Precisamente hoy, dieciocho de Abril, es un día, climatológicamente, duro y desagradable en Madrid. Ayer ha llovido, hoy también. Esto, no es malo, hace mucha falta la lluvia. Lo peor es que corre un viento helado que casi corta la piel. Ha nevado en la Sierra de Guadarrama, en la Cornisa Cantábrica, en la Sierra de Bejar... Madrid está rodeado de nieve y, en cualquier dirección de la rosa de los vientos, el ambiente resulta sumamente desapacible. Y siempre igual, año tras año. Cuando yo era un niño, en León, un 2 de Mayo, presencié desde las ventanas de mi Colegio en la Avenida del Padre Isla una contundente y categórica nevada, de esas de copos como trapos, que caían despacio, sin tener prisa alguna en congelar la tierra y, mientras tanto, saturaban el aire de su duro y estremecedor aliento. Y era Mayo. Jacinto Benavente, o quizá José María Pemán, no recuerdo ahora mismo -y no estoy dispuesto a verificar semejante tontería, porque ya me he hecho mayor- escribió una pieza de teatro, desde luego, creo recordar, no relativa al clima, sino a la vida humana, que se titulaba "Nieve en Mayo". Sin duda, quien fuese el autor, no anduvo muy preciso al establecer el título, aun metafóricamente, por que casi podría decirse que eso, nevar en Mayo, es casi lo habitual, todos los años. Ahora, todavía no estamos en Mayo, sino en Abril, que parece estar dando muestras de su fama lluviosa, pero nada de esos días tan calmados y dulces, en los que la temperatura se hace tibia y el viento duerme ya casi su sueño de verano. Nada de eso. Esto, será poesía, pero la verdad es que, precisamente, eso de que la Primavera es ese paraíso de luz, armonía, bienestar y calma chicha, sin duda es un invento de los poetas. Y quiero pensar que de los malos poetas, porque tampoco la Poesía debe apartarse de la verdad, ni falsificar la vida. ¿Quién sería aquel merluzo -tampoco pienso investigarlo ahora- que dijo aquello tan manido y cursi de que "la Primavera ha venido... nadie sabe por qué ha sido". Yo, desde luego, sigo sin saber por qué, porque la causa de todas las cosas siempre es lo más dificil de descubrir. Esto, ya es Filosofía y, en consecuencia, hay que "subir el listón" a cotas más altas. Pero lo que si me permito augurar, tras tantos años de andar casi con bufanda por la calle hasta bien entrado Junio, es para qué ha venido. Pues, bien, ha venido, viene todos los años, para "hacernos la puñeta". De Poesía, nada. Eso es una falsedad, como tantas, y cada vez me reafirmo más en la consistencia y verdad de la poesía existencial, que fue la que cultivo Heidegger al final de su vida, o la que hace cierta aquella conclusión del gran poeta y filósofo alemán Friedrich Leopold von Handenberg ("Novalis", para los amigos), cuando afirmó: "La Poesía, es lo auténtico real absoluto. Esto es la esencia de mi filosofía. Cuanto más poético, más verdadero". Aunque yo me permitiría invertir el orden, en este otro sentido: Cuanto más verdadero, más poético. Pero, estoy seguro, "Novalis" no cantó nunca a la Primavera, esta etapa de frío, lluvia, vientos revueltos e impetuoso progreso de toda clase de enfermedades víricas. No sé, pero estoy pensando sugerir, eso sí con todo respeto, a mi gran e íntimo amigo el poeta Alphonso Carbajal, oriundo como yo de León, que borre todos sus poemas a la Primavera y "se pase" al Otoño, al Verano o incluso al crudo y puro Invierno, porque al menos este ultimo no engaña, ni traiciona esperanzas. En conclusión, tomando la cosa en puro tono de humor, esto de la Primavera me recuerda lo que debió ser el amor entre los troglogitas. Sí, quizá esta es la más exacta comparación. Y para demostrarlo, vean ustedes, amigos lectores, más arriba, el delicioso gráfico que ilustra esta entrada. Luis Madrigal.-
viernes, 18 de abril de 2008
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