sábado, 28 de febrero de 2009
sábado, 21 de febrero de 2009
DISCULPEN LAS MOLESTIAS
jueves, 19 de febrero de 2009
MÚSICA CULTA
miércoles, 18 de febrero de 2009
UN BELLO POEMA
"Si me voy antes que vos
Si te dejo en estas tierras
No te asustes de la noche
Que en la noche vivo yo
Si me voy antes que vos
Si es así que está dispuesto
Quiero que tus noticias
Hablen del aire y del sol
Quiero que siempre recuerdes
Lo que dijimos un día
Que cada vez que te ríes
Río contigo mi amor
Y no te olvides de algo
Que se adivina en la vida
Y es que la vida misma
Es un milagro de amor
Si me voy antes que vos
Y visito tu silencio
No es para que estés triste
Ni para ver tu dolor
Quiero decirte mi amor
En estas torpes palabras
Que cada vez que llores
Lo sabrá mi corazón
Y no nos encontraremos
Pues siempre estuve a tu lado
Hacia donde y hasta cuando
Esas son cosas de Dios
Y no nos encontraremos
Pues siempre estuve a tu lado
Siempre aunque me vaya antes
Es un milagro de amor"
EN LOS MOMENTOS, QUIZÁ DE MÁS BAJA ALTURA DE LA HISTORIA DE ESPAÑA
martes, 17 de febrero de 2009
ANTES Y DESPUÉS DE LISZT
Bien. Sin duda, es conocida la afirmación -yo no recuerdo donde pude haberlo oído o leído- de que, en el modo de tocar el piano, de hacer sonar este importantísimo instrumento, o si se quiere de atacar la percusión de su teclado, pueden diferenciarse nítidamente dos etapas muy marcadas. Antes de Liszt y después de Liszt. El maestro húngaro, desde luego representa un momento crucial en lo que se refiere al piano. Pero, acaso, no se encuentre tan extendida la posible causa, el por qué esto es así. Y, según entiendo, a mi modesto juicio, en ello debió influir poderosamente la presencia y meteórica irrupción en el mundo de la música de otro gigantesco compositor e interprete, pero no del piano, sino del violín. Nada menos que el legendario Niccolò Paganini, aquel tremendo innovador, a quién llegó a atribuirse incluso un pacto con el demonio, a causa de su frenético y salvaje, al propio tiempo que malabarista o acrobático modo, de atacar el bello instrumento de las cuatro cuerdas. Pues bien, el día 9 de Marzo de 1831, Paganini ofreció el primero de sus conciertos en París, produciendo un efecto indescriptible y causando la sensación de que efectivamente aquel hombre necesariamente tendría que haber concertado algún pacto diabólico.
Pero lo más significativo y musicalmente transcendente de la situación, sin duda, fue que, el día de aquel concierto, entre el publico asistente a la velada, se encontraba Franz Liszt, que observó obnubilado las evoluciones y prácticas de Paganini. Liszt, quedó poco menos que traumatizado por aquella experiencia y, dicen, que nunca más, durante el resto e su vida, llegó a recuperarse de ella. En este sentido, literalmente, escribió a su alumno Pierre Wolf: “Durante dos semanas mi mente y mis manos han sido las de un poseso. Practico cuatro o cinco horas diarias… Si no me vuelvo loco, encontrarás a un verdadero artista en mí cuando volvamos a vernos… ¡Dios, cuánto sufrimiento, cuánta miseria, cuanta agonía en esas cuatro cuerdas!"
