… DE LA
ESTULTICIA, LA INEPTITUD, LA OBSCENIDAD, LA CODICIA, LA INJUSTICIA Y EL
LATROCINIO!
El
invierno, no sólo como todas las demás estaciones astronómicas del año, sino,
más ampliamente, como cualquier otro fenómeno de manifestación de la naturaleza
e incluso de la vida, y con ello de las acciones y actitudes humanas, tiene
muchas caras y también muchos momentos. Hay un Invierno de calendario, oficial
y cronológico, que se produce puntualmente, con exactitud meridiana, y nunca
mejor dicho. Pero, además, hay “otros inviernos”, que pueden hacer su aparición
antes o después de ese momento cronológico y cronográfico, casi sacral o
mágico.
En
este Invierno 2013-2014, en España, ya ha habido de todo. Incluso, hace ya casi
un mes, llegó a nevar ligeramente en Madrid, aunque lo suficiente para tapizar
el suelo de blanco, y no tan superficialmente, durante algunas horas. Después,
hemos “disfrutado” de un invierno propiamente otoñal, seco, con terroríficas
heladas nocturnas, que se hacían sentir en las primeras horas de la mañana,
para romper desde el medio día y primeras horas de la tarde en una explosión de
calor. Tampoco ha llovido lo usualmente habitual y necesario, amenazando con
ello el nivel de los embalses, que han de facilitar ese ingrediente vital del
agua.
Por
fin, hoy, dentro de unas horas, quizá exactamente cuando se publiquen en este
humilde Blog estos garabatos que dibujo a toda prisa en una cafetería próxima a
mi domicilio, o incluso antes de que puedan ser tecleados, su cumplirá el
término -un término “certus an certus
quandum”- astronómicamente exacto y
de suma precisión: Las 18 horas y 11 minutos, del día 21 de Diciembre de 2013.
Entonces, ya estaremos -¿acaso ya
estamos?- en invierno en todo el
Hemisferio Norte del Planeta. Por el contrario
-¡qué sana envidia, entre otros sentimientos aún más nobles!- en el Hemisferio Sur, estarán -¿lo estáis ya acaso?- en el largo y cálido verano.
Pero,
hay otros inviernos mucho más fríos y lacerantes, como también sin duda podrá
haber otros veranos más alegres y luminosos. Esta misma mañana, mientras
escuchaba una emisora de Radio, pude enterarme de que numerosas agencias de turismo
estaban intensificando sus propuestas de viajes desde España al Japón, a la
India, en la costa de Goa -no en los
suburbios de Calcuta- a las sabanas africanas, en las que se despliegan los más
inmensos paraísos de caza mayor, o a los fiordos de Noruega, entre otros
exóticos o paradisíacos destinos. Todo ello a los moderados precios de 3.000,
5.000 o 10.000 €, equivalentes, respectivamente a más de 4.000, casi 7.000 y
más de 13.000 $. O lo que puede resultar más significativo para españoles, a
500.000, 831.930 y 1.663.860, de las mal llamadas “antiguas pesetas”, dado que la heroica peseta, sencillamente, ya
no existe. También pude enterarme de las ofertas para otras personas de menor
capacidad económica, en la totalidad de las estaciones de esquí pirenaicas,
tanto en el Pirineo aragonés como en el catalán de Baqueira Beret, donde solía
o suele practicar tan blasonado y preclaro deporte el Rey de España.
Por
el contrario, llevaba varios días, más bien sus noches, a la caída del sol,
observando presencialmente cómo algunas personas, cubiertas de harapos,
inspeccionaban removiendo el “material” en los cubos de la basura, con el
propósito de encontrar allí -según
aseguran fuentes bien informadas- un
mendrugo de pan que poder llevarse a la boca. Dicen que es la grave situación
económica que atraviesa España y que eso sucede porque, la deuda contraída por
el anterior inepto y canallesco Gobierno del PSOE, aparte sus elevadísimos
intereses -lo cual sin duda es
objetivamente cierto- no ha podido ser
superada por el Gobierno actual, el del Sr. Rajoy, que no es ningún imbécil,
sino Registrador de la Propiedad y persona de indiscutible talento y
experiencia política como gobernante. Lo fue efectivamente en Galicia, y con
sumo acierto. Pero, yo tampoco confío ya en ningún “brillante opositor”, aunque me eche siempre a temblar cuando el
poder político es ejercido por algún analfabeto, al que, después de sus
disparates, y como hicieron en Islandia, no meten en la cárcel -al menos como responsable, en concepto de
autor, de un delito de imprudencia grave, con resultados de catástrofe- sino que se le hace, o se permite que él
mismo se haga, miembro nada menos que del Consejo de Estado, el supremo órgano
asesor de toda la maquinaria estatal.
