ASIENTO A LA LUMBRE
A un fuego vigoroso, y a su lumbre, se acerca mustio y abatido un espíritu débil, convulso, que quiere huir de todo cuanto le asusta y hace temblar. La luz, ilumina su rostro, y comienza a gozar del calor, tras caminar aterido largo trecho, salpicado de riesgos, cubierto de espesas sombras… Las llamas del fuego, iluminan también su mente, ofuscada por el dolor y vaciada por la nada. Alguien, al lado ya de la lumbre, le invita a sentarse también junto a la hoguera, mientras le tiende un trozo de pan y un jarro de vino. El recién llegado comienza a latir con sosiego, y en el caminar de su pulso, encuentra un corazón nuevo, que le contagia de sus propios latidos y le lanza a recorrer con valor y energía un nuevo camino. Piensa entonces, por un momento, sin mediar palabra, mientras las brasas crepitan, que si el afán egoísta y cobarde, corroe y destruye, el amor gratuito y desinteresado, salva, se inflama de nobleza, quema como el fuego y, como la piedra filosofal, transforma el herrumbroso metal en el oro más puro.
Luis Madrigal
Música Instrumental
de Las Cantigas de León y Castilla