Liszt, se había quedado sin aliento, ante la magia de Paganini, pero eso le impulsó frenéticamente también, tanto en la composición, como en la interpretación, a convertirse en “el Paganini del piano”. Franz Liszt, se sumergió en los 24 Caprichos del violinista genovés, efectuando hasta cinco transcripciones para piano de los mismos y, además, una transcripción del Segundo movimiento del Concierto para Violín en Si Menor, “La Campanella”. El adjetivo más suave que los expertos y críticos musicales atribuyeron a los “Etudes d´exécution transcendente d´après Paganini”, fue el de “intocables”. De ello, puede dar una idea el comentario del musicólogo Mirtha Facundo, quien literalmente ha escrito: “La Campanella, se toca con un paso rápido y en él se practican los saltos de la mano derecha en intervalos más grandes de una octava. En ocasiones, se llega a extender la mano dos octavas completas en el tiempo de un dieciseisavo de nota, con tempo allegreto. La pieza puede ser estudiada para aumentar la destreza y la exactitud en saltos grandes en el teclado, así como para fortalecer los dedos más débiles de la mano. Los intervalos más grandes a los que se enfrenta la mano derecha son quinceavas (dos octavas) y dieciseisavas (dos octavas y una segunda). El pianista no tiene tiempo para mover la mano, está forzado a evitar tensión muscular. Las quinceavas son bastante comunes al principio de la obra, pero las dieciseisavas sólo aparecen dos veces.”
Desde luego, yo no entiendo ni media palabra de cuanto se escribe en el párrafo anterior. Pero, estimo, que no hace falta entender nada, en esos términos aritméticos, si, dinámicamente, se contempla el moviento de las manos del jovencísimo pianista ruso, Yevgeni Ígorevich Kissin (Moscú, 10 de Octubre de 1971), en las imágenes recogidas en el primero de los videos anteriores a esta entrada, y que pueden observarse en el modo ya indicado. Vean, ved todos, amigos, lo que hace con su mano derecha este pequeño “monstruito” que interpreta al piano “La Campanella”, tras la transcripción y transporte para piano, de Paganini, efectuada por Liszt. No hace falta, “entender”, sólo ver. En el segundo vídeo, puede observarse como el maestro violinista italiano Salvatore Accardo, toca el mismísimo violín de Paganini, un Guarnerius, si bien Accardo, sin duda no es Paganini, y la pianista que “acompaña”, ocupa un nítido segundo plano en el conjunto de la interpretación.
Bueno, pues, si mi amigo Carlos -¿y qué Carlos va a ser?- Carlos Tobes, anteriormente autodidacta prodigioso del teclado, aunque hoy ya alumno, semanalmente del magno instrumento, y musicalmente “alfabetizado” para leer partituras, si esto lees, querido Carlos, hazme un favor, que te reiteraré cuando nos veamos. Dile a Andreas Pitwicht -o como se escriba su endiablado apellido- que mi amiga Marga Fuentes, y sin duda también tuya y de Andreas, cuando la conozcais, siente un gran deseo de oír a su conjunto, el de este último verano. ¿Siguen ensayando en Las Navas, verdad?. Marga, quiere ver, cómo Andreas intercambia sus tres flautas de pico y su pequeño saxofón en décimas de segundo; cómo “se va por donde quiere”, y como su excelente batería, le sigue “como un sabueso”; y su guitarrista, y la niña que toca la viola de gamba… Pero dile también que si necesitan incorporar una voz, puede contar con una excelente Soprano ligera, mi ya buena amiga Marga Fuentes, que estudio piano y canto en su Montevideo natal, y ahora vive aquí, en Madrid, entre nosotros, porque también es española como nosotros. Os invito en su nombre, a ti y a Andreas, a visitar su Blog, un Blog musical, donde podréis encontrar alguna de sus interpretaciones. Tenéis el enlace en el mío, pero, por si acaso, os lo facilito también. Es este: ppt://www.marga-fuentes.blogspot.com/
lunes, 16 de febrero de 2009
sábado, 14 de febrero de 2009
jueves, 12 de febrero de 2009
PUNTUALIZACIONES EN TORNO A "LA CRUZ DE PALO"
