miércoles, 30 de abril de 2008

ÉTICA DEL TRABAJO


Mañana, es 1 de Mayo. La Iglesia Católica, celebra la festividad de San José Obrero, un simple pero honrado carpintero de Nazaret. Los Sindicatos -esas sospechosas organizaciones sufragadas, en España, con fondos públicos y no exclusivamente con las cuotas de sus afiliados, como sería justo- obstruirán una vez más el tráfico, vociferando y coreando utopías, quizá después de haber vendido nuevamente a los trabajadores por parte de sus altos dirigentes, esos opulentos personajes de los que se dice ganan mucho más que bastantes futbolistas, aunque alguna vez los traicionados les abran la cabeza con un palo. A propósito de tal fecha, se me ocurren sobre la marcha algunas reflexiones respecto de lo que debería ser, más que reivindicaciones a todo trance, lo que podría llamarse “ética del trabajo”. Hoy, vivimos, paradójicamente, tiempos en los que la palabra “ética” es objeto de uso generalizado. Hasta los políticos la utilizan, cuando hablan, claro, lo cual es el colmo del abuso en la generalización. En realidad, la actitud y el comportamiento éticos, no solamente deben exigirse a los políticos, sino que han de alcanzar una dimensión global, comprensiva de todos los actos humanos voluntarios y libres. Pero, si en los tiempos presentes, hubiésemos de elegir una parcela con mayor necesidad de un fuerte aporte ético, señalaríamos la del trabajo, actividad, sin duda la más noble de todas, porque ya en sí misma encierra una virtud moral, al responder a una ley natural. En efecto, la perfección de la naturaleza humana es norma capital de todo orden moral. Pero la ley de la perfección, a su vez, implica la ley del trabajo. Sin trabajo, no hay perfección, ni progreso, ni bien común. Y por eso, el trabajo es uno de los resortes fundamentales de la vida humana. Según esto, puede observarse lo lejos que esta concepción del trabajo puede encontrarse de la habitualmente tan malintencionada, que lo presenta como un “castigo”, nada menos que divino -lo cual es absolutamente falso- o, en todo caso, como una sanción penosa, ligada al sudor y la fatiga. Y sin embargo, no es así. En una concepción auténticamente cristiana de la esencia, y por tanto transcendente del devenir del hombre, el trabajo tiene el sentido, no sólo de la propia subsistencia -para algunos- sino, para todos, de medio necesario y personalmente intransferible para lograr la perfección ontológica -o de ser- y óntica -o de existir- y de instrumento del plan de Dios sobre el hombre, sobre la sociedad y sobre el mundo. Y, en una concepción marxista de la existencia, (porque conviene recordar que el marxismo no sólo contiene un dogma, sino también una moral), y por tanto contingente, el trabajo es el demiurgo universal, causa de la grandeza humana y de la historia, creador del hombre y de su libertad. En consecuencia, mediador insustituible entre él y la naturaleza. Cualesquiera de estos criterios pueden ser válidos y útiles a la sociedad. De ahí, surgirá el principio del “derecho a trabajar”, que la sociedad y los poderes públicos del Estado deben a todo trance garantizar. Pero, también de poder hacerlo en el contexto de unas coordenadas justas, radicalmente excluyentes, no sólo de las lacras de esclavitud primitiva y servidumbre medieval del pasado, sino de las más modernas y sofisticadas fórmulas de explotación y opresión, hoy mismo, en España, tan absolutas, prepotentes y asfixiantes para el trabajador, y por completo consentidas por el Gobierno en el poder, que predica lo radicalmente contrario, pero tolera lo que ni el Gobierno más capitalista se atrevería nunca a permitir. Esta es la indignante paradoja, que los españoles, capaces de luchar con el precio de su sangre y de su vida por la libertad -como prueba el acontecimiento cuyo Bicentenario estos días celebramos- se obstinan ciegamente en ignorar, lanzando piedras torpemente sobre sí mismos. Y me refiero a los más pobres y desvalidos. No a los opulentos, a los que siempre da igual quién gobierne, y que son precisamente los que explotan a la mayoría de los votantes. Y es que existe un tipo humano aún mucho más tonto -como suele decirse- que “un obrero de derechas”, y ese tipo es “un obrero de izquierdas”.

Pero, al derecho a trabajar -y a eso vamos- no se opone, sin contradicción, sino que se complementa muy armoniosamente, el deber de hacerlo. Y de hacerlo bien. De esto, también es verdad, ya no se habla tanto, y sin embargo constituye una de las claves para poder devolver a nuestra sociedad la estabilidad y equilibrio necesarios y así alcanzar la verdadera paz. Porque, si a los que no pueden trabajar, por falta de trabajo, se unen los que no quieren hacerlo, pretextando infinidad de falsos agravios y resquemores del pasado, cabría augurar un verdadero cataclismo económico-social, aunque se tilde de “antipatriotas” -y qué sabrá ese individuo de patriotismo- a quiénes pueden augurarlo, simplemente porque, en lugar de ser tontos, lo saben. Y lo saben, porque son elemental y normalmente listos. No hace falta ser un sabio, ni mucho menos Keynes, Freedman, Tinbergen, Galbraith ó Greenspan -por riguroso orden de antigüedad- de ninguno de los cuales, tengo la certeza, ha oído ni hablar el “patriota” este de baba.

Todo ello, demanda con urgencia el advenimiento y puesta en práctica de un movimiento espiritualista del trabajo -ajeno por completo a la falsa teoría capitalista del “palo y la zanahoria”- independiente también por completo de las miserias de la política; de los “linotipistas cabreaos” y otros personajes ridículamente utópicos, o utópicamente ridículos, es igual, analfabetos e incompetentes, cuando no crueles o hasta sanguinarios. La instauración de una auténtica deontología laboral, creadora de un nuevo concepto de “disciplina”, como sometimiento lógico a un orden coherentemente pre-establecido -con supresión de lo inútil y selección de lo necesario- y no de vergonzosa e indigna sumisión a la voluntad del que “manda”. Una ética laboral que destierre para siempre ese execrable delito del “enchufismo”, político, parental o social; de los privilegios vitalicios fundados en los “derechos adquiridos”; de la frivolidad y ligereza en las designaciones digitales de auténticos asnos para ejercer delicadas o complicadas funciones. Sobre todo en el sector público.

Fue, una vez más, Ortega quién habló de las “éticas mágicas”, para referirse a los vanos intentos de transformar una sociedad. Son “mágicas”, pero nada más, porque fundan todo su contenido en el “deber ser”, cuando la sociedad es un “es”. Las éticas mágicas, son imposibles, inútiles… Y, si así fuese, más nos valdría a todos, pegarnos un tiro. Si yo no lo hago, además de porque me da mucho miedo, es porque creo en Dios. Simplemente, me he auto-exilado. Estoy en España, a la que amo, pero no vivo en ella. Luis Madrigal.-

LA AVENIDA DE LA INDEPENDENCIA (X) El juicio de los historiadores F)

GENIO Y FIGURA...

