Mientras aquí, en Madrid, hace un frío que pela, pero apenas hace unos días pudimos observar una tímida nevada, que se arrenpintió antes de caer al suelo, me llega la noticia y las imágenes de una verdaderamente copiosa sobre León, que me lleva hacia mi ya lejana infancia y primera juventud, cuando colgaban de los aleros de las casas, unos enormes carámbanos, que los chicos de la época llamábamos "pirulís de la Habana", por su forma similar a la de aquellos coloristas dulces de caramelo, enfundados en oblea, en forma de cono alargado... Incluso, a veces, los chupábamos imaginando contendrían la misma dulzura, porque la pureza del agua convertida en hielo permitía eso y mucho más. En Madrid, nieva bastante menos, y menos aún en esta época de cambios atmosféricos, excepto el año pasado en el que el cielo nos obsequió con tres abundantes nevadas, sobre todo la primera de ellas, gracias a las cuales pudimos tener agua en abundancia durante todo el último verano. Esperemos que pronto pueda nevar también en Madrid, porque la nieve, además de parecerse mucho al algodón, no puede servir de otra cosa, a la corta y a la larga, sino de abundancia de bienes materiales e íntima satisfacción del espíritu. Sobre todo ahora, cuando está muy cerca la Navidad ¡Navidades Blancas...! ¡Oh, Blanca Navidad...! Luis Madrigal.-
Arriba, algunas fotografías de la Ciudad de León, durante la nevada del pasado día 16 de Diciembre
Arriba, algunas fotografías de la Ciudad de León, durante la nevada del pasado día 16 de Diciembre