Mi reciente, pero sin duda ya buena amiga y colega en esto de los Blog, Marga Fuentes, efectuaba ayer mismo un comentario a mi última entrada, un video de Carlos Gardel, cantando “La Cruz de Palo”. Puede verse, si se desea, el comentario de Marga, de cuya educación musical no se puede dudar por ser una cantante de escuela, allá en su Montevideo natal. Hoy, Marga, además de uruguaya de origen, es española, en cuanto a la nacionalidad respecta. Para mí, ya lo he dicho muchas veces, todos nuestros hermanos de lengua y de cultura, lo son, son españoles también de origen, aunque nazcan al otro lado del gran Mar. En ese comentario, Marga decía literalmente esto: “No me preguntes si es uruguayo porque te diré que sí, y que nació en Tacuarembó”. Se refería indudablemente al tango cantado por Gardel. No puedo yo, en modo alguno, discrepar ni contradecir a Marga, que es posible tenga razón, relativamente -explicaré, a renglón seguido, el por qué de esa relatividad- si hemos de tomar como referencia capital el hecho de que, en el mundo vegetal, se conoce con el nombre vulgar de “palo de cruz” o, en el mismo sentido, “Jazmín del Uruguay”, a una planta del género Guettarda, especie Uruguensis, familia Rubiáceas, de una altura de 5 a 10 metros, y hojas caducas de 3 a 6 centímetros. Y, vayamos al asunto: Lo que daría toda la certeza a la afirmación de Marga, es una de las dos denominaciones vulgares de la planta: “Jazmín del Uruguay”. La relatividad a la que me refería antes estriba en que el lugar donde con mucha frecuencia se encuentra dicha planta son, según mis fuentes (no hay alusión irónica alguna a tu apellido, querida Marga), “las zonas aledañas al Río Uruguay”. Esto es, el “palo de cruz” es aledaño, al Río, a este gran y hermoso río, el Uruguay, lo que permite pensar que no necesariamente al territorio de la Republica Oriental del Uruguay, que tan sólo es una de las tres naciones bañadas por el gran Río. Por razones, que no vienen ahora al caso, últimamente, he tenido que efectuar algunas investigaciones en torno al Río Uruguay, ese Río que no es un río, sino un “trozo de cielo que camina”, por lo que sé muy bien que nace en la Sierra Geral, en territorio del Brasil, y recorre centenares de kilómetros haciendo de frontera entre la Argentina y el Uruguay, y por eso el Estado uruguayo se denomina “Oriental”, porque todo oriente, tiene necesariamente un occidente, y el occidente de este gigantesco Río, es la Argentina, que también pudiera haberse llamado “Uruguay”… occidental. Por ello, no podemos saber en qué partes o zonas del Río Uruguay prolifera el “palo de cruz”, y es posible que en todas, por lo que la canción, tanto podría haber nacido en el Uruguay como en la Argentina.
Ciertamente, tendremos que tener en cuenta que la canción es un tango, lo que, en principio acercaría más su nacimiento a la Argentina, pero tampoco esto resulta decisivo. No lo es porque el tango, también es uruguayo, también hay un tango uruguayo, hasta tal punto de que muchos españoles se sorprenderían de saber que “La Cumparsita”, el tango más universalmente conocido en el mundo, no es un tango argentino, sino uruguayo. Su música fue escrita en 1917 por el maestro uruguayo Gerardo Matos y estrenada en 1926 en el Café “La Giralda” (¡viva Sevilla y olé, viva Triana!¡...y "er Beti, manque pierda")… de Montevideo. También Matos, escribió su primera letra, pero la más conocida terminó siendo la del argentino Pascual Contursi y, por otra parte, la Argentina usó esta música uruguaya para representar a la nación argentina en los actos públicos alrededor del mundo. Hasta aquí, va cobrando fuerza la afirmación de Marga Fuentes, de ser, posiblemente, uruguayo este tango de “La cruz de palo”. Sin embargo, querida Marga, también es preciso pensar en que el autor de la letra, surgida con anterioridad a la música, como bien sabes siempre debe hacerse, es el poeta y escritor argentino Enrique Cadícamo, nacido en Luján (Provincia de Buenos Aires, en 1900), que utilizó también los pseudónimos de Rosendo Luna y Yino Luzzi, y la música del guitarrista de Carlos Gardel, Guillermo Barbieri, aunque también sea cierto que, entre las letras de Cadícamo, la de “La cruz de palo”, es quizá la menos conocida, y la que a su vez, casi se omite sistemáticamente entre las compuestas por el gran letrista argentino. Por esto, tal vez, a mí me sorprendió un tango cantado por Gardel que, particularmente, yo no había oído nunca, por lo que me permití el título interrogativo de “¿Un Gardel inédito?”. Ahora, ya parece estar más claro.. Gardel, cantó y grabó ese tango, porque a su guitarrista Guillermo Barbieri, le llegó la letra escrita por Enrique Cadícamo. Todo, pues, entre argentinos. Ahora bien, ¿de dónde sacó Cadícamo la letra? ¿De su propia inspiración poética? Aun cuando fuese así, toda inspiración procede de algo o de alguien que inspira. Y, en tal sentido, tal vez, puede ser, el origen inspirador pueda hallarse en Tacuarembó, como apunta Marga, que sus razones debe tener para ello.
