viernes, 20 de junio de 2008

OTRA VEZ BRAHMS


LA MARAVILLOSA DANZA HÚNGARA Nº 5

No se explican los musicólogos cómo Johannes Brahms, hombre áspero, descortés, glotón, violento, desaliñado, incapaz aparentemente de ningún sentimiento de dulzura y delicadeza, supo y pudo expresar, en su obra musical, de excepcional sensibilidad, una gran ternura y una extremada delicadeza de sentimiento. Fue Haydn quien advirtió que no es nada fácil separar la vida del hombre de la del creador artístico y, en lo que se refiere al arte de la Música, tal advertencia parece cobrar mayor certeza que en ningún otro caso respecto de Brahms. Es muy posible que en ello influyese no en escasa medida, el propio origen del compositor, nacido en un humildísimo hogar y barrio de Hamburgo, hijo de un hombre, Johann Jakob, que adandonó su ciudad natal de Heide para entrar en contacto con el ambiente musical de la Ciudad hanseática, y de una costurera, Johanna Nissen, 17 años mayor que el padre. De hecho, Brahms siempre se quejó de adolecer de una importante laguna cultural, que sólamente a fuerza de grandes lecturas y enorme tesón pudo superar, hasta alcanzar un vivel cultural estimable. Niño delicado y tímido, comenzó a asistir a la escuela a los 6 años, siendo un alumno muy aplicado, pero la escasez económica familiar le obligó pronto a ganarse la vida como pianista en los bajos fondos de Hamburgo, entre marineros y prostitutas, en las que despertó sentimientos maternales torpemente expresados por aquéllas. Sin embargo, en su edad madura, el compositor exclamó en cierta ocasión: "Por lo menos tienen bondad de corazón, lo que no puede decirse de muchas otras mujeres de excelente reputación". En Hannover, durante una gira de conciertos, Brahms fue presentado al violinista Joseph Joachim, quien impresionado tras oirle interpretear al piano, le entregó una carta de recomendación para que visitase en Weimar al gran maestro húngaro Franz Liszt, y aunque éste le recibió con la mayor cordialidad, el ambiente de la Corte no era del agrado del carácter huraño de Brahms. La amistad con Joachim, le condujo sin embargo a los Schumann, a los que visitó en Düsseldorf y con quienes inició una sincera amistad que habría de prolongarse toda la vida. Desde aquel día, en el que Schumann le escuchó muchas de sus composiciones, llamando enseguida a Clara: "Era a usted a quien yo estaba aguardando desde hace tanto tiempo", le dijo aquella noche en su casa, tras ser invitado a cenar, mientras Brahms se sentaba a la mesa, entre el matrimonio y sus hijos, en el seno de un verdadero hogar. Robert, nunca regateó elogios hacia su joven y "esperado" amigo. Y, en un apasionado artículo hablando de Brahms, en la revista que dirigía, de notable influencia en el mundo musical de Alemania, Schumann escribió: "Y él llego. Este hombre de sangre joven, cuya cuna ha sido velada por las Gracias y los Héroes. Se llama Johannes Brahms. Lleva todos lo signos exteriores que proclaman: He aquí un elegido". La relación de Brahms con Robert Schumann y su familia es una de las más conmovedoras e interesantes que se han producido entre dos artistas. A la emocionada generosidad de Robert, siguió la fidelidad con la que Brahms correspondió a ese entusiasmo, sobre todo en los días duros y amargos en los que Schumann perdió la razón. Por otra parte, hay que subrayar las singulares muestras de afecto de Brahms hacia Clara, correspondidas por ésta en una medida que aún hoy no ha alcanzado pleno esclarecimiento.

De todas sus obras, aunque, tan solo sea por el número de oacasiones en que ha podido ser escuchada, quizá la más conocida, más aún que otras muy superiores -las Sonatas, el Scherzo Op. 4, en las que se revela la herencia del piano romántico y las influencias de Beethoven, Schubert, Chopin y el propio Schumann; las Baladas, también de nítida expresión romántica y de la riqueza de sus Variaciones y de sus preciosos Valses Op 39, en los que Brahms da la mano a Schubert y a Johann Strauss- traigo hoy aquí la Danza Húngara nº 5, que podréis escuchar inmediatamente, al propio tiempo que contemplar la portada original de los 2 primeros Cuadernos, publicada en Berlín en 1869, que arriba se ofrece. Que lo disfrutes, Alicia. Que lo disfruteis todos, amigos. Luis Madrigal.-