lunes, 15 de septiembre de 2008

Y HOY... LA EXALTACIÓN DEL DOLOR



Sólo quien ama puede sufrir y, por ello, el reverso de la medalla o, si se quiere, la consecuencia del amor, es el dolor. Y hoy celebra la Iglesia también la fiesta del Dolor sumo, del más grande dolor, el de la Virgen María al pie de la Cruz. Si ayer se conmemoró el Amor del Hijo, hoy se celebra el Dolor de la Madre, al pie de la cruz. "Stabat Mater...". La Madre Dolorosa, con los siete cuchillos que traspasaban su corazón. Hoy, se celebra la Virgen de los Dolores. Y de todas ellas, de todas las "Dolorosas" que la imaginería de todas las latitudes de la tierra ha alumbrado, yo tengo que traer hoy aquí a la que mi madre de la tierra me enseñó de niño a rezar: Nuestra Señora del Camino, Patrona del viejo Reino de León, Reina de sus Tierras y Madre de sus hijos, de todos los hijos de León. Pero también deseo reproducir, muy en síntesis, la plegaria que hace un par de años tuve el honor de pronunciar ante su imágen en la muy noble y bella Catedral de León:

"Señora y Madre nuestra: Cuando mi madre de la tierrra -la de aquí abajo- iniciaba sus tareas de la Casa, comenzaba cantando -os cantaba a Vos, Señora- con especial unción: "Oh, Virgen del Caminio, Reina y Madre del pueblo leonés, muestranos a Jesús, vivo y glorioso, que herencia nuestra es..." Yo, era entonces un niño de corta edad y no sabía que aquello era un himno, un himno de devoción y de amor. Por inexorable imperativo de la existencia humana, mi madre ya no está cerca de mí, para cuidarme en mis fatigas y dolores, en mi afilición y angustia, para poner su mano sobre mi frente dolorida, porque, desde hace ya algún tiempo -estoy seguro- ella goza de la visión beatífica entre los Bienaventurados, los que se sientan con tu Divino Hijo y por su misericordia redentora, a la derecha del Padre. Desde entonces, he caminado siempre con el nombre de León en mis labios y en mi corazón y, por ello, he entonado en mi interior más profundo, las estrofas de aquel Himno, cada vez que la inquietud, la tristeza o la angustia han llegado a mi pecho, con la seguridad de que Tú, Madre amorosa, me librarías de tan aflictivas convulsiones del ánimo. Porque, además de "Reina de sus Tierras", León te llama "Madre de sus hijos". ¡Acoge, pues, Señora, con la misma dulzura que a mí, protege y cobija bajo tu manto maternal, a todos y cada uno de cuantos leoneses se hallan dispersos a lo largo y ancho del mundo! ¡Ayúdalos, sin distinción ni discriminación de ningún tipo, porque, aunque algunos de ellos no lo sepan o no lo quieran ser, todos son Hijos tuyos...! ¡Líbralos, pues, de toda dificultad, de toda tribulación, de toda angustia, o dales el consuelo y la paz...!

Protege y guarda también, Señora, a cuantos pisan cada día el suelo de León y respiran el oxígeno puro de esta bimilenaria y romana Ciudad, Capital de su Viejo Reino, y en particular a quienes se apiñan en torno a los viejos Pendones y Pendonetas, en los que el verde, el dorado, el blanco y el magenta, se mezclan y armonizan, en concertante sinfonía de color y, sobre todo, de amor y devoción. Este pueblo viejo, recio, duro, extremasamente frío en el invierno, pero cálido en su aliento espiritual, Contructor de Castilla, y por tanto de España, se siente henchido de emoción y de fervor, cada vez que bajáis hasta este lugar sagrado desde vuestro Alcazar. La última vez, por cierto, con ocasión del V Centenario de vuestra Aparición en 1505, "para bien de esta tierra", a aquel pastor de Velilla de la Reina, llamado Alvar Simón Fernández. Aquella honda y aquella piedra por ella disparada, ha llegado a formar una montaña, de oración, de íntima contemplación, de adoración... y, si no de fogosidad y vehemencia, impropias de estas tierras, sí de recogimiento y de piedad, nacidas del corazón austero de los cristianos leoneses.

Se ha dicho -es un refrán- que no sólo por Castilla, sino también por León, halló Don Cristobal Colón las tierras americanas del Nuevo Mundo. Acoge también, Señora, y bendice, a las Ciudades hermanas y homónimas de León de Méjico y León de Nicaragua, a las que nuestros misioneros y evangelizadores llevaron con arrojo y desprecio de sus vidas, la semilla de la fe. ...

... Señora, sois una Virgen Dolorosa, una Madre transida de dolor... Te encontraste en la Calle de la Amargura, frenter a frente con tu Hijo, cargado con la pesada y cruenta cruz, camino de su ominosa Muerte, y tus ojos se cruzaron con los suyos, en los que se dibujaba el dolor y la angustia. Ayúdanos, Señora, y alcánzanos la gracia de cruzar también nuestra mirada con la de todos aquellos que sufren... María del Camino: Esta tarde, aquí, yo te acepto como mi Madre y renuevo, ante tu Dolor, la firme promesa de consolarte en todos los afligidos del mundo, cualquiera sea su naturaleza, raza, color, creencia o condición... Madre del Cielo, angustiada en la Tierra por el Dolor, no sufras más, porque ese Hijo muerto en tus brazos, ha resucitado, y su Resurrección, será la nuestra. Por el contrario, ven, feliz, a caminar con nosotros, que te cantamos y animamos a la alegría:

Regina caeli, laetare, alleluia,
quia quem meruisti portare, alleluia,
resurrexit sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobi Deum, alleluia.


(Síntesis de la Plegaria pronunciada el Día Primero de la Novena a la Santísima Virgen del Camino, en la S.I. Catedral de León, en Septiembre de 2006)

***

HIMNO A LA VIRGEN DEL CAMINO
PATRONA DE LA DIÓCESIS Y DE LA CIUDAD
Y DEL VIEJO REINO DE LEÓN

Compuesto con ocasión de su Coronación Canónica,
el día 19 de Octubre de 1930


¡Oh Virgen del Camino!, Reina y Madre
del pueblo leonés!
Muéstranos a Jesús vivo y glorioso
que herencia nuestra es,
que herencia nuestra es.

ESTROFAS

Reina, León te llama de sus tierras
y su dulzura, si tu amor implora,
su vida cuando dice que te quiere
y su esperanza, cuando gime y llora.
Su vida, cuando dice que te quiere,
y su esperanza,m cuando gime y llora.

Madre, León te llama de sus hijos,
y viene a Ti sus hijos a ofrecerte
y vuelve a Ti, contigo a consolarte,
cuando a tus brazos los llevó la muerte.

Grande es tu amor, oh Virgen del Camino.
Y el alma leonesa en él se baña,
y dio por ese amor en santas luchas
triunfos y glorias a la Madre España.

Reina inmortal, oh Madre de clemencia.
Bendícenos, bendice a nuestros Reyes,
bendice a nuestra Patria, que es tu herencia.

Y de tu amor las cálidas ternuras,
que tu alto origen divinal pregonan,
más dulces sean hoy para tus hijos,
los hijos de León, que hoy te coronan.

Arriba, imágen de Ntra. Sra. del Camino, de autor y época desconocidos, que se venera en su Santuario, a 6 kms. de la Ciudad de León, Coronada canónicamente por S.M. el Rey Don Alfonso XIII, el día 19 de Octubre de 1930.