En cualquier caso, a mi me ha alegrado saber que, no sólo en el Uruguay, o en la Argentina, se han cantado versiones de esta “Cruz de palo”, sino también en otras naciones hispánicas, como Méjico, por ejemplo, tan alejado de la zona austral. De todas ellas, para conocimiento de los interesados en la cuestión, o en el tema, voy a ir publicando en este Blog, las diversas versiones que, hasta el momento he podido obtener. Lo haré, sucesiva y alternativamente, con el fin de no cansar a nadie. Eso, sí, ahora mismo voy a publicar la letra de este tango (¿uruguayo, o argentino?) al que estamos haciendo referencia. Esta es la letra, un poco larga, desde luego:
CRUZ DE PALO (Letra de Enrique Cadícamo. Musica de Guillermo Barbieri ).Tango canción.
Juntito al arroyo, besao por los sauces y poblao de flores de pasto y de luz, sin letras, crespones ni nombres tallados se alzan junto a un sauce dos palos en cruz. Una sepultura que entudavia el cardo no pudo cercarla y en donde el chus-chus de alguna lechuza se escucha agorera sobre la cimera de esa vieja cruz. El sauce le llora un Ave María, el boyero en cada chiflido que da acaso le quiere rezar un bendito junto con las quejas que entona el sabiá. Dicen los más viejos haciéndose cruces que al pasar de noche por aquel lugar oyen que se quejan los ñacurutuces de un modo tan fiero que hasta hace llorar. [Recitado] Y en las noches malas, cuando suena el viento su vago lamento por el saucedal, por la cruz de palo una luz camina que corre y que vuela por el pastizal. Pa un día de difuntos de hace varios años se acercó una moza juntito a la cruz, la cabeza envuelta en negro rebozo los ojos llorosos, tristes y sin luz. Que frío, canejo, sentiran los muertos, pues la moza aquella se le arrodilló, lloró cuanto quiso, besuqueó la tumba, le dijo "hasta pronto", pero no volvio. El sauce le llora, etc...
De cualquier modo, ha sonado ya tantas veces, en este humilde Blog, el Himno Nacional de la República Argentina, la Hermana mayor del cono austral de nuestra América, que hoy, precisamente en honor a Marga, voy a hacer que suene el Himno de la República Oriental del Uruguay, esa pequeña pero al mismo tiempo también gran Nación hispánica, en la entrada siguiente, aunque posterior en el orden en que una y otra pueden ser vista. ¡Saludos a todos los hermanos orientales. Ya nunca, os “tiranizaremos” más. Porque, os queremos. Y un beso, Marga. Luis Madrigal.-
Arriba, en la imágen cruz de palo, o jazmín del Uruguay
martes, 10 de febrero de 2009
lunes, 9 de febrero de 2009
domingo, 8 de febrero de 2009
sábado, 7 de febrero de 2009
viernes, 6 de febrero de 2009
SER ESPAÑOL
Sin embargo, en otros tiempos, “ser español”, si no “la cosa más importante que se puede ser en este mundo” (como con estúpida altanería proclamaba la propaganda del régimen político franquista, sus apologistas y corifeos), sí que fue algo verdaderamente importante, para el Mundo y para la propia España. Y, de esa gloriosa importancia histórica es de la que trató de dar explicación rigurosa, y lo consiguió más que aceptablemente, aun de una forma inconexa, o dispersa, por yuxtaposición de épocas y personajes, pero dentro de una cierta conexión interna, aquel gran filósofo, que fue Julián Marías, el “hijo del sol”. Fue el propio Marías quien dijo en cierta ocasión, que “el sol” -sin duda por su cegadora claridad- era su egregio maestro, Don José Ortega y Gasset, y yo modestamente así también lo creo. Y por ello, Julián Marías, sin duda también el discípulo más preclaro de aquella gran lumbrera, es “el hijo del sol”.
