A estas horas y desde hoy mismo, Domingo de Ramos, ha comenzado ya la Semanana Santa. Y, sin duda, lo habrá hecho no sólo en las grandes ciudades sino hasta en el más pequeño pueblo. Todo ello tiene el mismo valor. La solemnidad y esplendor, de la Semana Santa en las grandes ciudades andaluzas, Sevilla y Cordoba, pero también otras muchas, o en el levante murciano, Cartagena por todas ellas, no difiere en nada de la austeridad de Castilla y... de León. Es decir, de León y de Castilla. En estos días, se impone la humildad, la tolerancia, y sobre todo el amor a todo el mundo, pero ello no excluye la verdad, la verdad histórica. Y la antigüedad es un grado. Pero la austeridad, se extiende sobre la meseta Norte, más o menos con los mismos signos. No sólo en Valladolid, de cuya Semana Santa, que efectivamente es grande en tallas e imagenes (no en vano en la Ciudad del Pisuerga se encuentra el Museo Nacional de Escultura), así como en seriedad y orden, sino también la de Zamora y otros lugares. Allí, todavía hará frío, y eso también contribuye a la austeridad, aunque el corazón esté dispuesto a caldear cualquier ambiente hostil. En mi Ciudad natal de León, en estos días (al menos eso ocurría en mi infancia y juventud), no habrá ningún tipo de "lujos", ni ruidos, y lo que recuerdo, porque ha quedado grabado casi a fuego en mi alma, son los casi únicos sonidos de la esquila, el tambor y la trompeta, signos acústicos máximos de aquellos días. También de los clarines, que sonaban claros, como su propio nombre, y con un sonido especial en mi corazón. Hoy, he querido evocarlos, en un poema que me acerca más a aquellos días:
Se oye un clarín y una esquila,
un tambor y una trompeta...
Es el pueblo, que recuerda
lo que supo y vio de cerca.
Siglos y siglos pasaron
mas la Sangre esta despierta,
que otros la vieron caliente
brotar como el agua mana
y fluye desde la Fuente.
Lo mismo que hoy, nueva sangre
se eleva gritando al cielo,
viene del ayer presente
y tiñe de rojo el suelo.
Luis Madrigal
Sirva de salutación inicial a esta nueva, y siempre la misma, Semana Santa, este humilde poema. Pero, he de decir que, para días sucesivos, le he pedido prestados otros suyos a mi íntimo e inseparable amigo Alphonso Carbajal, para que vuelva a este humilde Blog, y coopere en el vestido poético de los Acontecimientos que celebraremos y meditaremos, sin perjuicio, naturalmente, de traer también aquí a los grandes poetas. No se podrán encontrar en este Blog ningún tipo de imágenes profanas, aunque lícitas y hasta necesarias, en estos días. Nadie podrá ver aquí ninguna fotografía de las playas y los hoteles, donde el turismo se propaga como acticidad económica. Y aunque también ello pueda contribuir a la cultura, en el mejor sentido de esta masacrada palabra, tantas veces sacada de su veradero quicio -y lo que es menos malo de todo ello, al sostenimiento de más de una familia- será mi intención la de cantar al dolor y a la Pasión y Muerte de nuestro Redentor y, mucho más aún, a su Gloriosa Resurrección, porque ella será la nuestra. Sentida y honda Semana Santa, amigos.
A Jesús lo recibieron en Jerusalén con palmas y ramos de olivo en señal de alegría y de homenaje. Era el Rey que entraba en la ciudad sagrada y Él era el signo de la Victoria sobre el mal. El pueblo le aclamó en masa: ¡Viva el Hijo de David! ¡Hosanna al que viene en el nombre del Señor. Era la masa, que siempre es irracional y es arrastrada por factores que muchas veces nada tienen que ver con aquello que se aclama . Por ello, unos días más tarde, era crucficado en el Monte Calvario. Pero, dice la Antífona de la festividad de hoy que "los niños hebreos, llevando en sus manos ramos de olivo, salieron a recibir al Señor, aclamánmandole y diciéndole: Hosanna en la alturas..."
