SIN MÍ MUERE
LA OLA
Muere la ola sin sentir la arena
que tan lejos de mí ilumina un rayo.
Pierdo mi voz y busco sin desmayo
la miel que endulza el alma, y la colmena.
Y sólo encuentro barro y la cadena
que ata mi ser a tierra, cual vasallo.
Sumido en sombra oscura, lloro. Y callo.
Y sufro en el olvido mi condena.
Pasión loca parece del que espera,
cuando la noche enciende sus mil ojos,
lo que no ha de llegar, ni nunca fuera.
El cielo sobre el mar, los ocres rojos,
que cada Otoño tiende en la frontera
del crudo Invierno… Sólo los abrojos.
Luis Madrigal