CUANDO DUERME LA ALBORADA
Te busco y no te encuentro... Y no hace nada
que tu palabra en mí estuvo dentro.
¡Pobre de mí...! Quiero encontrar el centro
de mi vida, que gime atormentada.
Despierto, cuando duerme la alborada,
como agita un temblor, y su epicentro
está lejos de mí, y no hallo encuentro
en la inmensa distancia tan buscada.
Bien quisiera reír... Buscar la suerte
que la alegría cierne sobre el alma.
Separar de mí el llanto, ser más fuerte.
Pero soy yo, no otro, y no hallo calma.
Sin duda, la hallaré cuando, ya inerte,
tú pongas en mis manos verde palma.
Luis Madrigal