EN MANOS DE UNA MADRE
Tejen manos de madre un hondo acento,
iluminando sombras... Son candiles
que brillan en la noche, tan sutiles
como a la vida misma es el aliento.
Igual que ayer fueron el alimento
nutricio, de las horas infantiles
y el agua que enjuagó labios febriles,
son hoy consuelo y dique del lamento.
Tejen ecos, vestidos de palabra
que grita al horizonte, siempre eterno.
Cubren alma, cual manta abracadabra
que hace cálido el beso, en nido tierno
y su dulce latir, sin voz macabra,
eterna Primavera, en crudo Invierno.
Luis Madrigal
A una madre buena