viernes, 22 de febrero de 2008

LOS SIETE SABIOS DE GRECIA, ERAN DOS: TALES DE MILETO




Casi todo el mundo ha oído hablar alguna vez de "Los Siete Sabios de Grecia", pero, muy probablemente, muchas personas, o una gran mayoría, no saben quiénes eran esos siete sabios, cómo se llamaban, ni por qué eran sabios. Y quiero yo contribuir, quizá a disipar la curiosidad de algunas o de muchas personas. Ciertamente ha habido diversas listas de pretendidos sabios, que difieren en el número y nombre de ellos, pero la más clásica y más conocida es la elaborada por Platón, según el cual los siete sabios de Grecia eran los siguientes: 1. Tales de Mileto.- 2. Pítaco de Militene.- 3. Bías de Priene.- 4. Solón de Atenas.- 5. Cleóbulo de Lindos.- 6. Misón de Quenes, y 7. Quilón de Lacedemonia. Pues bien, si curioseamos, e incluso investigamos muy diversos tipos de fuentes, resulta que de los dos únicos de la citada lista que se sabe algo, además de su nombre y del de su ciudad natal, es de Tales, "el del principio", y de Solón. Pero, a su vez, de este último, se sabe más bien poca cosa, de lo que pudiera deducirse que, en realidad, no fue tan sabio aunque lo diga Platón, que ciertamente sí que lo era. Y si no, que se lo pregunten al actual Pontífice Máximo de la Iglesia Católica, el actual Papa, Su Santidad Benedicto XVI, que es un consumado platónico, a diferencia del anterior Papa, que era aristotélico, además de polaco y de santo... Pero, a lo que íbamos. De Solón, se sabe más bien poco, pero lo que sí se sabe con toda exactitud es que, más que un filósofo - y por tanto un sabio, en el sentido rigurosamente etimológico del término- era un político, nada menos que autor de una Constitución, la Constitución Soloniana, la primera Constitución escrita de los atenienses, y de una reforma social, de nombre harto significativo (se llamaba la "Timocracia") y, tratándose de un político es muy posible que, traducido al castellano, el término fuese el más apropiado, aunque, en realidad se trataba del "gobierno de los ricos". Mucho más teniendo en cuenta que Solón era un político "socialista", dentro de su época, que sustituyó a los "aristoi", o los mejores , por los "Pentakosiomedimnoi" -vaya palabrita- que eran los más ricos, aunque, a diferencia de los actuales socialistas, a base de "guardar todo con mesura", cuyo lema era el propio de aquel gran ateniense. Es decir, poquito a poco, y no de un par de buenos pelotazos. Pero, en toco caso, y pese a Platón, de "sabio", nada de nada, aunque en la actualidad cualquier indocumentado pueda presidir un Comité Internacional de "Sabios". Es imposible ser sabio y al mismo tiempo político y, mucho más si se es socialista, muy en general, aunque también haya singularidades brillantes. Aunque, eso sí, al menos Solón eximió a los ciudanos atenienses de los impuestos directos y abolió las leyes de Dracón, llamadas por eso "draconianas", excesivamente sanguinarias con los delitos menores. Así, pues, si hay que prescindir de la "sabiduría" de Solón, a los Siete sabios de Grecia, les pasa algo parecido, o casi lo mismo, que, en la década de los años cincuenta, les pasaba a las llamadas "Cuatro" grandes potencias, que, en realidad sólo eran "Tres": Los Estados Unidos y Rusia. De la misma manera, los "Siete" Sabios de Grecia, sólo eran "Dos": Tales de Mileto. Este sí que era un sabio. Lo de menos fue lo del "principio", ya que era un "físico", y tenía que averiguar la carrera del sol de un trópico a otro; y comparar la magnitud del sol con la de la luna, manifestando ser ésta setecientas veinte veces menor que aquél. Esto, carece de importancia. Lo esencial es que Tales fue el primero en defender la inmortalidad del alma, y en afirmar que el ser más antiguo es Dios, por ser ingénito, y la más hermosa de las cosas, el mundo, por ser obra de Dios. Y el primero en responder a la pregunta "qué cosa es Dios", con la siguiente respuesta: «Lo que no tiene principio ni fin». Eso es ser sabio de verdad, ¿no creen ustedes, amigos? Materialistas ateos, abstenerse de contestar, no por falta de "amistad", sino porque no me convencen nada sus argumentos. Muchas gracias. Luis Madrigal.-