lunes, 10 de enero de 2011

CANTO DESESPERADO AL IMPOSIBLE (X)


DIÁLOGO PLANETARIO


I


CUANDO EL SOL SE APAGÓ




El sol se va, declina tristemente
porque llega la noche y ya no hay día…
Por valles y barrancos, mi alegría
se apaga como el fuego un día ardiente.

Yo me cobijo y cierro, dulcemente,
dentro de mí… Fuera, la algarabía
de la hercúlea Ciudad, a mi apatía
nada le hace escuchar. Y suavemente,

sin demudarme, cierro la ventana.
¿Dónde estás tú, si soy sólo conmigo,
ayer igual que hoy y que mañana?

Ya no te oigo y ya no te persigo…
Siento que tu mirada está lejana,
pero otra noche soñaré contigo.




II


LA LUNA ME MIRABA




La luna me miraba y me decía,
a través del cristal de mi ventana:
Ella no está… Ahora, en su mañana,
tiene con fuerza al sol por compañía.

Suya es la luz y suya la alegría
de verse libre al fin y soberana
de aquella estrella cuya luz lejana
dejó de iluminarte, clara un día.

Tuya es la noche y tuya la tristeza
que te inunda, te angustia y esclaviza,
sembrándote el camino de aspereza.

Tuyo el atardecer, de luz plomiza,
que vacía de ti la fortaleza…
Tuya la sombra que te atemoriza.


Luis Madrigal





 

¿PASÓ LA NAVIDAD?



Con la Festividad correspondiente al Domingo, día de ayer, relativa al Bautismo de Jesús  -Bautismo con Espíritu más que con agua- terminaron las Fiestas cristianas de Navidad. Subrayo lo de cristianas. Porque, como puede observarse con claridad, hay muchas clases de "Navidad", o de "Navidades". No quisera oponerme yo a la entrañables reuniones familiares de los que, cercanos o lejanos, compartieron los mismos días de la infancia, en torno al padre y a la madre, en el seno del hogar,  en el marco de esa institución natural que es la familia, sea cristiana o no. Tampoco debo mostrar ningún encono hacia las personas que desean celebrar unas "vacaciones de invierno", entregadas a cuantos gustos o placeres pueden dispensar los sentidos corporales. La sociedad civil, en la que vivimos, es así, y hemos de ser tolerantes y respetuosos con todos. Lo único que yo les rogaría es que no utilicen el término "Navidad", y mucho menos aún los símbolos religiosos relativos a este metahistórico Acontecinmiento, que marca el comienzo de la Historia, mucho más aún en el orden metafísico que en el temporal, del Nacimiento del Hijo de Dios, hecho Hombre. Esto, no, por favor, se lo suplico. Sean ustedes consecuentes con lo que no creen, o dicen no creer, y llámenlo de otra manera. Si no fuera mucho pedir, incluso les agradecería en el alma que eligiesen otras fechas para divertirse. A cada uno lo suyo.

A los que sí creemos, o decimos crer, o queremos hacerlo, dentro de nuestra debilidad e insignificancia humana, he de decirnos, sin embargo, que la Navidad no ha pasado, pese que se hayan terminado las celebraciones un año más. Pero la Navidad, auténtica y propiamente dicha, no ha terminado, por la sencilla razón de que no termina nunca, sino que todos y cada uno de los días del año es Navidad. Lo es, porque el Señor quiere nacer diariamente en nuestro corazón, para que, en su nombre, y con su fuerza y poder, podamos llegar hasta donde Él no puede... No puede, pese a ser todopoderoso, porque, si estuviera patente entre nosotros, ninguno podríamos ser libre, sino esclavo. ¿Quién podría resistir la patente presencia de Dios, con la indubitada conciencia de que lo era, con la misma certeza que se tiene en la del Presidente de los Estados Unidos, por ejemplo?. Por eso, únicamente, Dios no está patente, sino latente, entre nosotros, en todo momento y en todo lugar. Sin embargo no interviene. No puede hacerlo, salvo quebrantar nuestra libertad. Y por eso, nos necesita, necesita que le prestemos nuestro cuerpo y nuestra alma entera, todos nuestros esfuerzos, para llegar a los que sufren la injusticia,  el despotismo de los poderosos, la explotación de los más fuertes, la enfermedad, la soledad, la pobreza  o el desvalimiento y el desamparo. Los cristianos, hemos de ser su "mano larga", con la cual  Él pueda acrariciar la  frente y consolar la tristeza de tantos seres, especialmente de los más humildes, de los que son más pobres, de los que están más solos, de los que se sienten más tristes. Y por eso, siempre es Navidad. Luis Madrigal.-