Llevo algunos días dándole vueltas a la cabeza. Estoy hablando de la mía propia, no de la de ningún otro ser humano. Y quizá por su escaso tamaño, capacidad o volúmen, o por todo ello junto -naturalmente "por dentro"- no soy capaz de entender, ni siquiera de atisbar la causa quizá más profunda, o menos epitelial, del por qué esto del futbol, que aparentemente sólo es un juego (un juego, como tal, ciertamenete de gran belleza cuando se juega bien) efectivamente consigue "unir a los pueblos"... ¡Y de qué manera...! No sólo a España (cosa difícil donde las haya desde hace varios siglos), sino también a otras muchas naciones, casi a todas, según me parece. Por qué, cuando, objetivamente, ha devenido como mínimo en una locura, aparte de en un gran negocio para quiénes pueda serlo o, en todo caso, carece de entidad frente a otras actividades, manifestaciones o aspectos de la vida, que también parecen infinitamente más importantes o hasta vitales, es capaz de producir, ostensible y aplastantemente, mucho más que ninguna otra de esas actividades o acontecimientos, los apasionados efectos que produce. ¡Ya puede un país, atravesar cualquier grave situación en orden a la seguridad, el bienestar o la paz de sus ciudadanos, que se estiman factores esenciales...! Todo ello pasará en segundos al olvido más absoluto si sus deportistas, y más sus equipos deportivos, y muy en particular el equipo nacional de futbol, obtienen éxitos y beneplácitos de otras naciones. Es más, inmediatamente se desatará, de modo incontenible, el clamor, la pasión y hasta los sentimientos más efusivos de piedad, de comprensión, de tolerancia y hasta de amor al prójimo. Estas reflexiones me persiguen, sin ser yo capaz de explicármelo, y sin que nadie me lo explique convincentemente, desde que hace días, con ocasión del regreso a Madrid de "la Selección" española de Futbol, ví lo que ví, desde luego siempre a través de la TV, en las calles de Madrid, en la Avenida de América -sobre sus puentes- que conduce desde el Areopuerto de Barajas a la Ciudad; en el Paseo de la Castellana, y sobre todo en la Plaza de Colón, que incompresiblemente y contra toda contextura histórica, por obra y gracia de unos sujetos de muy poco calado mental, ahora se llama "la Plaza Roja", en abierta profanación a la gloria del Almirante de la Mar Océana... ¡Pero, hombre, si esa era la de Mocú, la del Kremlin!. No puedo explicármelo. No encuentro explicación posible. Y por ello, casi se me impone la "duda metódica" cartesiana. ¿Será posible que todas esas masas, aparentemente de descerebrados, puedan estar en lo cierto...? ¿Será posible que así sean capaces de ser verdaderamente felices"? Pero, esto no es lo más grave. ¿Cómo puede ser posible que personas, objetiva y notoriamente cultas -no ya los "hombres básicos" que gritan en la Radio y la TV- participen o se dejen llevar, en cierto modo, o hasta en notable medida, por esa pasión colectiva? Estoy hablando de arquitectos o de médicos, desde luego no eminentes, pero sí muy competentes; de verdaderos humanistas, que conocen a los clásicos y traducen a Virgilio o a Homero... ¡Estoy hablando de un filósofo de la Ciencia, de alguien que diariamente lee más de seis horas, y escribe otras tantas, sobre los últimos descubrimientos de la Física...! Él fue precisamente quien me dijo que el fenómeno, el acontecimiento que todavía se vive en España, era algo lógico, natural, aunque sea distinto a lo que él hace, pero que, cada cosa, va por su sitio y camino, y que todo es necesario. Por eso, él mismo, se vistió aquella noche con una camiseta roja y salió a la vecina Calle de Alcalá, para unirse a los vociferantes... Ya estaba yo bastante "tocado", por haber visto sobrevolar el Paseo de la Castellana, nada menos que a la "Patrulla Águila", pintando sobre el cielo de Madrid la bandera nacional, como en los desfiles militares del 12 de Octubre. Pero, desde que el Profesor me dijo lo que acabo de relatar, casi me encuentro lo mismo que los boxeadores cuando acaban de aplicarles un "gancho" de izquierda en el mentón, después de haberles alcanzado con un durísimo directo al higado... ¡Me trastabillo!. Casi no puedo tenerme en pie. No puedo recuperarme y yo mismo estoy a punto de "tirar la toalla". Por favor, "hombres básicos", les ruego que inventen otro "Podemos", incluso con "Plaza Roja" incluida, no para el Futbol, sino para ver si algún español -¡que digo uno...!- varias docenas como mínimo, ganan de vez en cuando el Premio Nobel. El de Física... Mejor aún el de Medicina, a ver si gracias a España el mundo acaba con esa terrible enfermedad del cáncer, o de otras por el estilo. Aunque todo sea necesario y cada cosa vaya por su camino, ¡qué gran honor y qué gran gloria serían esos!. ¡¿Podemos, no?! Luis Madrigal.-
sábado, 5 de julio de 2008
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