En la imagen de arriba, la Procesión de Ramos, hoy en Madrid
A partir de mañana mismo, Domingo de Ramos, se inicia la Semana Santa. ¿Tendrán razón todas aquellas gentes que, de un modo u otro, conceptual o práctico, dedican íntegramente esta Semanaal turismo, a tratar de calentarse en la playa, aunque haga frío o llueva y, muy en general a divertirse como sea, sin más connotaciones de signo transcendente alguno? ¿Tendremos que darles esa razón, acaso tomando como referencia los recientes o últimos acontecimientos en los que se ve implicada la Iglesia que fundó Jesuscristo? Para los cristianos, efectivamente, los misterios que vamos a celebrar, recordando la realidad histórica de los hechos, la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, son los más esenciales de nuestra Fe, después del de el Nacimiento de Jesús, lógicamente determinante de ellos. No puede haber otros, ontológica y antroplológicamente más esenciales que aquéllos y, muy en particular, el de su Gloriosa Resurreción, el más grande de todos ellos, aunque racionalmente incomprensible, porque ya lo dijo San Pablo. "Si Cristo no ha resucitado, inútil es nuestra fe...". Sólo esa Resurrección, podrá obrar la mía propia, y esta es ya mi única Esperanza, de ser. Porque, "yo", no sólo estoy, sino que sobre todo soy, y nada ni nadie de cuanto en esta vida concurre, puede bastarme, aun cuando no se acabase. Pero, además, se acabará algún día y, entonces, yo seguiré siendo, en otra dimensión, con un soporte corporal o no, pero viviré para siempre, sin que, por ello, pueda aceptar jamás que ya no seré más que el polvo que volverá al barro de la tierra. ¡No!. ¡Yo, viviré después de mi muerte...! Es más, vivieré en el mismo instante de mi muerte, porque Él me resucitará exactamente en ese mismo momento, aunque mi corporeidad pueda pudrirse bajo la tierra, o consumirse entre el fuego.
Pero, en estos momentos, en los que sin duda con todo fundamento, arrecian las críticas más duras y severas hacia la Iglesia Católica, a causa de los repugnantes crímenes cometidos por algunos de sus sacerdotes, e incluso se dice que también obispos, consistentes en abusos sexuales contra niños inocentes o jóvenes indefensos, ¿acaso no se imponen unos minutos de reflexión? La que yo pretendo y me propongo hacer, va dirigida únicamebnte a mí mismo y a nadie más. Por descontado, no soy tan iluso como para pretender incluir en ella a los tradicionales enemigos de la Iglesia, a los de siempre, y a los que ahora mismo, por lo ocurrido, pudieran situarse frentre a Ella, o apartarse de Ella mucho más aún de lo que ya están. No. Quiero dirigirme, por ello, sólamente a mí y, en todo caso, a quienes comparten la misma fe, o deseen acompañarme en mis pensamientos. ¿Podemos acaso celebrar, como si nada hubiese ocurrido, tan hondos Misterios, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, con la misma fuerza? Rotundamente, sí, podemos. ¡Claro que podemos! Y, si cabe, con mucha más convicción que nunca. Ninguno de los delictivos acontecimientos que ahora se descubren, o los que ahora mismo puedan estar sucediendo, podrán apartarme de mi Fe. Porque, nosotros -al menos yo- no hemos creído nunca en los sacerdotes, ni en los obispos, ni en el mismo Papa de Roma, sino simple y exclusivamente en Cristo Jesús, el Redentor del hombre. Y, por ello, podemos gritar a pleno pulmón que sólo Dios nos ha dado esa Fe. Y, aunque, no sólo los que han cometido tan execrables delitos, sino todos los sacerdotes y obispos del mundo, con el Papa a la cabeza, hubiesen hecho lo mismo, tengo la certeza moral de que yo me mantendría en mi Fe. Poca tendría -y no tengo demasiada- en caso contrario. Pero, me basta mirar hacia lo más hondo de mi mismo, con la mayor sinceridad ante mí, para no juzgar ni condenar a nadie. Yo, no tengo ninguna autoridad para poder hacerlo. Y conste también que -como decía aquel santo cuyo nombre ahora no recuerdo- sé muy bien lo que debería hacer mañana, pero no sé lo que haría. Sí sé, sin embargo, lo que he hecho hasta hoy y, avergonzándome de casi todo, sigo confiando permanentemente en la infinita Misericordia de Dios.
