DEJA CORRER EL AGUA
No soy agua… Sólo un
tronco mi vida.
Un tronco ya caído y
desgarrado.
Una vida que nunca
nadie ha amado
y, como la corriente,
sólo de ida.
Ahora que tu palabra ya
no anida
en mis oídos, suave…
Embelesado
de su dulce caricia, y
apagado
el fuego por el agua en
la caída,
he podido saber que lo
que viste
aquel día lejano, sin
saberlo,
era mi propio sino, y
no pudiste
hacer de mi otra cosa,
sin quererlo,
más que un tronco caído
y nunca fuiste
el agua que soñé, sin
nunca verlo.
Luis Madrigal