I
TAN SÓLO VIVIRÉ DE TU RECUERDO
Ya nada soy, ni eres, ni ya el viento
traerá a mí tu sonrisa, entre las olas
del Mar que nos separa, y caracolas
deja en la arena que hace de cimiento.
No volverás a oír de mí el lamento
en la amargura de mis horas solas
y en el trigo, que nace entre amapolas,
ahogaré, al caer la luz, mi sentimiento.
Tan sólo viviré de tu recuerdo
que, aun débil, nunca muere… Siempre es vivo
y ha de latir sin ti en mi pecho, cuerdo,
aunque loco me sienta, y aflictivo
sea para mí tan duro desacuerdo
y haga mi amor de ti siempre cautivo.
II
NUNCA MÁS
Ya nunca más seré… Ya nunca herido,
tú no serás en mí lo que sentía.
Nunca más pediré lo que pedía,
ni podré hallar calor, yerto de frío.
Nunca más, más querré, sino lo mío.
Ya no podré querer lo que quería,
ni ver con tal pasión lo que veía,
ni nunca más fluir, azul, tu Río.
Encontrarás la paz, la luz, el fuego,
mas no arderá en la noche con tal brío.
No podrá ser, por más que ahora o luego
se alce desde el mar el son bravío
que arrulló tu vivir, ayer tan ciego.
Y puedas ver que hoy está vacío.
Luis Madrigal