Por ello, hermanos en la Fe, hemos de vivir juntos, más que nunca, esta próxima Semana Santa, que ya mañana mismo comienza, como si esos pobres sacerdotes (pobres, porque ya tienen bastante con el peso de su propia conciencia), hubiesen sido un modelo intachable de perfección y santidad. Lo menos que podemos hacer, es rezar también de modo muy especial por ellos, como por tantos otros, sin duda la inmensa mayoría, que siempre y ahora también lo han sido y lo son, allá en el África, en la Patagonia argentina, en el altiplano, en los suburbios más miserables de las grandes ciudades, o de los pequeños pueblos, donde siempre un sacerdote, y cuando se acaben, cualquier cristiano que quiera serlo, llevará a los más pobres y humildes, el pan para los cuerpos frágiles y el dulce amor para las almas que sufren. Y eso es lo esencial, porque para eso vino Jesús a la tierra y para eso murió en una Cruz. Luis Madrigal.-
He decidio suspender transitoriamente todos mis poemas de amor, en cualquier forma de estrofa, y en serie o no, pura y simplemente como signo de homenaje al dolor, que, tal vez, es la medida más grande del propio amor, en cualquier dimensión o manifestación posible. Sólamente por aquellos a quiénes amamos de verdad, estamos dispuestos a padecer y sufrir indeciblemente. Cuando el amor es total y absoluto, a sufrir por ellos hasta la misma muerte. Este Viernes, es antesala inmediata del gran Dolor, del que aceptó, no sin sudar antes sangre, quién quiso paceder para la salvación del mundo entero, no sólo de los "beatos" que vamos a Misa, y decimos creer en Él, sino de todos los hombres que vienen a este mundo, incluso los que dicen no creer, pero tienen su corazón lleno de amor. Y antes de celebrar ese gran dolor, el del Hijo, comenzamos por recordar el Dolor de la Madre, María se llamaba y la llamamos siempre todos quiénes aceptamos el regalo de ser también hijos suyos. Hoy, este Viernes, aquella Mujer transido de pena -de angustia, de dolor- su corazón, sale a nuestras calles, porque vislumbra ya la gran tragedia de la Muerte, la que ha de convertirse en Vida para todos. Un gran poeta, vecino mío en el espacio, porque nació en Santander, aunque no en el tiempo, porque lo hizo muchos años antes, en 1896, pese a haber sido coetáneos, siguiendo la huella de aquel otro gran poeta andaluz, Vicente Espinel, usó con mucha frecuencia aquella composición poética creada por este último, la Décima renacentista, llamada en su honor espinela, que Gerardo Diego convirtió en la Décima moderna, de la que es indiscutible maestro. Gerardo Diego la utilizó en un sentido bien distinto, nada epigramático, como hoy quiero yo recordar a los amantes de la Poesía, con esta delicada "PIEDAD", como él tituló a aquella Décima, en honor de la Madre hoy Dolorosa:
He aquí helados, cristalinos
sobre el virginal regazo
muertos ya para el abrazo
aquellos miembros divimos.
Huyeron los asesinos.
¡Qué soledad sin colores!
¡Oh, Madre mía, no llores!
¡Cómo lloraba María!
La llaman desde aquel día
La Virgen de los Dolores.
Gerardo Diego
En la imagen de arriba, Nuestra Señora del Camino, Patrona de la Ciudad y el Viejo Reino de León, una Dolorosa de época y autor desconocidos
Mil perdones por tan lamentable olvido: Muchas felicidades a todas las María Dolores, Lolas y Lolitas del mundo y, muy especialmente, a la esposa y la hija de mi querido amigo murciano MAN
Voy a despojarme de mi espíritu poético,y de todo lirismo, lo cual suena casi a blasfemia, o resulta casi similar a "colgar los hábitos" por parte de un fraile, o de un "ordenado in sacris", como diría el Derecho civil. Porque cultivar la Poesía, o tratar de hacerlo, es una especie de compromiso sacerdotal con la tradición. Y bien es sabido aquello, ya tan manoseado y por tanto un poco cursi de "¡La Primavera, ha venido, nadie sabe por qué ha sido!", y todas las demás muestras poéticas, tributo a una estación verdaderamente poco agradable, por sus diversas molestias, a los humanos. Cierto es que, algún que otro año, ya los más bellos colores de la Naturaleza han salido a relucir desde su sepulcro invernal, aunque en los últimos años, esto sea infrecuente. Pero, a cambio,y eso casi siempre, el tiempo metereológico se revuelve, prosperan sinuosa y agazapadamente las enfermedades víricas, las gripes tardías, los catarros, los resfriados, las alergias, y un sin fin de desagradables