Julián Marías, no hace tanto tiempo desaparecido de entre nosotros, abordó tal tarea, la de explicar lo que significa “ser español”, en el libro que hoy ilustra la entrada de este humilde Blog, y cuyo título responde a tal propósito. Pero, el título del libro, “SER ESPAÑOL”, lleva un subtítulo que, si se amplia la imagen que arriba se ofrece, podrá leerse nítidamente: “Ideas y creencias en el mundo hispánico”. Es decir, son dos las cuestiones que este subtítulo contiene y plantea. En primer lugar, la esencia de lo español, no sólamente se refiere a las ideas, sino también a las creencias. La distinción entre ideas y creencias -de raíz puramente orteguiana- no es fácil de explicar. Yo trataré de hacerlo, para su mejor comprensión general, con un ejemplo muy sencillo, que creo recordar empleaba el propio Ortega, y que era este: Cuando yo, antes de depositar el vaso de agua sobre la mesa, pienso que el vaso se caería, al soltarlo de mi mano, a causa de la ley de la gravedad, pero, a su vez, también estimo que, como el tablero de la mesa participa activamente del principio de impenetrabilidad de los cuerpos, no habrá problema alguno para que yo suelte el vaso, sin que éste se haga añicos y el agua que contiene se vierta sobre el “parquet” del salón. Ah…!, excelente solución. Ya puedo depositar el vaso de agua sobre el tablero de la mesa… Cuando yo, antes de dejar el vaso, pienso de esta manera, es decir, razono acerca de los efectos y las causas de situar en la mesa el vaso de agua -eso- es una idea. Pero, si, en lugar de razonar nada, de un modo completamente instintivo y natural, deposito el vaso de agua sobre la mesa, entonces, esto otro, ya no es una idea, es simplemente una creencia. En consecuencia, las ideas, están asociadas a la razón, precisan de ella de un modo esencial, de tal manera que, sin raciocinio, sin juicio o discurso racional, no puede darse ninguna idea. Por el contrario, las creencias, nada tienen que ver con la razón, se basan en otro factor, residen en otra causa, más sutil aún y desde luego más poderosa. En síntesis no son racionales y, por tanto no son ideas, pero si son -siguiendo el símil del vaso de agua- mucho más vitales y prácticas. En cierto modo, entre ideas y creencias, podría mediar la misma o análoga relación a la que existe entre razón y fe, o entre ciencia y religión, o entre cálculos matemáticos y sentimientos del alma. De tal modo, el amor, la piedad o el honor, no serían ideas, sino creencias. Y dice Marías, siguiendo a su maestro Ortega, que “en toda forma de vida humana, las creencias son mucho más fuertes e importantes que las ideas. Mientras “tenemos” ideas, las creencias “nos tienen” -nos sostienen-. Las ideas tan sólo tienen la función de suplir a las creencias cuando éstas faltan, han perdido vigor o entran en conflicto entre sí”.
En segundo lugar, el subtítulo del referido libro de Julián Marías, no limita restrictivamente, “pueblerinamente”, las ideas y creencias de lo español a los españoles de la Península Ibérica, que no son sino una parte mínima de ello, sino al Mundo hispánico. También, por tanto, a todos los seres humanos que constituyen ese mundo, a esos españoles del otro lado del inmenso Mar, a través del cual, un día, Tres Carabelas arribaron a un Nuevo Mundo. Todas estas personas, también son “españoles”, al margen por completo de los Estados independientes y soberanos, de los que son ciudadanos, y en los que se organizan las respectivas convivencias políticas nacionales. E incluso también, al margen de la procedencia u origen -étnico, lingüístico, religioso, cultural o de cualquier otro posible signo- de las personas que allí realizan y organizan su vida. Todos ellos, también son “españoles”, les guste o no, dentro de sus respectivas particularidades o diversidades.