LA AVENIDA DE LA INDEPENDENCIA (X) El juicio de los historiadores E)

¡ESTOS PSIQUIATRAS...!

martes, 29 de abril de 2008

VASCOS ESPAÑOLES


Cuando, tantas veces, en ya más del último cuarto de siglo, algunos vascos -no podría decir su número- han dado dolorosos motivos de agravio a España y al alma española, constituye un verdadero alivio, muy reconfortante, comprobar que, al menos en otro número, que tampoco podría precisar, aunque quizá sea menor, o quién sabe, necesariamente tiene que haber vascos -la distancia no es tan grande, en relación con la fecha- que continúen sientiéndose españoles, en unión fraternal con los demás pueblos de España, ese enigma histórico que predicó un abulense, Don Claudio Sánchez Albornoz. Lo prueba la declaración efectuada, y publicada, por la Junta de Vizcaya, desde la Tradición, en los primeros días de Agosto del año 1008. Cuando hoy conmemoramos el II Centenario del DOS DE MAYO, en tal digna Declaración, formal y solemne, la Junta vizcaina recuerda a todos los españoles -fraternalmente- los "infinitos" nombres vascongados -o euskaldunes, a mí me da igual- que se inmolaron y dieron en holocausto por España. Es cierto. Solía decirse, hace ya algunos años, que "con los pechos de los vascos tenía España bien cubiertas las espaldas". ¡Ojalá hubiera podido ser siempre así...! Como cuando, también contra franceses, los vascos pulverizaron al Ejercito de Carlomagno en Roncesvalles; como, cuando aquel marino de Guetaria, Juan Sebastián Elcano, antes al servicio de Cisneros en África y del Gran Capitán en Italia, recibió del Emperador Carlos I la simbólica y gloriosa inscripción: "Primus circundedisti me"; como cuando aquel duro asceta de Loyola, anteriormente hombre de armas, fundó la Compañía de Jesús; como cuando otro heróico marino, de Mutriku, Cosme Damián Churruca y Elorza, dió su vida por España, en la Batalla de Trafalgar, al mando del navío "San Juan Nepomuceno"; como cuando Juan de Urbieta, en la Batalla de Pavía, apresó al rey francés Francisco I, e infinidad de otros cuandos más. El de Miguel López de Legazpi, que conquista para España las Islas Filipinas; el de Don Miguel de Unamuno, un vasco muy español, que explicaba tantas cosas en la Universidad de Salamanca. Y como otros tantos, y otras muchas nobles y heróicas azañas llevadas a cabo por los vascos: Andrés de Urdaneta, que estableció la ruta de Filipinas a Acapulco; Blas de Lezo, defensor de Cartagena de Indias; Pedro Navarro y Machín de Rentería, que combatieron en las campañas del Mediterráneo; Miguel de Oquendo, y las escuadras de Vizcaya y Guipúzcoa, que tantas veces se batieron en acciones navales españolas... ¡Honor y gloria, pues, a la nación euskalduna y a los vascos!, porque son muchos más los años, los siglos, en los que dieron su vida por España, que estos últimos desdichados veinticinco años, en los que, algunos de ellos, sin duda más por una visión somera y superficial de la Historia y de la propia razón de ser del pueblo vasco, cultivada por la locura de unos, y agravada por los errores de otros, han sembrado España de sangre. Luis Madrigal.-


Arriba, la Declaración de la Junta de Vizcaya, con ocasión del II Centenario del Dos de Mayo

domingo, 27 de abril de 2008

MÚSICA HERÓICA ("Los Sitios de Zaragoza", de Cristóbal Oudrid) Banda de San Sebastián de los Reyes (Madrid)

LA AVENIDA DE LA INDEPENDENCIA (IX)

UN PAÍS TURÍSTICO

LA AVENIDA DE LA INDEPENDENCIA (VIII)

EL TESTIMONIO DE ALBERTO


Hace muy escaso tiempo que conozco a Alberto. Desde que hace poco más de un mes coincidimos en el Estudio de Pintura, que dirige en Madrid el maestro Fra, mejor dicho, los maestos Fra, puesto que son hermanos, Javier y Juan. Mi incorregible y abusivo deseo de poner en práctica todo lo que se presenta a mis ojos, me condujo el pasado curso a este ámbito artístico, en el que pasé ocho meses practicando el grafito. Sólo retratos: La Madre Teresa de Calcuta, Heidegger, Ortega, Unamuno, Kennedy, Ramón y Cajal... fueron mis más ilustres modelos, y quizá algún día los traiga también a este Blog, para que todos ustedes (ustedes-vosotros, que dicen los andaluces), les echen una mirada. Y este año, ha llegado Alberto, Alberto Madolell, que practica la aguada con tinta, tan sólo en blanco y negro, con una singular destreza. Queda invitado por ello también a traer aquí alguno de sus magníficos trabajos, ya sea el que acaba de terminar, o bien el que ha comenzado muy recientemenete.

Pero, aunque ya me lo había anunciado, comprobé, creo que ayer mismo, que además del dibujo y la pintura, Alberto me había obsequiado con una visita a este Blog, en el que dejó su testimonio particular acerca de esa cuestión tantas veces debarida entre españoles en orden a la lectura del Quijote. Y lo que , en su comentario, nos dice Alberto, creo yo, no puede desperdiciarse de cualquier manera, sin obtener de ello la respectiva enseñanza práctica, crítica y hasta moral. Por mi parte, ya correspondí ayer a su comentario a la entrada de referencia, pero me parece tan significativo y sincero lo que nos dice, que no resisto la tentación de reproducirlo nuevamente, otorgando a su texto el tratamiento tipográfico que no permite la estructura y configuración insoslayables de una ventana de comentarios. En consecuencia, vuelvo a repetirlo por mi parte, fundamentalmente con el ánimo de que alguna otra persona se sume a la cuestión debatida y, a ser posible, con la misma sinceridad de Alberto. Vamos a ello, pues:

"Antes de leer el Quijote, me había creído bastantes de las injustas afirmaciones que hoy día escucho de los que aún no se lo han leído. Entre ellas: 1) Que está escrito en un lenguaje arcaico o, como poco, anticuado, que lo hace ininteligible; 2) Está lleno de pedantes discursos "homéricos" del estilo de la Ilíada, que nos hizo leer y resumir el profesor de griego del colegio so pena de suspenso, aunque no nos enterásemos de la misa la media 3) Que su temática está desfasada (ya no hay quijotes, ni caballeros andantes, ni menos aún dulcineas ni criaturas varias a las que defender de villanos, y de haber sanchos, serían unos "pringaos") 4) Es larga y aburrida (¿qué puede haber de divertido en un tipo como un cencerro con una bacía de barbero como casco que se pone a peregrinar por La Mancha diciendo disparates, con un pobre aldeano como escudero y otra aldeana como mujer de ensueño?) Por supuesto, nunca pasaba de "En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme..." Un día decidí seguir leyendo hasta el final, y me encontré: 1) Que El Quijote está escrito en un lenguaje sencillo y actual (al fin y al cabo, el castellano no ha evolucionado tanto en cuatro siglos, como ha sucedido desde que se escribió el Cantar del Mío Cid, hace ya ocho siglos); 2) El Quijote es un loco cuerdo que "suelta" discursos llenos de sensatez cuando está en sus cabales, pero eso es parte de la belleza de su personaje; no es, en mi opinión, un arquetipo clásico; 3) Viajando en el Metro, me he reído yo solo mientras leía algunos pasajes como aquel en que Quijote se bebe el bálsamo de Fierabrás, vomita sobre Sancho, éste de rebote vomita sobre Quijote, y "quedan los dos como de perlas"; 4) Si creemos que la temática de El Quijote está desfasada, sólo tenemos que pensar en cuántos quijotes hay por el mundo hoy día, y cuántos sanchos y dulcineas, y sabremos si esa dialéctica entre idealismo y realidad es propia de tierras manchegas en el siglo XVII, o más bien es universal

Como decía, todas aquellas injustas afirmaciones acerca de El Quijote, que yo mismo me creía, provienen siempre de quien no se lo han leído. Aún no he conocido a nadie, de entre aquellos que se lo han leído (salvo aquellos que se lo leen a la fuerza, claro) que no me hable maravillas de la novela.

Es a propósito que quería recordar aquí a mi abuelo. Era analfabeto y aprendió a leer y a escribir por propia voluntad. Se convirtió en un gran aficionado a la lectura. Leyó muchos libros a lo largo de su vida, pero como nos suele pasar a los amantes de la belleza por escrito, tuvo sus preferencias. Una de ellas fue El Conde de Montecristo; la otra, El Quijote, que fue su libro de cabecera, y que leyó repetidas veces en su vida".