molestias, cuando no se alcanza -precisamente en el mes de Marzo, en España- el índice más alto de mortalidad, que en la mayor parte de los casos recae sobre los más débiles, los ancianos, o las personas de salud más quebrantada. ¿Y todo eso puede inspirar a los poetas sus febriles y enajenados cantos a esta estación? Posblemente, en otros tiempos el fenómeno tuvo su explicación, pero últimamente, y hace ya bastante de ello, puede muy bien haberse ido perdiendo este tributo poético de cortesía y salutación a la Primavera. Hoy mismo, que parecía iba a presentarse un día primaveral, he cargado con mi cámara fotográfica y me he dado un paseo matutino por el Parque de enfrente de mi casa. Al principio, sobre las once de la mañana, parecía ir todo bien, y muestra de ello, aunque tampoco sea para grandes eclosiones poetico-primaverales, son las dos fotografías que preceden, de arriba abajo, esta entrada. Pero, en pocos minutos, antes del mediodía, fijénse ustedes el aspecto que presentada el cielo de Madrid. Pueden comprobarlo en la tercera de las fotografías. Se podrá decir que este tipo de cielos son hasta típicamente primaverales, pero a mí no me lo parecen, sobre todo después de un invierno en el que las trombas de agua y las semanas enteras que se han pasado lloviendo han causado tantos desastres en muchas zonas. En fín, que, al menos los madrileños, y yo también, comienzan a estar hartos de la lluvia y de los cielos encapotados, con ese gris amenazante y feroz. Comprendo muy bien a los ingleses. Pienso que hasta, si no fuese por el clima habitual que los pobres padecen hasta serían un pueblo risueño y festivo, pero la lluvia les ha obligado a tener esa cara tan seria y no entender ningún otro idioma que no sea el suyo propio. Por eso yo, he decidido no entenderlos a ellos tampoco. Ni tan siquiera cuando dicen "yes", del mismo modo que, este año, no me da la real gana "cantar a la Primavera". No señor, que venga ella a cantarme algo a mí, pero está visto que tampoco quiere. Y, por este motivo, contando con que GOEAR me deje entrar en su Programa (no creo que las dificultades encontradas hasta ahora por mi parte se deban a una venganza, en cuyo caso mi vanidad les estaría muy reconocida, por hacerme saber que existo), por tal motivo, digo, voy a ofrecreles a todos ustedes y muy en especial a vosotros, queridos amigos, la versión que yo mismo subí a dicho Programa de música, y no otra que ya estaba o llegó después que la mía, y que desde luego me gusta mucho menos. Una y otra, son relativas al Códice de la Biblioteca Nacional de París, lat 5132, fol. 108 v, calculo que hacia el año 1163, cuando en la Ciudad del Sena el Obispo Metropolitano Eudes de Sully coloca la primera piedra de lo que fue más tarde la Catedral de Notre-Dame, en la que se inciará una época muy marcada en la historia de la música, el llamado Ars Antiqua, que después llegó a España, de lo que también hay muestras en la Biblioteca Nacional, en Madrid, y sobre todo, en superiores términos musicológicos, en el Códice de las Huelgas, del Monasterio cisterciense femenino de Santa María la Real, del mismo nombre, en la Ciudad de Burgos, "Caput Castellae", y no como Valladolid, que sin ser cabeza de nada, se ha hecho con todo el negocio, musical y no musical. Bien pues, en ese Códice de París se encuentra una pieza que a mi me encanta oír, no sólo relacionada con la Primavera, sino también, de modo muy especial, con el tiempo litúrgico de Pasión, sin duda porque este Acontecimiento litúricamente siempre se ha celebrado a la llegada de la Primavera, según la fase de la luna, como es sabido. El caso es que, en el poema, naturalmente escrito en Latín, y no en francés, después del "Cedit frigus hiemale;/ redit tempus estivale/ iuventus letatur" ("Cede el frío del invierno/ retorna el tiempo cálido,/la juventud se alegra"), se recoge lo siguiente: "Gens iudea 'crucifige' / clamans, 'tormentis adfige, / per mebra clavos infige' / Adam, Averni de Styge / extractus letatur." ("El pueblo judío grita/ 'crucifícalo, tortúralo / clávale clavos en los miembros de su cuerpo' / Adán, librado de la laguna Estigia del Averno / se alegra"). Escúchenlo, escuchad todos, amigos, si, como espero, nos deja GOEAR. ¡Ah...!, se me olvidaba, la versión que ofrezco es la del conjunto "ALIA MVSICA", bajo la dirección de mi querido amigo Miguel Ángel Sánchez. Luis Madrigal.-