Iglesia Parroquial de San Pedro
de Villademor de la Vega (León). A su esbelta
Torre, donde anidan las cigüeñas, los
villamorejos le llaman "La Galana"
"A distinguir me paro las voces de los ecos..." Eso decía Antonio Machado. Sin intentar corregir a tan sublime poeta, yo me permitiría añadir, que, además de las voces y de los ecos, por desgracia existen también los gritos. Vivo en mi época y, en esta época se grita demasiado. A esto último, a distinguir, y menos aún a escuchar estos estridentes alaridos, yo no me paro ni un segundo. Los gritos se distinguen enseguida por sí mismos. No admiten comparación ni contraste, y tan sólo pueden servir para arrear al ganado, porque tengo la certeza de que, de cuantas cosas importantes han podido decirse en este mundo, de todas ellas, nunca jamás, se dijo ninguna -¡ninguna!- a gritos. Como ya se ha dado noticia, en este mismo humilde Blog, en Villademor de la Vega, el pasado 25 de Agosto, se dijeron algunas cosas. Es decir se oyeron algunas voces, sin que, en ningún momento, pudiese oirse el menor grito. Yo recuerdo perfectamente esas voces, cada una de ellas, porque también yo estaba allí y, entre otras, pude identificar también la mía propia. Pero ahora, comienzan a llegar hasta mí los ecos, que, como bien es sabido, no son sino las propias voces repetidas y si cabe amplificadas, que insisten en lo mismo que dijeron, a fin de que sigan resonando. Y tengo que pararme, para distinguir entre unas y otros.
Como creo que ninguna de aquellas voces, ni aquel Grupo como tal -el "Grupo de Villademor"- dispone por el momento de un Blog propio, especificamente dedicado a amplificar su voz y su eco, me he sentido en la obligación de dar acogida a uno de esos ecos que hoy mismo ha llegado hasta mí, desde la bravía cornisa Cantábrica y, en particular desde la Heróica Ciudad de Oviedo, la Vetusta de Clarín. Es un eco nítido, que resuena en mis oídos y que me ha parecido bueno, si no necesario sí al menos conveniente, resuene en otras latitudes, incluso en las más lejanas, y al mismo tiempo más queridas, allá donde llegan a juntarse dos de los más grandes oceanos de la Tierra. Puede que, allí también, alguien escuche también esos ecos. Este es el primero, pero cabe albergar la esperanza de que podrán resonar algunos más. Con el de hoy les dejo, y os dejo a todos, queridos amigos del alma, del espíritu. Es el eco de un Apostol de Jesucristo, que escribe a otro de sus hermanos en la Fe. Luis Madrigal.-
PRIMERA CARTA DEL APOSTOL Ignacio-Luis
González Crespo a su hermano Amador Chamorro
Querido Amador:
Si un 25 de Diciembre de hace 2011 años se nos anunció: Os ha nacido un
SALVADOR, un nuevo Pentecostés nos trajo el VÍA LUCIS.
En Villademor de la Vega, tierra de viñas, un racimo de la “vieja guardia”
Del Consejo Diocesano de la entonces Juventud de Acción Católica, de León, se
reunía, bajo la pastoral asistencia de su decano Consiliario: Don Felipe
Fernández Ramos.
Alrededor de una mesa, Don Felipe reunió a doce de sus ovejas desperdigadas
por la geografía de España. A muchos de nosotros, nos contemplaban más de
cincuenta años de ausencia, que no de olvido.
Tuvimos una Misa profunda e intensa.
Perandones y tú, sentados a ambos lados de Don Felipe, partisteis el pan de
nuestra Eucaristía. Consagrados Pan y Vino, comimos y bebimos de ese Cáliz,
siguiendo el mandato de Cristo en la última Cena.
Siempre he dicho que este rico idioma nuestro, está huérfano de palabras a
la hora de reflejar las vivencias más sutiles.
Vivencia es el resultado de oír la
palabra, trabajarla en el cerebro y, asimilada y digerida, llevarla al corazón.