Alberto Madolell, Madrid

jueves, 24 de abril de 2008

UN POETA ARGENTINO, GANA EL PREMIO CERVANTES


El poeta argentino Juan Gelman (Buenos Aires, 1930), ha ganado el Premio Cervantes, en su edición de 2007, oficiosamente considerado como el Nobel de Literatura en lengua española. Juan Gelman buscó durante más de veinte años a su nieta Macarena, fruto del matrimonio de su hijo Marcelo Ariel Gelman Schubaroff y de su nuera María Claudia García Irureta-Goyena, torturados y asesinados por la dictadura militar argentina, que mantuvo con vida a la madre para robarle el bebé nada más nacer y entregarlo en adopción. Los dos tenían veinte años, y Macarena siete meses en el vientre materno. La encontró hace ocho años en Uruguay. Ayer, en la casa de Cervantes, Gelman recordó a la gran poeta rusa Marina Tsvetaeva, aniquilada por el estalinismo: «El poeta no vive para escribir. Escribe para vivir». Las paredes del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares reverberaron rotundas, saludando estas palabras con una clamorosa ovación. El poeta que fue será, y siempre es, finalizó su discurso, miró a su nieta, y las lágrimas aparecieron en la distancia. En unos ojos cansados de tanto sufrir, y en los alegres por la felicidad de recuperar al abuelo.

La de Gelman -como la de tantos argentinos de nuestros días, con cuyo dolor este pobre español se duele- es la verdad del sufrimiento, la de un hombre que murió muchas veces, y más con cada noticia de un amigo o compañero, asesinado o desaparecido que agrandaba la pérdida de lo amado: «La dictadura militar argentina desapareció a 30.000 personas y cabe señalar que la palabra desaparecido es una sola, pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanos y ciudadanas inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto».

El Quijote le abrió manantiales de consuelo a Gelman, como antes Santa Teresa y San Juan de la Cruz. «La presencia ausente de lo amado». Dios para ellos, el país del que fue expulsado para Gelman: Las llagas no han cicatrizado. Sangran desde la muerte a distancia, porque la muerte, dijo el poeta de «Mundar», se ha hecho «anónima». Hace dos años, cuando obtuvo el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Juan Gelman celebró su llegada «a una España que no acepta las aventuas bélicas y que rompe clausuras sociales que hieren la intimidad de las personas». «Hoy celebro -incorporó Gelman- rescatar nuevamente a una España empeñada en un único camino para construir una conciencia cívica sólida que abra las puertas al futuro... Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. La memoria es memoria si es presente y así como Don Quijote limpiaba sus armas, hay que limpiar el pasado para que entre en su pasado». Una nueva sonora ovación acogió su discurso.

PALABRAS DEL REY DE ESPAÑA

Hoy celebramos la lengua española, uno de los mayores tesoros que compartimos. Los hablantes, a quienes pertenece, debemos un tributo de gratitud a la creatividad de los autores, que la pulen, la tallan y la enriquecen con nuevas facetas cada día. Unos y otros, con distinta impronta, labramos nuestra lengua. Pedro Salinas esbozaba esa acción conjunta, al reseñar en breves palabras: “Todos, un sol detrás de otro, la vuelven clara”. Entre los creadores, sobresale Miguel de Cervantes, no sólo porque supo enaltecer el español en su esplendor literario, sino también por su generosidad, capacidad de superación, y empeño en grandes causas, de las que El Quijote, su genial creación, es portador destacado.

En su última convocatoria, el Premio Cervantes de Literatura ha querido reconocer la obra de un gran escritor argentino, enamorado de la palabra y firmemente convencido de su inagotable potencial de comunicación, así como de su vigor incomparable para luchar contra la adversidad. Quiero expresarle, en nombre de la Reina y en el mío propio, nuestra más afectuosa felicitación, con nuestra admiración y respeto. Don Juan Gelman es uno de los más valiosos poetas de los últimos tiempos. Renovador del idioma y creativo del lenguaje, en su obra confluyen de manera asombrosa, un lirismo construido a vueltas con la racionalidad, con un discurso poético centrado en lo real. Su palabra fluye con fuerza, sinceridad y espontaneidad. Nutre la pasión por disfrutar de la capacidad de sentir y palpar, que encierra la mejor poesía.

Su obra y su trayectoria han recibido numerosos reconocimientos, que culminan hoy con el alto homenaje que supone este Premio Cervantes. Ya cuenta en su haber con importantes premios como el Nacional de Poesía argentino; el “Juan Rulfo” de Literatura Latinoamericana y del Caribe; el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda; y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que recibió hace dos años. En la singular voz del poeta Don Juan Gelman, cabe apreciar la consistencia rítmica y musical, que es un pilar fundamental de la estructura de toda obra brillante como la de nuestro premiado. Una obra que transmite su particular forma de mirar la vida y de ver el mundo, a través de temas recurrentes como el amor, la memoria, el dolor y la muerte. En su poesía, que destila compromiso personal, social y creativo, lo humano y lo cotidiano cobran un papel protagonista, capaz de desgarrar y de emocionar a quién lee o escucha.

Del tango de su Buenos Aires querido, concebido “como manera de conversar”, ha sabido realzar lo trágico y existencial. Para Don Juan Gelman, con una vida dramáticamente marcada por las muy crueles consecuencias personales y familiares de la dictadura, la palabra ha representado el reencuentro, en el exilio, con su patria y con sus raíces más profundas. No en vano ha definido la poesía como “el territorio más libre del mundo”. Su relación con España ha permanecido siempre viva, gracias a la impronta que han dejado en su obra autores como Garcilaso, Quevedo, Cervantes, Machado o Lorca, y al continuado contacto con un país que fue, hace más de treinta años, escala de acogida en su doloroso exilio.

Mi más sincera y sentida felicitación a todos los hermanos argentinos.
Luis Madrigal.-

miércoles, 23 de abril de 2008

HOY, ES EL DÍA DEL LIBRO


En realidad, lo más preciso y riguroso sería decir el "Día Internacional de Editores de la Unesco", lo que, ya en sí, lamentablemente, tienen connotaciones mercantiles, a pesar del benemérito Organismo internacional. Y los libros, no deberían venderse, aunque ello sea una verdadera utopía. Cuando la UNESCO estableció "este día", justificó la designación del mismo en orden a la exaltación del libro, y se supone que de la lectura, con el argumento de ser tal día el de la fecha de la muerte de tres grandes escritores: Nuestros Miguel de Cervantes y el peruano Gómez Suárez de Figueroa (Cuzco, 23 Abril de 1616), autonominado durante su exilio en Espala "El Inca Garcilaso de la Vega" y el genial inglés Williams Shakespeare. Sin embargo, tal triple coincidencia de fecha, no es verdad, por diversos motivos y matices. El primero de ellos es el de que, como ya se dijo ayer en este mismo Blog, Cervantes no murió un 23 de Abril (este fue el día de su enterramiento), sino un 22 de Abril. Pero también porque, si bien en cuanto a la coincidencia del año -1616- no puede oponerse nada, sí en cuanto al Calendario respecto al cual es preciso establecer la fecha del día y del mes. Y, aún aceptando como fecha simbólica, para Cervantes, la de su entierro y no la de su fallecimiento, ese 23 de Abril lo es del Calendario Gregoriano, mientras que, para Shakespeare, ese 23 de Abril de 1616, lo es según el Calendario Juliano, lo que equivale al día 3 de Mayo de 1616, en el gregoriano. Conviene aclarar todas estas cosas, aunque sólo sea para que los libreros, impresores y editores, esos "benefactores" de la Humanidad, pero no de los pobres autores, no puedan mostrar en sus anaqueles y vitrinas, ni en los tenderetes que hoy se alzan en las calles, las cosas y las fechas tan bien "colocaditas" y ordenadas. Sencillamente, porque no es verdad. De todos modos, lo importante, lo verdaderamente esencial y transcendente son los libros, todos ellos, los que escribieron los grandes y los pequeños maestros, e incluso los que escribe, vean o no la luz, cualquier persona, que dedique su tiempo a tan noble actividad, en lugar de jugar a la petanca en el Parque, después de la jubilación. Yo, quiero hoy colgar como ilustración de esta entrada, la Primera Portada del, para mí, libro de los libros, si de la escritura humana ha de tratarse y no, desde luego, de la divina.... Por ello, también "a escondidas", casi de puntillas y entrando por la ventana de su estudio, le he vuelto a robar otro de sus sonetos a mi amigo Alphonso Carbajal, en vista de que él no acaba de publicarlos. Al final, mala suerte, me ha "pescado", ne ha sorprendido, pero, a pesar de ello, no ha podido resistirse, no tanto porque, más que un verdadero robo -no he empleado violencia en las personas ni fuerza en las cosas- es un simple hurto, y además un hurto de uso, no para mérito y gloria tampoco de él, ni mío, sino como tributo de verdadera admiración y cariño hacia los libros, hacia todos ellos, y casi casi se lean o no, porque los libros, además de legibles, son... acariciables, al sentir el armonioso sonido del pase de página, y hasta comestibles. Algunos -muchos- tienen un excelente sabor, aunque otros resulten aburridos y rancios. Así, pues, esto es lo que mi buen amigo piensa de los libros:



DULCES LIBROS, TAN QUERIDOS...


