Cuando años y siglos se disuelvan
y en un segundo luz el orbe implote,
en contracción plasmática y rojiza...
yo te veré.
Veré otra vez tus calles y tus plazas,
por siempre comprimidas y ya eternas,
en un Big Crunchs final que nos reduzca,
querido León.
Y en la inmensa dulzura del Devenir,
di tú -León de mi alma- que yo fui
sólo uno más de tus humildes hijos.
Sólo eso he sido.
Luis Madrigal