LA VERDAD NO ESTÁ EN EL TIEMPO
Muchos son los caminos, y uno sólo
es el que lleva siempre -el paso recto-
a alcanzar la morada de los dioses,
donde el fuego, unido a la ambrosía,
ilumina, caldea y tonifica el alma,
a la par que la esencia muestra su identidad,
inconfundible e inabarcable.
Allí, en el sublime y recóndito estado
en el que habita el ser,
ya nada existe.
Las cosas -todas ellas, y todas de barro-
se han roto en mil pedazos
y ya sólo puede oírse el trino de los pájaros
y contemplarse la cúspide de la más alta Montaña,
donde todos los sentimientos,
todos los conceptos e ideas
-de la Historia explicable a la Meta-Historia eterna-
convergen en un Vértice diamantino
del que penden hilos de oro y plata.
Allí, en fin, entre relativismos absolutos,
y entre un círculo que encuentra su cuadratura,
coinciden todos los paralelos terrestres
y, en un meridiano único,
todos los minutos y segundos de la Historia y del Tiempo,
que, contumazmente misterioso, sigue obstinándose en dispersarlos...
Mas, ya no puede. También el misterio del Tiempo ha tocado a su fin.
Y ya, sólo la Verdad, ilumina todos los arcanos del mundo y del hombre.
Luis Madrigal