DOS RÍOS VAN AL MISMO MAR
Bajan, entonando su canción, en torrentera, diseminando
diminutas perlas sobre agudos cuchillos que muestran sus filos al cielo. Allí,
se escinden más y más, hasta quedar reducidas a espuma, que fluye y sigue su
camino atropelladamente, a borbollones, formando más abajo jóvenes regatos que
comienzan su discurrir. Palmo a palmo, irán albergando arroyos y otros hilos de
agua, huérfanos de cauce, hasta formar el gran Río, que taladra la roca hasta
lo más hondo, o se expande en la ribera entre lejanas orillas, tapizadas de
verde manto. Seguirán su largo camino hasta alcanzar la Mar océano. Pero,
antes, habrán de dilucidar si dividirse en fecundos brazos, o precipitarse en
la fosa casi abisal, para poner fin al camino. Si toma el color del vegetal
residuo, se hace un Mar de Paja… Si
dulce y azul, un Mar de Plata… Pero
ambos guardan, de lado a lado, la fortaleza y el espíritu de fe y de aventura
que los llevó a un Nuevo Mundo y los trajo al más Viejo, para fundirse con él
en la canción y en la Palabra.