lunes, 11 de mayo de 2009

EN EL RECUERDO, SIEMPRE PRESENTE, DE ANTONIO MACHADO


A UN ÁRBOL DESNUDO Y MUERTO...

Con las lluvias de Abril y el sol de Mayo,
brotó vida en aquel olmo del Duero...
Hojas verdes, cambiaron el austero
y carcomido tronco que hendió el rayo.

Llega tu son herido y -cual vasallo,
que de tan lejos oye- lastimero...
Del fuego que ardió ayer, fulgor postrero
quisiera yo irradiar hasta tu tallo.

No llores más tu soledad sombría,
junto a río de cauce ya verdusco;
de un río que, antes de nacer, moría...

Radiante, a ti, a tu color pardusco,
como una llama, hasta tu orilla umbría,
llegará mi calor... Así te busco.


Luis Madrigal


Arriba, en la imagen, árboles secos, en el Parque Nacional Tierra de Fuego (Argentina)