PERDÓNAME, SEÑOR…
Perdóname, Señor, si tu Camino
ayer extravié por mi locura,
no dejes que el deleite, en amargura
pueda trocarse nunca en mi destino.
Siempre de tu pisada peregrino,
seguiré caminando hacia
y de tu rostro herido, la hermosura
quiero que brille en mí, sin desatino.
Clamo tu compasión a gritos, lloro
-y la suya también, si les he herido-
acoge, pues, mi llanto... Te lo imploro.
Mira, Señor, mi pecho dolorido
y olvídate también si, con desdoro,
ayer fui yo la causa del olvido.
Madrid,
Luis MADRIGAL