EN EL OTOÑO
Corría la mañana y el sol, firme,
su luz y tibio fuego regalaba.
Olía yo, sin oler, sin ser pensaba
que no pensaba nada. Solo en irme
a buscar margaritas y así
asirme
a la vida, que allá en el
prado hablaba.
Deshojar sólo una y ver si
estaba
en ella aquel amor, para
vestirme
de su color al pie
de algún madroño.
Mas el amor se fue… No
pudo ser
y muy lejos está… Allá es
Otoño,
cuando las hojas caen,
igual que ayer.
De aquella bella flor, sin
un retoño,
en mi dolor, sólo puedo
doler.
Luis Madrigal