sábado, 12 de junio de 2010

DOS PAISAJES POCO CONOCIDOS DE UN GRAN PINTOR



Bartolomé Esteban Murillo, nació en Sevilla, el día 31 de Diciembre de 1617 y murió en Cádiz, el 3 de Abril de 1682. Es el pintor por excelencia de la Inmaculada Concepción  -la Inmaculada de Murillo-  como asimismo de otras representaciones de la Virgen María, o de la Sagrada Familia, y de infinidad de obras de tema religioso, el más numeroso de todos cuantos cultivó, que exceden del centenar. Pero además de todos ellos, de más de una docena de retratos,de los cuadros costumbristas (los de los niños que comen en una taberna, o bien uvas y melón, el del joven mendigo, y otros tantos, además de todo ello y de un si no excelente, para mí sí lleno de fervor y devoción (un dibujo a lápiz, en tono azulado, de "San Francisco renunciando al mundo"), Murillo es autor de dos paisajes excelentes, ambos sin más título que ese, el de "Paisaje", que, en consecuencia, denominaré "Paisaje 1" y "Paisaje 2",  siguiendo el orden vertical, de arriba abajo, con el que seguidamente los ofreceré en esta misma entrada. Murillo, fue evolucionando, desde los temas de contendio religioso hacia un tratamiento de los temas más humanos, en los que introduce pequeños detalles de la vida doméstica. Sus personajes, se caracterizan por una gran dulzura, que sostiene su pincelada suave y fácil, dentro de una luz dorada que los envuelve. Como pintor de escenas de género, plasmó con suma maestría y emotividad el mundo de la novela picaresca española, constituyendo a mi humilde juicio una de las máximas figuras de la pintura del siglo XVII, dentro del barroco español. Pero, vean los dos paisajes a los que me he referido:


Paisaje 1. Lienzo de 95 x 123 cm. (Prado. Madrid)



Paisaje 2. Lienzo de 194 x 130 cm. (Prado. Madrid)


Como podrá observarse, en ambos paisajes es de apreciar el empleo de la técnica italiana del esfumado. El esfumado (del italiano sfumato) es un efecto vaporoso que se obtiene por la superposición de varias capas de pintura extremadamente delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así como un aspecto de vaguedad y lejanía. Se utiliza para dar una impresión de profundidad en los cuadros del renacimiento. Este efecto hace que los tonos se difuminen hasta valores más oscuros. Un ejemplo característico es el de la Mona Lisa, de Leonardo. Un saludo a todos los amantes de la buena Pintura. Luis Madrigal

Arriba, en esta entrada, Autorretrato de Murillo, prácticamente el único que se conoce.