lunes, 21 de marzo de 2011

LA PRIMAVERA... NO HA VENIDO



Pues, no... Parecía, a primera hora de la mañana, que sí, pero no... No ha llegado, no ha venido... ¿Sabe alguién por qué no ha sido? ¿Y el Vencejo de MAN? ¿Lo sabe el Vencejo...? ¡Si ni siquiera sé dónde se ha metido MAN...! Sólo lo saben los astrónomos, pero no los metereólogos. O puede que estos últimos, especialmente especializados, sirva la redundancia, en dar malas noticias, sí lo sepan, o alguno esté disfrutando de estos cielos grises, que en nada se diferencian de los más grises cielos del Invierno. Tengo la impresión  -casi siempre es así-  de que seguimos en él, en el Invierno, por no decir en el infierno... Y no lo digo, porque estoy convencido de que el infierno escatológico, el de las llamas, azufre, cuernos de Satanás y tridentes dispuestos a ensartar a algún banquero, o tal vez a algún Inspector de Hacienda  -aunque en estos últimos casos debería existir-  en realidad no existe. Ya lo dijo Hans Ur von Balthasar: "El Infierno no existe, y si existe, desde luego no hay nadie en él". Excepto ese par de banqueros y de Inspectores de Hacienda, eso también. Pero, el pensamiento teológico de tan grande teólogo, está dominado por la idea de que sólo el amor es creíble. Sobre este fundamento, von Balthasar construyó su vasta obra teológica cuya forma más acabada se encuentra en la trilogía Gloria, Teodramática y Teológica. En reconocimiento a su persona como punto de referencia para toda la teología católica, fue nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II pocos días antes de su muerte, acaecida el 26 de junio de 1988. Y esto último  -porque aquel hombre, el que le nombró cardenal de la Santa Iglesia, era y es un santo-  son palabras mayores. Definitivamente, el infierno, no existe. Y, parece ser que la Primavera, tampoco.

Lo siento únicamente por los poetas, que harían el ridículo de componer algún poema, y mucho más aún, de volver a preguntarse, por enésima vez, el por qué de que no haya venido lo que nunca ha venido en su momento, es decir, en el caso de este año, a las 00,21 horas del día de hoy. Esto sería ya el colmo, componer una oda a la Primavera sin Primavera, porque, a quien lo hiciese, podría decírsele muy bien: Oye, amigo, haz versos, pero no odas...  Lo siento también muchísimo por "Il cimento dell´armonia e dell´inventione", en el primero de sus famoso cuatro motivos, ya que, de este modo, en ningún Blog, de los muchos que se cuentan, millones por centímetro cuadrado de la superficie terrestre, se podrá otro año más incurrir en la cursilería  -yo lo he hecho, más de una vez-  de hacer oír, porque escuchar es otra cosa, esa ya manida, casi violada, "Primavera", de Antonio Vivaldi, "Il Prete Rosso". En compensación, ya que no ha venido de momento la Primavera, yo quisiera ofrecer, no ya "La Primavera" de Edward Grieg, que no está nada mal, sino esa  espantosa "consagración de"... La de ese, en mi modesta opinión, pésimo músico que se llamó Igor Stravinsky. Que ustedes lo pasen como puedan, por la "Primavera" y por su "consagración". Luis Madrigal.-





P.D.-  Tras haber escuchado esta peste de música, eso sí aderezada con un magnífico vídeo, en el que ni los "efectos especiales" logran paliar la maldad de aquella, debo mantener el adjetivo, en cuanto a mi capacidad técnico-musical, de "modesta opinión". Es más, lo amplío, utilizando los de "inexistente formación musical", verdadera "miopía" para discernir, también técnicamente, entre la buena y la mala música, etc., etc. Naturalmente, todo ello por mi parte. Eso es justo decirlo, porque es verdad. Ahora bien, una vez reconocido y declarado esto, también debo añadir, y quiero hacerlo, sin la menor saña, aunque sí con mucho asco, que la música de este señor, no sólo me parce puro "ruido", sino que me asquea y desagrada en grado sumo. Tanto me da, la "Consagración"  -qué pretensiones, Dios mío, nada menos que "consagrar"- de la Primavera, como el "Pájaro de fuego". Es igual. ¿Sería este señor el iniciador de la llamada "música dodecafónica", o, quizá, de la también denominada "música de cacharrería?. O tal vez, se referiría a él ya Napoleón. Prefiero  mil veces los cañonazos del pequeño gigante corso. Saludos a todos los amantes de este degererado musical.