¡Vedlos aquí...! en un oscuro estante...
Serenos, sosegados, transparentes,
enamorados, quietos y conscientes
de la verdad que albergan al instante.

Tantas veces, de ellos tan distante,
se llevaron su voz sordas corrientes
que, contra ellos, levantaron gentes
sin luz y sin verdad. El ignorante,

cree que un libro es mera "teoría",
papel impreso, tinta que se gasta
inútilmente. Y piensa todavía

-si pensar puede- que la sombra basta.
Quiere vivir, tan sólo en la alegría
del asno que, feliz, paja devasta.


Alphonso Carbajal


(Del Segundo Poemario: "La Luz está encendida". Poema 94)

martes, 22 de abril de 2008

HOY, HA MUERTO EL ESPAÑOL MÁS UNIVERSAL


Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada, las barbas de plata, que no ha veinte años fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño; la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies; este, digo, es el que llaman Miguel de Cervantes Saavedra. Miguel fue soldado muchos años y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlos Quinto, de felice memoria... [Este, queridos amigos, es el español más universal que hoy se nos muere, un 22 de Abril... de 1616, hace exáctamente trescientos noventa y dos años, inmerso en la más profunda miseria, en la que él mismo se veía, sin quizá saber ni intuir que llegaría a ser la más alta cumbre de la Literatura universal de todos los tiempos.] ¡Adiós gracias, adiós donaires, adiós regocijados amigos; que yo me voy muriendo. Mi vida se va acabando, y, al paso de las efemérides de mis pulsos, que, a más tardar, acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida. Lo que se dirá de mi suceso, tendrá la fama cuidado, mis amigos gana de decirla y yo mayor gana de escucharla.

Miguel de Cervantes


(De: Novelas Ejemplares, prólogo; Viaje al Parnaso, cap. IV; Persiles y Segismunda, Historia del bárbaro español; Persiles y Segismunda, prólogo.)


Descansa en tu Mansión del Parnaso, gloria de España y del mundo, Príncipe de los Ingenios, heróico soldado de Lepanto, bajo la bandera de aquel otro gran español que se llamó Don Juan de Austria.
Luis Madrigal.-

lunes, 21 de abril de 2008

UN SONETO AL AMANECER, PARA ALICIA MARÍA ABATILLI


A este paso, mi buen amigo Alphonso Carbajal, se va a enfadar conmigo, a fuerza de hacerle la competencia escribiendo Sonetos. En realidad, la culpa no es mía, sino suya, por no ser capaz de poner en marcha decorosamente (él dice carecer de conocimientos y herramientas específicamente informaticos a tal fin, y yo tampoco puedo ayudarle) su proyectado Blog de POESÍA (http://www.alphonsocarbajal.blogspot.com/). Está visto que la construcción de este lugar en la Red lleva el mismo camino que el de las obras de El Escorial. Pero, esta ocasión, resulta de suma urgencia, porque mi amiga argentina Alicia María Abatilli, exquisita y sensible poetisa cuando escribe prosa poética, me remite, vía correo electrónico, a su post de 3 de Marzo de este mismo año, "Prefiero mis amaneceres", en el que expresa su dificultad para componer un Soneto, y más si ello ha de ser a la luz de una vela, debido a las crisis energéticas. Sin embargo -y aunque ya está aclarado por el mismo conducto electrónico- también dice, o parecía deducirse de su texto, que los "sonetistas" somos "selectivos y xenófobos", despertando vanidades o posibles ambiciones, al pretender jugar con palabras hermosas y rimas alternantes, que pudieran privarle de sus preciosos amaneceres. Pues bien, Alicia, nada más falso, como ya te he dicho. Nada de eso. Esos bellísimos amaneceres -y los atardeceres- que tan bien describes poéticamente como recoges y captas con tu cámara fotográfica, pueden ser perfectamente alojados en la horma del Soneto, porque, eso es verdad, y no es bueno olvidarlo, que tal tipo de estrofa -"il suono"- ya por su propio nombre, y si de verdad lo es, constituye la reina de todas las estrofas métricas. No en vano lo trajo Garcilaso de Italia y fue cultivado después por los más sublimes poetas. Y poetisas, como Sor Juana Inés de la Cruz, por ejemplo. Tú, también puedes hacerlo, Alicia. Sólo tienes que intentarlo y te sorprenderás. Tanto, tanto, que ya nunca más querrás escribir casi otra cosa, aunque desde luego hay otras estrofas también sublimes, como la décima, la quintilla o la lira, sobre todo si es al estilo de Fray Luis. Para quitarte "el miedo" al Soneto, y sobre todo para demostrarte que tus amaneceres caben dentro de él, he intentado, quizá sin conseguirlo, probar la teoría, dedicando otro Soneto a uno de esos amaneceres, al mismo que aparece en la fotografía que ilustra tu ya mencionado post del día 3 de Marzo del año en curso y, al propio tiempo, esta misma entrada. Y, desde luego, también a ti misma. Como dicen los taurinos, al menos aquí en España, y también en Méjico, Venezuela, Perú, Ecuador y Colombia: "Va por usted", señorita de Córdoba (Argentina):


UN SONETO AL AMANECER, PARA ALICIA MARÍA ABATILLI


Se retira la sombra que perece,
cual si fuera un fantasma desalado;
huye y se esconde al día, que ha alumbrado
la sonrisa del sol... Es que amanece...

Una paloma blanca, ya aparece
mensajera de amor embelesado,
sin burla, ni ambición, ni gesto airado,
ni brizna del veneno que envanece.

Lleva en su pico el perfume alado

de una magnolia viva, no marchita.
Llega a lo alto, en vuelo enamorado.

Se olvida de la tierra, que se agita...
Y ya el soneto -Alicia- está acabado,
si a la luz de una vela, el amor grita.

Luis Madrigal

Con todo mi cariño

Madrid, 21 de Abril de 2008



Arriba, fotografía de la propia poetisa Alicia María Abatilli


domingo, 20 de abril de 2008

DOMINGO V DE PASCUA


"En la casa de mi Padre hay muchas moradas.
Y cuando me haya ido y os haya preparado el lugar,
vendré otra vez y os tomaré junto a Mí, a fin de que donde
Yo estoy, estésis vosostros también..." (Jn, 14, 2-3)




RESURRECCIÓN


La sombra se acabó, vió el gran consuelo

de la muerte, que ya se trocó en vida;

el barro que existió, ve la subida

e ingrávido se aleja más del suelo.


Sube y sube, hasta alcanzar el cielo,

la esencia -para ser- sin más, cabida

del fuego que brilló y, en él bruñida,

sólo siente calor. Ya no hay más hielo.


Una sublime música le arrulla

y en éxtasis contempla mil colores.

No hay quién, ni nada, a su ser excluya


la gloria, ni el amor. Ya los dolores

terminaron al fin, sin que otro fluya.

Y en inmenso Jardín, sólo ve flores.


