viernes, 16 de mayo de 2008

EL TIBET


Hace aproximadamente un año, conocí -sin conocerla, como a todas las demás personas con quienes he tenido el gusto de tomar contacto por este medio de Internet y del mundo de los Blogs- a una niña china, 23 añitos tiene la criatura, muy dulce por escrito, y para mí de un extraordinario mérito. Estudia español y lo hace, además de trabajar en una “Companía”, como ella dice -lo escribe- a través de sus contactos con otras personas (la mayor parte de América “latina”, según me indica) que, como ella y como yo mismo, accedemos a los medios ya indicados. Ella y yo, tomamos contacto a través de SKYPE, ese gran comunicador, que permite hablar con Buenos Aires o con Acapulco -también con Nueva York, naturalmente, aunque por mi parte en riguroso español,- a coste de 0,00 unidades monetarias, ya sean dólares, euros, dinares o libras esterlinas. Gratis total, como gustaba viajar -creo recordar que a costa de una Empresa naviera- aquel ministro socialista, de cuyo nombre mi me acuerdo ni deseo acordarme, aunque guardo la vaga memoria de que no era de los peores, de los absolutamente analfabetos, sino una persona de cierto talento. En todo, hasta tratándose de socialistas españoles, tiene que haber alguna excepción, aunque lo incomprensible racionalmente es que una persona de talento pueda ser socialista. Desde luego, esto de viajar -o lo que sea- gratis, a costa de empresas públicas, es cosa de españoles -y por desgracia para mi, yo también lo soy- pero mucho más de socialistas. Si son españoles, el efecto es doble y multiplicable por mil. Pero a lo que iba. Se habla mucho mejor, generalmente, con mucha mayor nitidez y estabilidad, “gratis total”, a través de SKYPE, con Buenos Aires, que cuando se hace con el vecino de la casa de enfrente a través de Telefónica (antes, en esta “piel de toro” de mis amores, la “Compañía Telefónica Nacional de España” ), lo que hoy cuesta un dineral, para oír muchos más ruidos que la voz del interlocutor. Otro día, les diré a ustedes las atrocidades que comete con los indefensos ciudadanos españoles la Compañía Telefónica, hasta estafarles inmisericordemente, máxime desde que ni es “nacional”, ni podría serlo, porque para eso se han encargado algunos de que ya no haya España. Los refractarios al inglés, como yo -les decía- hemos de hablar con Nueva York en español porque, además de no conocer ni entender ni “papa”, de la lengua que mayoritariamente utilizan los neoyorquinos, a mí, particularmente, siempre me ha parecido esa una lengua, como decía un ilustre profesor de Filosofía, a diferencia del griego o del latín, "para clases de tropa”, o en todo caso propia de “comanches” o del pato Donald, cuando no se doblan las películas. Y ello, pese a Shakespeare, Milton o John Steinbeck, cuya novela “Al Este del Edén” (“East of Eden”) estoy leyendo en estos días, sin poder entender tampoco hasta el momento -y ya voy por la página 683 de la edición española de Vicente de Artadi, que tiene un total de 770- por qué razón le otorgaron a este señor el Premio Nobel de Literatura en 1962. Seguramente sería por escribir en inglés, o por ser norteamericano. ¡Quién sabe!. Sin duda, ese mismo año, yo se lo hubiese otorgado, a título póstumo, a Don Pío Baroja, que, además de ser médico y pese a ser vasco, era muy español, ya que no quisieron dárselo en vida, seguramente por no ser sueco, ni norteamericano.