Siempre
creí -yo también corrí en la Universidad
y después de ella, pero siempre delante de “los
grises”- que toda dictadura
política, y las militares más, son altamente reprobables y perversas, porque,
al suprimir radicalmente la libertad, cosifican a las personas, es decir, las
transforman en cosas, cuando no las envían directamente al cementerio, sin tan
siquiera pasar antes por la cárcel. Con un buen libro de Filosofía o de Derecho
Político, serenamente sostenido en la mano, es imposible no condenar tal
sistema de gobierno, y no ser demócrata. Pero, llevo ya muchos años sufriendo
este megalómano y estúpido sistema, irreal y de “fabricación in vitro”, de las 17 Españas, con sus parlamentos,
gobiernos y burocracias de toda índole, además de un Parlamento general
“nacional” bi-cameral, donde más de medio millar de personajes de muy bajo
nivel de instrucción y especie más bien lanar que asnar o caballar, se afanan
en conducir a España a la miseria. Además (parece ser no son maledicencias, ni
torpes insinuaciones) casi toda esta gentuza practica de modo impune ese
deporte tan universal del robo y el latrocinio, sin escrúpulos. Y se dan tales
casos, no sólo en la desproporcionada burocracia político-administrativa de
todas las instituciones del Estado, sino hasta en la endogamia de la más alta
esfera del mismo. Y eso, casi me obliga a relativizar mis teóricas convicciones
“científicas” del ya viejo estudiante de Derecho Político, y me hace clamar,
cada vez con más fuerza y honesta sinceridad, en torno a aquella figura diseñada
por el genio jurídico-político de la Madre Roma, creadora del Derecho, la del “Dictador optima lege creator”, figura
de suma honestidad, prudencia y eficacia práctica, instituida para periodos de
especial crisis y gravedad, en los que resueltas las dificultades o penurias,
se renovaba la vida democrática en el Senado. Ciertamente, la figura cobró el
más odioso sentido peyorativo desde que, una vez, algún Dictator, no devolvió sus poderes extraordinarios a la asamblea
popular, sino que se quedó con todos ellos. Y algo similar, o lo mismo, sucedió
con otra figura clásica, la del Tirano
en Grecia. Pero, mirándolo bien y despacio, ¿Qué más da? ¿Qué más da padecer
una dictadura, militar o no, que verse burlado, como un idiota, por una fingida
democracia, convertida en autentica dictadura parlamentaria de esa lacra de los
sindicatos y de los partidos políticos? ¿Acaso no es igual? A menos perder, por
lo menos se garantiza el orden público, la seguridad de las personas y de los
auténticos valores espirituales y, si alguien me apura, también la verdadera
libertad, que no puede ser sino la ontológica, o desde luego lo es mucho más
que la de las libertades formales, mera apariencia de todo lo más abyecto y
canallesco. ¿Libertad para lanzar al aire ese producto tóxico, obsceno e
inmoral, intelectualmente de basurero, con el que infectan a las mentes más
elementales determinadas emisoras de TV? Por ejemplo, Tele 5, ese almacén de
productos altamente peligrosos para la salud pública, intelectual y moral.
Por
todos estos motivos, pienso seriamente si España no está pidiendo ya a gritos
otro General. Aunque esta vez no pueda ser de El Ferrol (Galicia), también
puede haberlos excelentes en Loja (Granada), pese a las quejas y denuncias, a
la sazón, de Donoso Cortés… O en cualquier otro lugar donde los Espadones, no sean tan mal vistos por
esa otra epidemia crónica padecida en España que se llama o hace llamar la izquierda” y cuyas utopías, mentiras y contradicciones, tanto
mal ha causado a los españoles.
Eso
antes de que, como ya sucedió una vez en la Historia -no en la de España, pero sí en la de
Francia- los populachos hambrientos
interrumpan el paso de aquella carroza real en la que viajaba Maria Antonieta,
la esposa austriaca de Luis XVI. Se cuenta que S.M. preguntó, el porqué de
aquella agitación y, como alguno de los “pajes” de su séquito le indicase que
no comían, porque no tenían pan, aquella indecorosa mujer replicó: "Qu´ils mangent de la brioche" (“Pues que coman pasteles…”). Poco tiempo después, rodaba su
cabeza, segada por la guillotina, aquel 16 de Octubre de 1793, como nueve meses antes,
un 21 de Enero del mismo año, había rodado la de su real esposo, S.M. el Rey
Luis XVI de Francia.
Pienso
yo ahora, si no será esta técnica -la de
la guillotina- la que pueda solucionar
de una vez y por todas los males de esta España, a la que quiero y en la que
comienza a resultarme difícil poder respirar, ante lo que veo. ¡Qué lástima y
que despilfarro…! Allá hace más de medio siglo, en España, tuvo lugar una
horrible guerra fratricida, que en principio se dijo de un millón de muertos.
Después, los datos reales se han ido reduciendo hasta alcanzar el número mucho más
bajo del medio millón. Pero lo paradójico y triste del caso es que, aún así,
después de tanta sangre española vertida, nunca se hizo una verdadera
Revolución, como se hizo en Francia… Tal vez, la guillotina sea lo más difícil
de olvidar.
Luis
Madrigal