Luis Madrigal

Madrid, 20 de Abril de 2008

Domingo V de Pascua


A mi querida amiga la poetisa argentina Alicia María Abatilli, para que se anime a escribir un Soneto, y a mi querido e íntimo amigo el desdichado poeta Alphonso Carbajal de la Legua, para que se atreva a publicar los suyos en su humilde Blog
http://www.alphonsocarbajal.blogspot.com/


En la imágen de arriba, facsimil de "Apocalipsis flamenco" (Anónimo)

Bibliothèque Nationale de France (Paris)







viernes, 18 de abril de 2008

LA PRIMAVERA



Precisamente hoy, dieciocho de Abril, es un día, climatológicamente, duro y desagradable en Madrid. Ayer ha llovido, hoy también. Esto, no es malo, hace mucha falta la lluvia. Lo peor es que corre un viento helado que casi corta la piel. Ha nevado en la Sierra de Guadarrama, en la Cornisa Cantábrica, en la Sierra de Bejar... Madrid está rodeado de nieve y, en cualquier dirección de la rosa de los vientos, el ambiente resulta sumamente desapacible. Y siempre igual, año tras año. Cuando yo era un niño, en León, un 2 de Mayo, presencié desde las ventanas de mi Colegio en la Avenida del Padre Isla una contundente y categórica nevada, de esas de copos como trapos, que caían despacio, sin tener prisa alguna en congelar la tierra y, mientras tanto, saturaban el aire de su duro y estremecedor aliento. Y era Mayo. Jacinto Benavente, o quizá José María Pemán, no recuerdo ahora mismo -y no estoy dispuesto a verificar semejante tontería, porque ya me he hecho mayor- escribió una pieza de teatro, desde luego, creo recordar, no relativa al clima, sino a la vida humana, que se titulaba "Nieve en Mayo". Sin duda, quien fuese el autor, no anduvo muy preciso al establecer el título, aun metafóricamente, por que casi podría decirse que eso, nevar en Mayo, es casi lo habitual, todos los años. Ahora, todavía no estamos en Mayo, sino en Abril, que parece estar dando muestras de su fama lluviosa, pero nada de esos días tan calmados y dulces, en los que la temperatura se hace tibia y el viento duerme ya casi su sueño de verano. Nada de eso. Esto, será poesía, pero la verdad es que, precisamente, eso de que la Primavera es ese paraíso de luz, armonía, bienestar y calma chicha, sin duda es un invento de los poetas. Y quiero pensar que de los malos poetas, porque tampoco la Poesía debe apartarse de la verdad, ni falsificar la vida. ¿Quién sería aquel merluzo -tampoco pienso investigarlo ahora- que dijo aquello tan manido y cursi de que "la Primavera ha venido... nadie sabe por qué ha sido". Yo, desde luego, sigo sin saber por qué, porque la causa de todas las cosas siempre es lo más dificil de descubrir. Esto, ya es Filosofía y, en consecuencia, hay que "subir el listón" a cotas más altas. Pero lo que si me permito augurar, tras tantos años de andar casi con bufanda por la calle hasta bien entrado Junio, es para qué ha venido. Pues, bien, ha venido, viene todos los años, para "hacernos la puñeta". De Poesía, nada. Eso es una falsedad, como tantas, y cada vez me reafirmo más en la consistencia y verdad de la poesía existencial, que fue la que cultivo Heidegger al final de su vida, o la que hace cierta aquella conclusión del gran poeta y filósofo alemán Friedrich Leopold von Handenberg ("Novalis", para los amigos), cuando afirmó: "La Poesía, es lo auténtico real absoluto. Esto es la esencia de mi filosofía. Cuanto más poético, más verdadero". Aunque yo me permitiría invertir el orden, en este otro sentido: Cuanto más verdadero, más poético. Pero, estoy seguro, "Novalis" no cantó nunca a la Primavera, esta etapa de frío, lluvia, vientos revueltos e impetuoso progreso de toda clase de enfermedades víricas. No sé, pero estoy pensando sugerir, eso sí con todo respeto, a mi gran e íntimo amigo el poeta Alphonso Carbajal, oriundo como yo de León, que borre todos sus poemas a la Primavera y "se pase" al Otoño, al Verano o incluso al crudo y puro Invierno, porque al menos este ultimo no engaña, ni traiciona esperanzas. En conclusión, tomando la cosa en puro tono de humor, esto de la Primavera me recuerda lo que debió ser el amor entre los troglogitas. Sí, quizá esta es la más exacta comparación. Y para demostrarlo, vean ustedes, amigos lectores, más arriba, el delicioso gráfico que ilustra esta entrada. Luis Madrigal.-

SUBVERSIÓN DEL ORDEN


jueves, 17 de abril de 2008

LA NUEVA FRONTERA DEL ESPAÑOL

Indudablemente, todos los idiomas, en sus derivaciones unos de otros -estratos sobre substratos- surgieron de la emisión -dicen que gutural- de la voz humana. Parece ser que la raíz rgu, originaria del sánscrito, ha determinado la formación de muy diversos términos lingüísticos, entre otros, nada menos que la palabra española "derecho". Y, respecto a este término, lo mismo ocurre en catalán, rumano, alemán, francés, italiano, etc., etc. Sin embargo, también sin duda, la creación de la escritura, modificó los usos del lenguaje, y de su utilización y evolución a lo largo del tiempo. Desde la aparición de la escritura, toda la cultura ha sido una cultura escrita y, por supuesto, escrita en los libros. Pero, como todo el mundo sabe, desde hace algún tiempo, el Teléfono, la Radio, la TV y, no digamos ahora este portentoso invento de Internet, han permitido la difusión de los conocimientos y, en consecuencia, el acceso a los mismos sin el auxilio del instrumento tradicional del libro. Y, a su vez, las personas que poseen la experiencia del acceso a Internet, bien saben que se están experimentando cambios muy profundos, tanto en la distribución de las lenguas como en su propia pervivencia. El futuro lingüístico de la Humanidad, así pues, va a hallarse condicionado por este tipo de problemas y, por ello, parece oportuno que alguien se ocupe de analizar la cuestión, como de hecho proyecta hacer el Profesor Miguel Siguan, Catedrático de Psicología de la Universidad de Barcelona y Primer Director del Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) de la misma Universidad. El Profesor Siguan, que es autor de obras muy importantes en la materia, como "España plurilingüe"; "Bilingüismo y lenguas en contacto" y "La Europa de las lenguas", tiene todo el aspecto, o presenta todos los síntomas, de ser catalán y, por ello, no sabría yo decir hacia qué derroteros pueden encaminarse sus disertaciones. Ciertamente, tampoco puedo emitir al respecto el menor juicio, tanto por inexperto en la materia, como por desconocedor del talante intelectual y cultural del Profesor Siguan. O, dicho de otra manera, de su grado de participación en la Ley del Parlamento catalán sobre "regularización lingüistica", consistente en imponer a toda trance el empleo de esta lengua, desde los Colegios hasta el cuarto de baño y en prohibir a los niños de Zamora o de Jaén, que aprendan y usen el castellano, la lengua de sus pobres padres emigrantes a Cataluña. No sé por donde pueden ir los tiros. Pero lo que sí voy a hacer, porque esto interesa mucho a cuantos hablamos en español, es acudir al Colegio Libre de Emeritos, seno de este ciclo entre otros, entre los días 29 del corriente mes de Abril y el próximo 13 de Mayo. Y ya se lo contaré a ustedes, queridos lectores, si es que hay alguno, de este humilde Blog. De momento, me conformo con publicar arriba las imágenes del folleto que esta misma noche me he encontrado en el buzón del vestíbulo de mi casa. Luis Madrigal.-

