compárenlo con esa peste, esa murga chirriante y estruendosa del señor Igor Stravinsky, que fue quien dicen dijo lo que dijo: