TAN BLANCA ERA
TU PIEL
Tan
blanca era tu piel,
que era
la nieve.
Tan
rubios tus cabellos,
que oro
puro
parecían
fulgir,
cuando
los árboles
en tu
Jardín movían,
al
ocultarse el sol,
sus
verdes hojas.
Nunca te
pude ver.
Nunca mis
ojos
en los
tuyos hallaron el cobijo.
Mas, a
través del Mar,
pese a su
anchura,
me
trajeron su luz,
y hacia
ellos miro y, sin ver,
en ellos veo
tan lejos
tu
hermosura.
Luis Madrigal