martes, 15 de abril de 2008

EL ERROR DE LA SEGUNDA REPÚBLICA


Con las tareas a las que ayer hube de dedicarme, consistentes en modificar la Portada de este Blog, no sólo para no asustar a nadie, sino par infundir ilusión y esperanza, y aunque reparé en el significado de la fecha, no tuve ocasión de recordar aquí que ayer era 14 de Abril. Afortunadamente del año 2008 -aunque quién sabe lo que nos depara el futuro más inmediato- y no de 1931. En esta trágica fecha, se instauró en España la Segunda República, causa directa de infinidad de calamidades y desgracias de toda índole. Pero, si todos los santos tienen octava, según proclama el refrán, imagino que también pueden tenerlo los diáblos. Porque eso fue en lo que se convirtió aquel accidentado y caótico experimento, segundo fracaso por cierto de tal tipo de sistema político en España. Debo decir, que yo no creo ser nada monárquico, sino más bien abiertamente republicano, tras un análisis que entiendo sereno y razonable. Un republicano "abstracto", eso sí, no partidario de ninguna República en particular sino del sistema republicano en general. A pesar de ello, también tengo que admitir que la tradición histórica española, y no por unas décadas, ni por medio siglo, sino por siglos enteros, es decir por siempre y desde siempre, ha sido y es la Monarquía. A pesar de lo frívolos y estúpidos de un no escaso número de Monarcas, antes y después del absolutismo. En este preciso sentido, y pese a la simpatía personal que dicen le adornaba, no tengo precisamente yo una buena impresión de Don Alfonso XIII, el Rey que se autoexiló, abandonando el país a su suerte, después de haber propiciado no pocos errores, sin perjuicio de inmiscuirse oficiosa pero ilegalmente en tareas ajenas a su competencia, dentro de lo que ha de ser una Monarquía parlamentaria y liberal. Y, al final, sin una verdadera causa que lo justificase, ni aun tampoco ante una situación de verdadero alto riesgo personal - y aunque así hubiera sido- optó por "salir por la puerta de servicio", con el pretexto de no querer cooperar a verter sangre española, y pese al apoyo recibido de alguno de los Ministros del Gobierno, concretamente Bugallal y La Cierva, partidarios de hacer uso del Ejército para mantener la legalidad vigente en aquel momento. Legalidad vigente, y hasta podría decirse que no tan abultado fracaso de los partidos monárquicos en aquellas Elecciones de 12 de Abril de 1931, que, en primer lugar, eran tan sólo municipales, no legislativas y, en segundo término, arrojaron un resultado de 22.152 Concejales monárquicos, frente a 5.875 antimonárquicos, aunque, eso sí, dejaron 52.000 puestos sin determinar. Cierto que "los amigos de la libertad y la democracia", los que tanto lo proclaman, pese a practicar todo lo contrario, ya habían enseñado los dientes, tanto al orden legalmente constituido como, según su tradicional estilo y costumbres, al orden público, frente a una situación económica que, es verdad, sufría las consecuencias mundiales de la gran depresión de 1929, de la que el mundo no se recuperó hasta el final de la Segunda Guerra mundial. Hay que admitir también que, en Madrid, el número de Concejales antimonárquicos triplicó al de los monárquicos, cuadruplicándolo en Barcelona, y que 41 Capitales de Provincia se decantaron asimismo en el mismo sentido mayoritario. Pero, aún así, todo ello dudosamente podría justificar las palabras del Rey, en aquel manifiesto que tan sólo publicó el diario ABC: "Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que este desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo tiempo generosa ante las culpas sin malicia. Soy el rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fraticida guerra civil..." Omito casi otro tanto de aquel mensaje, pero esto último era el gran motivo de la actitud del Rey, evitar la guerra civil. Inútil deseo. Además, no renunció a ninguno de sus derechos, "más que míos, depósito acumulado por la HIstoria...", abandonando España sin abdicar (no lo haría hasta Enero de 1941, en Roma, en la persona de su tercer hijo, Don Juan), la misma noche del 14 de Abril. Ya ese mismo día, pero a las 6,30 de la mañana, se había izado en Eibar (Guippuzcoa) la primera bandera tricolor. Lo que sucedió después, no fue nada halagüeño, sino altamente doloroso y triste. Aquella República, que, en cinco años de duración, tuvo dos Jefes de Estado y hasta 19 Jefes de Gobierno, fue incapaz de asegurar los dos extremos esenciales comunes a todo Estado de Derecho, la creación del ordenamiento jurídico y el mantenimiento del orden público, permitiendo, en pasiva cooperación con aquellos populachos agresivos y sanguinarios, crímenes sin cuento, la división de España, la persecución implacable de la Iglesia Católica, con sus miles de mártires, y un sin fin de atrocidades más. Y convendría recordarles a estos paladines de la libertad, que ahora hacen el agosto en la TV pública, escupiendo mentiras y recreándose en su atrabiliario odio secular, que, durante el llamado Bienio radical, lo de menos fue la proclamación por Companys del "Estado Catalán, dentro de la República Federal Española", el 6 de Octubre de 1934, sino que, al siguiente día, el PSOE encabezó un golpe de Estado, constituyendo para ello el "Ejército Rojo", con 30.000 hombres, que se lanzó al asalto de Madrid. En fin, lo que pasó después ya lo hemos oído dolorosamente muchas veces. No hace falta repetirlo una más. Pero sí hay que decir, muy claro y muy alto, que si aquella maldita guerra civil la hubiesen ganado los que la perdieron, España habría salido del yugo y la dictadura de aquella cosa tan maraviloosa como fue "el Frente Popular", unos años antes o después que Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumania, Yugoslavia, Albania y... la propia y sufrida nación rusa. Que la Historia olvide para siempre aquel grave errror y, sobre todo, que Dios perdone a aquellos asesinos. Luis Madrigal.-


Arriba, la bandera republicana ondea en Eibar (Guipuzcoa), a las 6,30 horas de la mañana del dia 14 de Abril de 1931

lunes, 14 de abril de 2008

CAMBIO DE CARA... PERO NO DE ESPÍRITU


Una de mis colegas y más queridas amigas de América, Alicia María Abatilli, de Córdoba (Argentina), me dice no temer a la muerte, pese ser consciente al mismo tiempo de que será nuestro final común. Pero me sugiere, del modo más cariñoso, que cambie "ese cráneo" de la portada de mi Blog por algo más esperanzador. Estoy de acuerdo... Casi totalmente. Prueba de ello es que ya lo he cambiado, como los que lo padecían podrán observar. Ya alguna vez, yo mismo había imaginado que aquella portada podría resultar poco atractiva y, tal vez, muy desagradable. Pido perdón por ello. Pero, por otra parte, además de complacer a Alicia, que se muestra siempre conmigo tan delicada como sincera, he estado pensando que puede haber motivos -es más estoy persuadido de que así es- definitivamente concluyentes para propiciar tal cambio de imágen. La premisa mayor -y también las restantes y la conclusión- podrían dar lugar a un largo discurso, que trataré de abreviar y sintetizar al máximo. Es de todo punto seguro que la antropología dualista, debida a Platón (el alma, o el "espíritu", bueno y tendente a la liberación de la eternidad; y el cuerpo, o "la carne", constitutivamente malo y perverso, destinado a la putrefacción del sepulcro), ha influido notablemente, cuando no determinado, una escatología igualmente dualista. Pero la modernísima Teología biblica, dentro del cristianismo, en una revisión radical de los novísimos, o postrimerías del hombre, está poniendo en tela de juicio tal dualismo, entendiendo que esa dicotomía -quizá contra viento y marea de los esquemas oficiales de la Iglesia Católica, que aún se mantienen- es una auténtica monstruosiodad, y la prostitución más degradante de la dignidad humana. El cuerpo y el alma, separados, antes o después de la muerte, no son el ser humano. "Yo", soy mi alma y mi cuerpo y, si se separan, mi "yo" desaparece por completo, o casi. Quedarán otras cosas, pero no queda hombre, cómo, cuando se separan el hidrógeno y el oxígeno, quedan dos gases, pero el agua, como tal, ha desaparecido. El propio Jesús, no fue "dualista", no hablaba tanto del cuerpo y del alma -o, sin duda, utilizaba estas expresiones tan sólo metodológicamente- como de la Vida, en cuanto unidad inseparable. Por tanto, "yo", soy un ser viviente, no un cuerpo más un alma, sino una radical unidad en la que se funden consubstancialemnete ambos elementos. La misma concepción domina el Antiguo Testamento, en el que el alma, o "nephes", significa la vida, y de la misma mentalidad está animado San Pablo, un hebreo de "nacionalidad" romana. Lo que sucede es que el gran difusor del cristianismo, se ve influenciado por la cultura y la filosofía griega y, por ello, las categorías filosóficas platónicas han hecho de nosotros creyentes platónicos, por lo que necesitamos -aunque resulte un poco tarde, ya en los albores del siglo XXI- el cambio de tales categorías, por las hebreas, monistas y jesuológicas, para poder ser creyentes cristianos.

