miércoles, 28 de septiembre de 2011

MÁS LEJOS QUE DE GANTE...




NO NOS CANSAREMOS JAMÁS


Según tengo entendido han declarado los dos Altos Tribunales (incluido ese que no debería existir, cueva o nido de politicastros disfrazados de jueces), que el mapa autonómico de España  -sin duda para desgracia de sí misma-  está permanentemente abierto. ¡Hala, vengan “autonomías”, gobiernos y parlamentos… hasta que nos arruinemos todos de una vez! Pero, eso sí, puestos a jugar a tan estúpido juego, ¿por qué no hemos de jugar todos, y no sólo algunos? Ya que el invento, ingenuamente diseñado para tratar de eludir 2 riesgos, ha provocado 17 siniestros, por uno más no vamos a dejar de arruinarnos, ni a evitar que los señores de Bruselas nos inviten, para dar “marcha a tras”, si es que tal despropósito la tiene, en lugar de ir comenzando a “vender islas”, como tendrán que hacer al final con Grecia, a vender el Museo del Prado. Para empezar y, después, a vender España entera. Antes de que esto llegue a suceder, los leoneses, que contribuimos en tan notable medida a crear España, queremos también tener el honor y el asco de contribuir a destruirla. Y exigimos de nuevo, una vez más, nuestra Propia Comunidad Autónoma, la nuestra propia. ¿Cantabria, La Rioja, Murcia, y hasta Madrid, sí, y León no? Eso no se sostiene históricamente. No hay inconveniente alguno en admitir el diagnostico orteguiano de que España es una creación artificial de Castilla, pero también hay que admitir que León es “el padre y la madre de Castilla”, su progenitor. Por tanto, que León no es Castilla, sino indispensablemente previo y muy anterior a Ella, lo saben hasta las ratas de Valladolid, que por cierto también era antes León. Naturalmente, no me refiero, en particular, a ningún honrado vallisoletano, ni mucho menos a todos los vallisoletanos en general, sino tan sólo a las ratas, esos deleznables roedores, tan repugnantes y peligrosos, que habitan en todas las latitudes del Planeta y, por tanto, sin duda alguna, seguro que también en Valladolid. Es más, allí moran muy especialmente y en gran cantidad, si hemos de tomar como referencia una de las novelas  -“Las ratas”-  de la que es autor uno de los más preclaros hijos de Valladolid, Don Miguel Delibes, que en paz descanse.

Que León es “antes que” y “antes de”, no lo saben solamente las ratas de Valladolid, sino que lo supo también una rata nacida por desgracia en el propio León  -en la Provincia-  de muy discutible talento, político y humano, excepción hecha, probablemente, del dominio de los 26 Puntos Programáticos de la Falange, con el debido respeto a aquel gran soñador  -también orteguiano, como humildemente lo soy yo mismo- que tanto amó a España y se llamó José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, III Marqués de Estella (Madrid, 24 de Abril de 1903 – Alicante, 20 de Noviembre de 1936). Pero, aquel funesto sujeto, que decía seguir sus pasos, fue prácticamente el artífice exclusivo de que en León, (crucificado ya en el siglo XIX, cuando se efectuó la división administrativa de España, con la creación de las Universidades, y de las Regiones militares y Provincias Eclesiásticas, entre otras circunscripciones), culminase el parón del reloj de la Historia, detenido ya en 1230, y fuese “rematado”, en el post-franquismo, excluyéndolo de esta pamema de las “Autonomías”. Bien mirado, con verdaderos ojos de auténtico patriotismo español, nos queda el consuelo de no haber contribuido a semejante ruina, pero también la amargura de sufrir el desprecio hacia nuestra gloriosa Historía, como si León no ocupase  -y por algo será-  todo un cuartel entero en el escudo de España.

Ocasión perdida de reparar alguna otra arbitrariedad, aunque más bien también debida al caciquismo y baja estatura humana de otros “patriotas” leoneses, de similar o análoga catadura. Porque, en realidad el reloj de la historia leonesa, y de su economía, no se paró en 1230, cuando Fernando III, el Santo, que era hijo de un leonés, Alfonso IX, decidió unir León y Castilla para siempre. Se paró mucho después, cuando la multinacional francesa Fasa-Renault, a punto de instalare en León, lo hizo en Valladolid, poniendo en hora y marcha desde entonces el de la Ciudad esteparia. Ahora, para rematar el proceso de atropello e indefensión, esta paramera urbe, se ha hecho con la capitalidad de todo un territorio, con el que jamás pudo soñar, con el que nada tiene que ver y que le cae muy lejos. ¿O acaso saben en Valladolid donde se sitúan la Peña de la Canda, Posada de Valdeón u Oseja de Sajambre? ¿Acaso no están tales lugares más lejos de Valladolid que  -poniendo en prosa a Calderón-  Valladolid de Gante? Es decir, de Bruselas, donde dicen que se cuece hoy todo en Europa. Pero, para los leoneses, es un insulto que nada de cuanto les afecta pueda cocerse en Valladolid, que ya ni les mira siquiera. Tan sólo mira hacia Madrid, por ver si puede engordar un poco más. Para eso, mil veces mejor el “centralismo” de Madrid. A pesar del General Franco. Luis Madrigal.-