domingo, 6 de febrero de 2011

CANTO DESESPERADO AL IMPOSIBLE (EPÍLOGO EN TRECE POEMAS) (IV)




IV


ERA YA TARDE


Ya no estás... Lo veo y me resigno.
Advierto tu latir lejano, en otros campos
cercanos a mi soledad ,
pero ya no puedo contemplar los tuyos
cuajados de amapolas;
ni tu cuerpo de aire,
entre las divinas aguas
que te bañaban y enzulzaron tu vida.
Dulces aguas, que sintieron contigo
tu despertar al nundo,
cuando agradeciste la vida 
en el ocaso de un día de Primavera,
para mí ya Otoño,
sin que, al otro lado del Mar,
yo pudiera saberlo.
Después lo supe... Ya era tarde,
muy tarde, muy tarde y, en el reloj del comos,
se abrió un vacío sideral
que nunca podrá cerrarse
y, cual agujero negro
de una galaxia misteriosa e infinita,
dispara la luz fuera del alcance de mis ojos,
para sumirme en la oscuridad,
rodeando mis horas
de añoranza y tristeza.



Luis Madrigal