ASOMADO A UN BARRANCO
Destila el humo olor, la flor aroma.
Sudor, el caminante en el estío,
como el hielo al cuajar despide frío.
En Primavera, el árbol su flor toma
y deja ver sus hojas, tras la loma
que se alza en el recodo junto al río.
Como el hombre se apega al desvarío
y a un barranco sin luz su ser asoma.
No quiere ya escuchar el dulce canto
que ayer trajo a su oído la mañana.
Quiere ocultar en lodo hoy su llanto
y no recuerda ya aquella nana
que una madre cantaba sin espanto
cuando a la luz abría la ventana.
Luis Madrigal