Por ello, el libro de Julián Marías, que parte de la psicología del español, de Cervantes y la España cervantina, para recalar, a grandes saltos si se quiere en Jovellanos, el ilustrado; en Moratín y la unidad de Europa; en Valera y la tradición olvidada, sin olvidar tampoco las tragedias y perversiones más próximas a la destrucción de la imagen de España, deliberada o miope, o ambas cosas, alcanza un punto extraordinariamente importante. Este punto es el de “la Lengua española como instalación histórica”, que el lector podrá encontrar en la página 287 del libro. Naturalmente, no se trata aquí de reproducir, ni siquiera de sintetizar, lo que en este crucial punto se contiene. Para ello, quiénes se interesen por ello, pueden acceder al libro. Muy en breve, sí hemos de decir que tal cuestión, la de la instalación de la lengua, parte de las categorías antropológicas de “instalación” y “vector”, inseparables entre sí, de tal forma que toda instalación humana es vectorial, esto es, orientada, dirigida a algo con una u otra intensidad. Instalaciones vectoriales son las categorías, mundo, cuerpo, sexo, edad, clase… Y, por último, también la lengua. Me permito la acotación, por mi libérrima parte, de distinguir entre lengua y habla, de tal forma que, en cierta perspectiva esencial, es igual hablar en castellano, en andaluz o gallego que en argentino, mejicano, cubano, o en cualquier otro tipo de habla de entre las que se utilizan en el mundo hispánico. Y, en este sentido, la instalación de la lengua española, implica la superación del concepto, o de la valoración, de que todas las lenguas son iguales. Por supuesto que lo son, entiende Marías, pero no en cuanto lenguas y mucho menos en cuanto a instalaciones. La morada lingüística del español es dilatadísima y, con independencia del tiempo, esto es del español hablado por Cervantes en el Quijote, o por José Hernández, en el Martín Fierro, la instalación de la lengua española en sus límites espaciales, contempla a más de 300 millones de seres humanos y cerca de una treintena de países en el mundo, que se expresan y entienden en español. Y propone Marías, otra especie de ejemplo, consistente en comparar al hispanohablante con cualquier otro hombre de otras lenguas no universales, aún habladas también por millones de personas. Este último, cuando sale de su país, se encuentra en un mundo ajeno. Aquél, dispone de muchas casas y puede venir a cuento aquello que tanto honra a nuestros hermanos colombianos, entre los cuales es frecuente decir que ”cuando vienen a España, no vienen, van”. Y esto mismo podemos decir todos los demás hispanohablantes, respecto al “venir cuando vamos” a cada una de las muchas casas lingüísticas propias, fuera de nuestros respectivos países.
Por último, de tres graves peligros alerta Julián Marias, para que nunca llegue a quebrarse esta privilegiada situación lingüística del mundo hispánico: El primero, nos concierne en exclusiva a los españoles, es decir a los falsos y miopes “patriotas”, capaces de pensar que la lengua española es propiedad de España, porque aquí estuvo la “fábrica”, ignorando que, además de la Real Academia Española, existen las correspondientes Academias de la Lengua en los diversos países de nuestra América y que la propia RAE ha aceptado infinidad de términos allí acuñados para incorporarlos a nuestro amplio acervo lingüístico. El segundo de esos peligros es, una vez más el de los particularismos lingüísticos, y más en esta hora desgarradora por la que cruza España, pero también de los que puedan surgir en el resto de las Naciones que hablan en español. Y, por último, el tercero, dice Marías, -y yo le aplaudía a rabiar mientras lo leía- un grave peligro es el de caer en la tentación, dentro de ese engaño, de esa añagaza tendida y urdida por Francia (esto lo digo yo), de creer que existe una “Literatura latinoamericana”, adjetivo este último ya de por sí inaceptable, porque tal Literatura, no existe. La única Literatura que a nuestra América concierne es la Literatura española, como propia y común de todos los países que escriben, para crear belleza, para enseñar o, a cualquier otro fin, en español. Que Dios nos libre de todos y cada uno de estos tres terribles males. Luis Madrigal.-