Pues bien, ya no daré más rodeos. El caso es que, el otro día, traté de ver si mi amiguita china, que se llama Ren Qing, estaba o no conectada en SKYPE, para ver cómo le iba, ahora que reside en ese megalopólico monstruo de Shangai, en lugar de hacerlo en Chengdu, como antes. Y bien, no estaba conectada, pero lo que sí pude observar es que, en su perfil -una especie de autodescripción personal- había dejado escrita, literalmente (y pese a que en dicho perfil se anuncia, “Idioma: Spanish”) la siguiente frase:“TIBET was, is and will always be a part of CHINA”. ¡Olé mi niña…! ¡Qué poco he podido enseñarte, no de español, sino de Historia universal!. Pues, no, hijita. Oye Ren, yo te quiero mucho, como bien sabes y trato de enseñarte lo poco que yo sé de español. Ya sabes que hasta tenemos pendiente una conversación, o incluso una videoconferencia -gratis total, por cuenta de SKYPE, no del Erario público- entre Shangai y Madrid… Pero, eso de que (hasta ahí llegan según creo mis conocimientos del idioma de Shakespeare y del pato Donald) “El TIBET fue, es y siempre será CHINA”, pura y simplemente, no es cierto. No es verdad, al menos en lo que se refiere al pasado. Desde luego, hasta ese día yo no sabía nada sobre el Tibet, pero he acudido a las fuentes, a los libros, no a los periódicos. Todo, todo está en los libros. En los periódicos, generalmente, no hay más que cosas de política y de futbol y nadie puede nunca aprender nada que merezca la pena. ¡Pobrecita, Ren…! Con tus 23 añitos, las autoridades de la República Popular te habrán contado eso, pero te han engañado. Para saber la verdad tienes que salir de China y ya verás como el Tibet, jamás ha sido lo que te han dicho, por su libre gusto y decisión, claro, sino porque -finalmente- la tiranía comunista así lo decidió. Es más, fíjate lo que dicen los libros: En el siglo VII (mis fuentes no precisan de qué era, pero presumo que de la era cristiana), el Tibet, bajo su rey Sron-btsan-Gam-po, no sólo llegó a conquistar regiones al N. de Birmania y al E. de China, sino que hasta sometió a tributo al emperador chino. ¿Qué te parece? Vosotros los chinos pagando impuestos al Tibet. Casi peor que hacerlo ahora en España, donde el sistema no es de tributación, sino de confiscación. Y así, más o menos, hasta el año 1247, en el que se produce la invasión del Tibet por los mongoles, aunque esta unificación política tuvo un efecto meramente temporal, porque la iniciativa de tal carácter correspondió a los dirigentes tibetanos. El Primer Dalai-Lama, Tsong-kha-pa (1357-1419), ciertamente fue una figura puramente religiosa, pero sus sucesores, gradualmente, adquirieron el poder temporal. Así hasta el Sexto Dalai-Lama, a principios el siglo XVII, momento en el que exclusivamente a consecuencia de las dudas de este buen hombre acerca de su mandato espiritual -fíjate si sería delicado de conciencia- se produjo la oportunidad de los chinos, mucho menos escrupulosos, para imponer su control sobre el Tibet, expulsando al Dalai-Lama e imponiendo a un funcionario chino en su lugar. Este control imperial chino, comenzó a declinar a mediados del sigo XIX, y en 1885 se produjo un Tratado comercial Tibet-Nepal, que el Dalai-Lama rehusó someter a la ratificación china. ¡Toma, ya…! También es verdad que un personaje muy simpático, el General Chiang Kai-shek (te habrán contado de él atrocidades, pero todavía, aunque muerto, no han logrado echarle de Formosa, vosotros decís Taiwan), bajo el régimen nacionalista unido, hacia 1931, amenazó con la invasión del Tibet, cosa que no llegó a suceder a causa de la invasión de la propia China por los japoneses en 1937. Me salto las dos guerras mundiales, en las que el Tibet permaneció dentro del mayor aislamiento político. Pero, el 1 de Octubre de 1949 (te faltaban a ti 36 años para nacer, querida Ren), se proclamó la República Popular China y, con ello, los días de independencia del Tibet estaban contados. El 25 de Octubre de 1950, los chinos comenzaron los preparativos para la invasión del Tibet, aunque vacilaban ante la actitud de independencia de este país. El hermano del Dalai-Lama, huyó a los Estados Unidos y entonces China invadió el Tibet. Las protestas tibetanas ante la ONU (ese organismo que siempre da la razón a los poderosos) fueron cuidadosamente archivadas. El Tibet fue obligado por la política intervencionista de las grandes potencias a someterse a los dictados chinos. En Mayo de 1951, fue firmado un Acuerdo de 17 puntos para ratificar la ocupación militar china y, a mediados de esta década, había más de 250.000 soldados chinos en el Tibet, mientras los tibetanos huían o eran expatriados a China. En 1956, los khambas se sublevaron (ya lo habían hecho antes) y comenzaron a actuar las guerrillas en el Tibet Central. En los años 60, se promulgaron decretos suprimiendo la autoridad del Dalai-Lama, y desde entonces el único objetivo chino ha sido el de acabar con los Monasterios, con la espiritualidad y con la organización sacerdotal tibetana. Todo, absolutamente todo, lo controla un Comité el Partido Comunista Chino. ¿A que todo esto no te lo han contado?. ¿A que no?. Tampoco te habrán informado, estoy seguro, de lo que pasó en Tiananmen… Yo te lo contaré todo más despacio, si alguna vez consigues llegar a España, y si es que antes, "estos de aquí" -que no tienen los ojos rasgados pero son de la misma raza y sangre- no hacen otro tanto conmigo. No estaría yo muy seguro. Un beso, cariño. Luis Madrigal.-


Arriba, la dulce Ren Qing, cuando vivía en Chengdu


LA FILOSOFÍA DE ARISTÓTELES (II)