SIN HALLAR EL
ALIENTO DE UN LATIDO
El Invierno llegó… Yo le esperaba
desde tantos inviernos como han sido.
No llegó desde el Mar -hoy
florecido-
lo que no pude amar y tanto amaba.
Tendido sobre el hielo, me encontraba
sin hallar el aliento de un latido,
ni calor que abrigase el pecho herido
y sólo débilmente sollozaba:
¿Acaso, como un soplo, ya la vida
pasó en lento venir que nunca llega…?
¿Tal vez, el dulce llanto de la herida
que un día me cegó y aún me ciega,
como el grano de trigo halló su ida
camino del molino, tras la siega?
Luis Madrigal