domingo, 18 de mayo de 2008
¡HASTA MAÑANA, DON EMERIO!
Ha muerto hoy -anteayer Viernes- en la Residencia para la Tercera Edad de Fontanil de los Oteros (León) un entrañable sacerdote y amigo de verdad, de los amigos del alma, Don Emerio Puebla Berzosa, Consiliario Dioceano de la Juventud de Acción Católica de León, durante la década de los años 50. También fue Profesor de los Seminarios de Valderas y León, y Profesor de Religión en la Facultad de Veterinaria. Había nacido en Febrero de 1913 y, por tanto, llegado a cumplir 95 años de edad. Le faltaron 5 para ser centenario. Pero lo que nunca le faltó, pese a tantos años cumplidos, fue la verdadera juventud, ese don del espírtu que no depende de los años, ni del tiempo, ni tampoco, a lo largo de todo su larga vida, el más firme y riguroso compromiso de fidelidad a la fe y a la Iglesia fundada por Jesucristo. No a ninguna otra. Don Emerio pensaba -yo se lo oí decir no hace aún dos años- que ningún sacerdote debería incorporarse nunca a ninguna otra estructura o instituto que no fuesen los de la propia Iglesia, a ninguna otra fundada por ningún humano. Hasta tal punto esto era en él una convicción tan profunda, que, tras contemplar los mil y un naufragios producidos por cada una de las tormentas que han azotado a la Humanidad y a la Iglesia en estos últimos 50 años, aún hervía en su sangre el propósito de "refundar" la vieja Acción Católica, pese a que, quienes aquel día le escuchábamos, ya en la misma Residencia en la que acaba de morir -y acaso también él mismo- podíamos razonablemente suponer que esa era la última vez que le veíamos y le hablábamos. Así ha sido. Algunos, deberíamos hoy estar muy tristes y sin embargo, yo no lo estoy. Prefiero conservar y ofrecerme a mí mismo el propio testimonio que anteayer, en su último día de vida, él ofreció a la monjita que le cuidaba, Sor Consolación, mejicana de nacimiento, cuando al ir a despedirle -hasta mañana, Don Emerio- replicó con serenidad y fortaleza, mientras la echaba al cuello uno de sus brazos y la daba un beso: ¡Hasta mañana, no, Hermana, hasta la Eternidad...! Hasta entonces, entrañable Don Emerio, viejo Consiliario y amigo, tan joven, como en aquellos tiempos, a los 95 años... Hasta que el tiempo y el espacio sean una misma cosa. Tan sólo le pido ya, urgentemente, otra. Yo, no he rezado "por Usted", sino que más bien me he encomendado a su intercesión: Dígale al Señor de la Vida, que nos proteja y nos guarde con su gracia a cuantos, junto a Usted, en aquel caserón de Dámaso Merino, compartíamos aquella vieja estufa de carbón ovoide en las frías tardes de invierno. Y permítame que le contradiga. Precisamente porque Usted ya está con Él, yo sí le digo, en el estilo propio de aquellos días: ¡Hasta mañana, Don Emerio... hasta mañana! Luis Madrigal.-
En la fotografía de arriba, Don Emerio Puebla, flanqueado por los dos Presidentes Diocesanos de la Juventud de Acción Católica de León, a los que, sucesivamente, él orientó y aconsejó.
No he querido elegir para él ninguna marcha fúnebre, y las hay muy hermosas, sino esta dulce Danza, que Cristoph Gluck compuso para "Los Espíritus Bienaventurados", para aquellos que ya han llegado a la Casa del Padre.
En la fotografía de arriba, Don Emerio Puebla, flanqueado por los dos Presidentes Diocesanos de la Juventud de Acción Católica de León, a los que, sucesivamente, él orientó y aconsejó.
No he querido elegir para él ninguna marcha fúnebre, y las hay muy hermosas, sino esta dulce Danza, que Cristoph Gluck compuso para "Los Espíritus Bienaventurados", para aquellos que ya han llegado a la Casa del Padre.
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