sábado, 11 de julio de 2009

UN SONETO DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


OJOS CELESTES

Yo creí que el color azul del cielo
bajaba, a veces, a la tierra oscura,
y tras de él, en cazas de dulzura,
corrió, de flor en flor, mi desconsuelo.

Casi lo tuvo mi ardoroso anhelo
un día, ¡clara mariposa pura!
... Pero la mariposa era la dura
sombra de un delirar de mi desvelo.

Ojos celestes: como el cielo, estáis
encima de la tierra -doble rosa
que oculta un hondo fondo vespertino-.

¡Como el cielo también, nunca bajáis
a la miseria de la carne umbrosa
en que se pierde ni anhelar divino!


Juan Ramón Jiménez