Por tanto, cuando ya ha caído la antropología dualista, no puede mantenerse en pie la escatología del mismo signo. El hombre de hoy, gira en torno a esquemas de pensamiento unitario-monistas y, parece ser, que si el Magisterio de la Iglesia se ha mantenido anclado al dualismo, y con él, a las ideas de la inmortalidad del alma y de la resurrección del cuerpo, ello ha sido por el atrincheramiento tras la constitución Benedictus Deus, de Benedicto XII, nada menos que del año 1336, por la que, según algunos teólogos, quedó definitivamente resuelta y fijada para siempre la consistencia de las realidades últimas, las ésjata. Pero, tal cuestión, no puede quedar resuelta de ese modo definitivo por muy "ex cathedra" que se pronuncie o defina, porque la intervención de Dios en la historia tiene una dimensión salvífica, siempre en camino, dentro de un proceso de futuro, incierto, pero esperanzador, como desea mi amiga Alicia María. Tal esperanza, radica en que la decisión humana, al final de ese proceso, no se hace ante las ésjata, sino ante el Ésjaton, Señor de la Vida.

La conclusión más vital y esperanzadora gira, pues, en torno a la incompatibilidad manifiesta entre inmortalidad del alma y resurrección del cuerpo. Nadie, ni nada, puede "resucitar", sin antes morir. También afecta esto al alma, no sólo al cuerpo, porque lo inmortal no puede resucitar. Cuando muere el hombre, muere todo él, el cuerpo y el alma, dentro de lo que supone la realidad unitaria del ser humano. Por ello, lo esencial de la fe cristiana, no es tanto la inmortalidad del alma, como la resurrección del ser integral del hombre, no "al final de los tiempos", entre la trompetería de Josafat, sino, ciertamente, "en el último día", pero en el último día de nuestro contacto personal con el Señor. Él bajara hasta mi lecho agonizante, para resucitarme en el mismo instante de mi muerte. ¿Y esos cráneos, de órbitas vacías, no sólo el de Atapuerca, sino el de todos los miles de millones de seres humanos que han existido?. Tengo la firme crencia, lo creo de verdad, que el Señor me regalará otro cuerpo, glorioso y translúcido, como el suyo, también a su imágen y semejanza, que me permita deshacerme y prescindir de este "cascajo", tan imperfecto, tan lleno de constantes calamidades, de "marcapasos", pastillas y periódicas revisiones médicas. ¿Porque empeñarse, con obstinación, y repetir machaconamente que resucitaremos "con los mismos cuerpos que tuvimos" en la existencia, cuando bien podemos suponer todos, que no podremos resucitar de este modo?. ¿Con qué cuerpo resucitaré "yo"? ¿Con el que tuve a los 15 años, a los 30, con el que tengo ahora o podré tener dentro de algunos años? Todos esos "cuerpos" han sido o serán míos... Y si he de resucitar con el último que me depare la existencia, es muy probable que se encuentre ya achacoso, echo una birria y en consecuencia impropio para gozar de la grandeza y la Hermosura infinita y eterna. Por ello, aunque no era el mío, he eliminado de la portada de mi Blog ese cráneo del "homo anteccessor", hallado en Atapuerca, en la Gran Dolina, a la que, como dije en su momento, se ha llamado "El sepulcro de Adán". He sustituido el "sepulcro", por "la cuna", mucho más esperanzadora y mucho más bella... Tanto tanto, que acaso muestra el mayor talento de Miguel Ángel y el máximo esplendor de la Capilla Sixtina. Querida Alicia: Espero que disfrutes y te embeleses, en lo sucesivo, al entrar en mi Blog, si decides seguir haciéndome ese inmerecido honor. Les digo y os digo lo mismo a todos ustedes, a todos vosotros, queridos amigos. Tened esperanza... Luis Madrigal.-



NOTA FINAL.- ¡Pobre de mí...! Casi todas las ideas contenidas en el Texto anterior, no son mías. Yo, no soy escriturista, ni teólogo, sino tan sólo un pobre hombre, que apenas se apaña para poder cruzar la calle. Lo esencial, se debe a mi viejo amigo y Consiliario en la también ya vieja y tristemente desaparecida Juventud de Acción Católica, el M.I.Sr. Don Felipe Fernández Ramos, ex-Catedrático, o Catedrático Jubilado, de la Universidad Pontificia de Salamanca (España), en la que explicó Sagrada Escritura durante muchos años. Por ello, remito a quienes hayan podido leer mi entrada, y tengan interés en su contenido, casi mejor que a su libro, de mayor extensión, "De la muerte a la vida. Revisión de los novísimos" (Edit. San Esteban, Salamanca 2004), a la separata de la Revista "Naturaleza y Gracia" (Vol. LI, 2/3 Mayo-Diciembre 2004), bajo el título: "Revisión biblico-teológica de los novísimos". Tened la certeza de que su lectura será un verdadero descubrimiento y una deliciosa esperanza.


En la foto de arriba, Don Felipe, que nos bendice a todos, al lado de otro para mí entrañable sacerdote y amigo, Don Abraham Herrero Laso, en una Comida de Fraternidad, celebrada en Vegacervera (León), junto al mazico de las Hoces y las Cuevas de Valporquero.

sábado, 12 de abril de 2008

ESA VERDAD MENTIROSA

En todo proceso judicial de carácter penal, ha de tomarse juramento, o promesa, de “decir verdad”. Y, por lo que yo he visto, en algunas películas americanas, “sólo y toda” ella, lo que, para el talante anglosajón, resulta una fórmula mucho más barroca. En la vida ordinaria, todos manifiestan decir la verdad, pero nadie sabe qué es, donde habita, en qué consiste exactamente. Ya Poncio Pilatos preguntó a Jesús. ¿Qué es la verdad?...” Y escribe Saint-Exupéry, que “la verdad no es lo que se demuestra”. Sin duda, el escritor francés, debió verlo desde la sublime altura a la que gustaba volar, donde la verdad pura debe encerrar, por su proximidad al cielo, una realidad sensible totalmente contraria a lo que en la tierra constituye una evidencia rotunda. Ciertamente, cuando la verdad se encuentra subordinada a la percepción subjetiva y, en consecuencia, a la suma de percepciones individuales, su aprehensión no puede ser objeto de verificación “científica”, sino de confrontación o recuento de esa suma de percepciones. En tal caso, la verdad se obtiene por consenso y, consiguientemente, se frustra por disenso. Sin embargo, tampoco esto sucede siempre. En ocasiones, la verdad consensual traspasa con creces el umbral de la apreciación particular, impregnando de luz la conciencia colectiva, pero no con ello se “demuestra”, o no sirve para nada, que ese estado de opinión plural, objetivable y objetivada, sea la verdad. Por tanto, puede acogerse la sospecha de que la verdad es casi siempre un mero hecho, o simple efecto de lo que resulta siendo, cuyos resultados prácticos se nos imponen como un “sobre ti”. Y por ello, parece evidente, que la verdad reside en el poder, y que este último -ya sea el poder político, ya cualquiera otra forma de voluntad imperativa- además de legitimarse en autoridad, cuando así sucede, se convierte siempre en “magisterio”, o interpretación auténtica del verdadero y recto sentido de las cosas. Solamente quién tiene el poder, sabe más que quién no lo tiene y, por tanto, puede “dictar” -casi académicamente- la verdad. Fue Ortega, una vez más, quien descubrió certeramente que la vida “nos es dada”, pero “no hecha” y que, por eso, se convierte en quehacer y, consecuentemente, en programa. Mas, cuando uno y otro se hacen entre sí cada vez más divergentes, el hombre que se había programado ser, resulta completamente distinto al que se termina siendo. Entonces, el ser humano se dilacera, se escinde en dos. Pese a ello, el desdoblamiento antagónico y doloroso de esa única entidad ontológica, a la que todos llamamos familiar y amorosamente “yo”, no llegaría a alcanzar tintes tan dramáticos si el quehacer personal, traducido a dilema íntimo, no hubiera de debatirse, además, entre las dos verdades que, a un mismo tiempo, pugnan excluyentemente entre sí. Mi verdad pura, percibida y compartida con los otros -con una gran mayoría de ellos- y la verdad “homologada” que se establece e impone, aquella que formalmente se predica como dogma y categoría universal, pero que, en la conciencia de todos, y tantas veces, no pasa de ser una mala comedia, o una burda y gratuita patraña, dentro del más repleto compendio de cinismo. Esta poderosa verdad, constituye un insulto al intelecto, y a veces seguida de un “escupitajo”, pero es la única que impone su peso. Quizá es este el llamado “peso de la ley”.