Cuánta lectura archivada en el “salón de los pasos perdidos” es almacén de
chatarra. Perdona el estéril inciso.
Acabada la santa Misa, tuvimos la primera jornada de trabajo y estudio,
siguiendo la propuesta de diferentes materias, en su momento planteadas.
Como los allí reunidos, ante todo, somos católicos y, por lo mismo ecuménicos,
de la discusión y controversia, no salió el garrotazo tan natural, final de las
discusiones en nuestro pueblo español. El Espíritu Santo estaba con nosotros y,
de tanta discusión, apareció el “VÍA
LUCIS”.
Te recuerdo el regocijo de Luis Madrigal, al saberse nacido en estado de
GRACIA ORIGINAL.
Previamente, José Mª García-Sampedro, se transformó en Tomás el Incrédulo,
negándose a admitir otros hermanos, de carne y sangre, de Cristo. Don Felipe,
lo mostraba con certeras lecturas de la Sagrada Biblia… “Tomás” no sé si al fin, se quedó convencido.
Fue una mañana de trabajo duro y documentado, con continuas consultas a la
Biblia, en cuyas páginas nuestro querido Don Felipe estaba como pez en el agua.
Su magisterio impecable fue otro regalo de Dios, en ese día.
La espiritualidad envolvía el ambiente. Ese racimo de ayer jóvenes y hoy ya
viejos apóstoles, se abrazaba a la Vid en busca de la luz de la Fe.
Con la ayuda de nuestro Consiliario más preclaro y querido, entramos en el
Alfa y Omega de nuestro ser:
A) ¿Cómo vinimos al mundo…?
Primera alegría: ¡Limpios…! No en pecado original, sino en gracia original.
El hálito de Dios, el soplo
del Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida, deja a ese cuerpo puro y limpio de
toda mancha.
B) La muerte, es nuestra
VIDA:
Al morir, muere la persona
entera (cuerpo y alma) pero, en ese mismo instante, el alma se convierte en
espíritu y el cuerpo, se transforma en cuerpo glorioso. Todo ello, como
consecuencia de participar en la resurrección de Cristo… Porque para los que en
Ti creemos, Señor, (Prefacio de la Misa de Difuntos) la materia no muere, se
transforma.
Recibimos un baño de Paz… La Paz, el saludo inequívoco de Cristo, estaba en
aquel cenáculo.
Atrás quedó el doloroso Vía Crucis. Vivida la Pasión, por cuyos méritos
fuimos redimidos, Don Felipe nos hizo avanzar al VÍA LUCIS, novísima era para
madurar nuestra más auténtica espiritualidad.
Pablo de Tarso, encontró a Cristo en el VÍA LUCIS. Que Dios nos haga
apóstoles eficaces como ese Saulo converso.
Para terminar, querido Amador, da continuas gracias a ese Dios que llevas
encarnado en tu humanidad.
No temas protagonismo alguno. Los que en Villademor nos reunimos, admiramos
tu generosidad y cálida acogida. En ningún momento, NADIE, pudo verte como
exhibicionista.
No, hermano, no, en ti, ninguno de los presentes, pudo ver al rico
maldecido en el Evangelio… Con toda certeza, todos vimos al Bienaventurado
pobre de espíritu que, como verdadero Hijo de Dios, en la más fiel imitación de
ese Padre misericordioso, eres, por encima de todo, DONACIÓN.
Por ser “hombre de Paz”, eres
nuevamente Bienaventurado, ya que los pacíficos serán llamados hijos de Dios,
por su parecido al Hijo de Dios, cuyo “certificado de presencia” era el saludo,
desde su Resurrección: “La Paz os dejo,
Mi Paz os doy”.
¡Bendito sea Dios! Que, con tan certera presencia, iluminó nuestros
espíritus.
Protagonista, sólo Él. Todo fue realizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Desde Oviedo, un 30 de Agosto de 2011
Ignacio-Luis González Crespo
Apóstol de
Jesucristo