Y CRUZÓ EL CIELO AL QUE VOLABA
Volaba sobre el cielo una paloma
blanca como la nieve y, en su vuelo,
de luz se alimentaba y del aroma
que del azahar también subía al cielo.
Sólo volar más alto era su anhelo,
sin mirar el color que el suelo toma
cuando, el torpe ademán, oscuro velo
tiende sobre la tierra donde asoma.
Un ciego gavilán, cruel y sangriento,
su sucia zarpa, en pluma inmaculada,
como garfio de acero hirió, mugriento.
Brotó la sangre en pecho amarillento
y murió la paloma plateada,
vertiendo con amor su último aliento.
***
No pudo oír postrera campanada
mas sí ver su plumaje, ya sangriento,
cuando cruzaba el cielo al que volaba.
Luis
Madrigal