Claro es que, si hablamos de “conciencia”, existen muchas clases de ella, de referirnos a la conciencia moral. Los sumisos servidores de las convenciones formales homologadas, y mucho más aun sus deleznables criados, causan la impresión, en sus manifestaciones, de haber llegado a un estado de conciencia moral que entienden recta, y no laxa o errónea, porque saben muy bien -eso no se olvida nunca- que de la fidelidad inquebrantable a aquellas verdades depende su modus vivendi, generalmente próspero y feliz. Y por ello, hasta inventan “teorías”, esto es, mentiras, para “demostrar”, y lo consiguen, que la verdad oficial es también la verdad lógica. ¡Y hasta la verdad moral!. Mentiras que, en ocasiones inconscientemente, llegan a creerse ellos mismos. A lo largo de mi ya larga vida, he visto y oído de cerca, muy de cerca, a varios individuos de estas características. Los he visto y oído tan de cerca, que he tenido que salir corriendo, muerto de espanto y de asco, para no volver a tener nunca nada que ver con ellos. Siempre ha sido difícil encontrar un hombre que “diga” las cosas en las que cree, pero cada vez será más fácil hallar muchos -legión- que “lleguen a creer” en las cosas que dicen.

Por desgracia, el ser humano no puede vivir tan sólo, románticamente, de verdades puras, sino también, y cada vez más, de monstruosas verdades oficiales. Romanticismo y realismo, llenaron, mitad y mitad, la Literatura del siglo XIX y, si es cierto que los movimientos y corrientes literarios se nutren de las constantes vitales de la sociedad y de la Historia, la del final del siglo que acaba de comenzar, habrá de ser literatura para la que difícilmente podría encontrarse nombre, si antes el mundo no revienta de verdades oficiales. La conclusión, por todo ello, resulta muy triste. No sólo -visto desde la altura- “la verdad no es lo que se demuestra”, sino mucho peor aún: Se demuestra antes, y mucho más fácilmente la mentira, que es casi siempre -a ras de tierra- la única verdad. De ello, desde luego, no queda excluida la llamada “Administración de Justicia”, que debería permanecer permanentemente en huelga, como mal mucho menor. Por lo menos, de esta manera, tantas resoluciones que ignoran, patean y trituran la Ciencia del Derecho, dejarían de habitar en el más torpe seno de la mentira.

Quizá, por todo ello, dijo agradecer sus oraciones, a los que por él rezaban, en los días de su penosa enfermedad, el Profesor Tierno Galván. Porque, como literalmente dijo él mismo “en la economía del Cosmos todo influye y nada se pierde en el orden del espíritu…”. Ciertamente, si fuésemos más aficionados a rezar, como nos proponía desde su orilla aquel honorable agnóstico -pese a haber invitado tan cínicamente a los jóvenes a "colocarse" y estar "al loro"- estallaríamos cada mañana en una oración bien sencilla. Dame hoy fuerzas, Dios mío, para soportar con decoro la “verdad” de este nuevo día. Luis Madrigal.-

LA AVENIDA DE LA INDEPENDENCIA (IV) Segundo antecedente

jueves, 10 de abril de 2008

LA AVENIDA DE LA INDEPENDENCIA (II)


Es cierto que prometí a cuántas personas suelen acercarse a este Blog, seguir publicando otras entradas, sucesivamente, en relación con el asunto de referencia, porque la "Avenida de la Independencia", ya no es para mí un simple nombre de calle, y porque muy proximamente vamos a vivir en España, y particularmente en Madrid, actos muy solemnes que rememorarán aquella gloriosa fecha del 2 de Mayo de 1808, en la que el pueblo de Madrid se lanzó a la calle para entregar su vida frente a quienes, en aquel momento, constituían el ejercito más poderoso del mundo. Y, además de eso, hubo entonces un simple Alcalde, ciertamente de un pequeño pueblo cercano a Madrid -Móstoles- que, nada menos, declaró la guerra a Napoleón Bonaparte. Bien, pues pienso cumplir mi palabra, en atención sobre todo a nuestros hermanos de lengua y de raza. Desde la Argentina, una de mis amigas en aquel querido país, me comunicaba hace días que deseaba seguir conociendo qué fue lo que pasó entonces, y pienso contárselo, tanto a ella como a todos los demás hermanos de América "latina". También a ellos les interesa, porque algunos de sus más esforzados Libertadores, lucharon en España contra Napoleón, en defensa de la Madre Patria, que en aquellos momentos era su propia Patria. El más grato de todos para España fue el General Don José de San Matín y Matorras (Libertador de Argentina), nacido en Yapeyú, a orillas del Río Uruguay, en el Virreinato del Río de la Plata, actualmente provincia de Corrientes. Este hispano-argentino, se batió heróicamente contra los franceses en la Batalla de Bailén, librada el día 19 de Julio de 1808, recibiendo de la Junta Suprema de Sevilla la Medalla de Oro a los Héroes de Bailén, así como, igualmente en mérito a sus acciones de guerra, el ascenso a Teniente Coronel del Ejercito de la Corona de España. Lamento no poder decir otro tanto de Simón Bolivar, por infinidad de razones. Pero, de todo esto seguiremos tratando. Sin embargo, antes de hacerlo de un modo progresivo, hasta alcanzar la fecha cúspide del 2 de Mayo, en cuyo día se cumplirá el Segundo Centenario de aquel heróico grito del pueblo de Madrid y de España entera, entiendo conveniente ir publicando, de la manera más grata y amena, mediante imágenes de vídeos y mapas o esquemas de conceptos, las circunstancias de diversos órdenes en las que es necesario enmarcar aquellos acontecimientos, si de verdad se quiere entenderlos en profundidad. Entre ellos, me parecen cuestiones claves, la Revolución Francesa, las perspectivas, tras ella, de Napoleón Bonaparte en Europa; la propia crisis del antiguo régimen en España, en torno a la disputa entre Carlos IV y su hijo Fernando VII -Godoy y sus escarceos por medio- y finalmente la lucha por la libertad en España, entre los que se llamaron liberales frente a los absolutistas, que constituyen los precedentes o, en su caso, posteriores consecuencias de los acontecimientos del 2 y 3 de Mayo; las Batallas, con sus rotundas victorias para España, de Bailén, Arapiles, Vitoria y San Marcial, sin contar la última de Toulouse, ya en territorio francés, con la presencia de los Generales ingleses Sir John Moore y, sobre todo la transcendental de Lord Arthur Wellesley, Duque de Wellintong y de Ciudad Rodrigo, Vizconde Talavera, Collar del Toisón de Oro y, por ello, Grande de España, y asimismo con la retirada final a Francia del que llegó a ser Coronado como José I de España, el hermano de aquel brillantísimo y genial maldito corso. De todo ello, quiero ir progresivamente dando muestras en este humilde Blog. Luis Madrigal.-

Arriba, la Medalla de Oro a los Héroes de Bailén, otorgada al General San Martín